Sé que muchas de las cosas que expliqué de Monclovia pudieron parecer totalmente fuera de onda con los tiempos actuales. Pero, en algunas ocasiones, las cosas son ahora como son porque alguien se empeñó en revivirlas, no porque hubiera una tradición.
Hay cosas que parecen ancladas en la
más antigua continuidad de los siglos y que, sin embargo, fueron reinventadas
como un esfuerzo de la voluntad hace no tanto. En Israel se habla hebreo no
porque así fuera hace dos siglos, por solo poner un ejemplo.
Cuál ha sido
mi sorpresa al saber que, cuando llegó el momento de coronar a la reina
Victoria de Gran Bretaña, hubo mucha discusión. Se planteó hacer una coronación
más popular. Se planteó la cuestión, incluso, si debía haber coronación.
Había tan
poca tradición de seguir unos pasos fijos en la coronación que fue una
ceremonia poco organizada, con mucha improvisación y en la que la mayoría de
los presentes no sabía lo que venía después. Muchos de los ritos que, hoy día,
componen el actual ritual de coronación tuvieron que ser rescatados del olvido
para ese momento gracias a los expertos.
Todo fue tan
mal organizado que el servicio completo duró cinco horas y hubo muchos errores.
En fin, menciono
esto también para la Iglesia. No tenemos prohibido revivir cualquier cosa del
pasado. Pensar que, en lo estético, en lo ceremonial, hay que ir siempre hacia
delante, nos puede hacer olvidar que ese “ir hacia
delante” no significaba lo mismo para Pugin que para Pablo VI.
P. FORTEA
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