jueves, 3 de junio de 2021

“LUCES MISTERIOSAS”

De Darío Pimentel (2018).

Mediados de los 60, plena época del gobierno militar del general Velasco. Como miembro de la policía de carreteras me sentía satisfecho, al igual que mi compañero de servicio, pues nuestro destacamento había sido equipado con los poderosos Volvo Amazon 123 con Over Drive. De manera que no esperábamos pretexto para perseguir cualquier vehículo sospechoso y sentir el poderío y velocidad de nuestro flamante patrullero.

La noche había sido agitada y con muchas intervenciones, por lo que dormitábamos estacionados cerca a la Fortaleza de Paramonga y al río del mismo nombre.

El reloj marcaba la una de la mañana. Cuando un reflejo de luz acompañado de un zumbido cruzó por la pista frente a nosotros, infringiendo los límites permitidos de velocidad. Sin pensarlo dos veces arranqué nuestro veloz Volvo encendiendo la sirena y la circulina. Alcanzamos rápidamente los 150 km. por hora, logrando ver a lo lejos la luz de peligro multicolor del infractor.

El sinfónico sonido que emitía el escape Holliday con que venía equipado esta patrulla de la época incentivaba más mi pie sobre el acelerador, llegando a alcanzar los 170 km. por hora con facilidad, sin embargo, no lograba alcanzar al vehículo. Pero al acercarnos a Punta Colorado (La Horca) percibimos que el sospechoso vehículo empezaba a bajar la velocidad, pues comenzábamos a acercarnos, hasta quedarnos lelos al comprobar que solamente eran luces que avanzaban sobre la vía. La forma ovalada de estas luces nos llamó mucho la atención, mas al llegar a la famosa Cruz de Arévalo las luces salieron de la pista y se posaron a cierta altura sobre esta, iluminando toda la zona.

Fue entonces que notamos que nuestra batería se había descargado sin ninguna razón, ya que el alternador había estado cargando normalmente. Nuestra confusión fue interrumpida al intensificarse el zumbido que emitía este extraño objeto. De pronto, empezó a elevarse emanando aún más luz, para luego desaparecer a una velocidad fantástica. Nuestro asombro llegó al clímax al ver que nuestros relojes marcaban las seis de la mañana, ya era de día. Extrañamente se nos habían perdido cuatro horas y no nos explicábamos cómo.

Muchos años después conversé con un camionero a quien le sucedió algo similar en la misma zona, pero esa... es otra historia.

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