martes, 16 de julio de 2019

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PANES: ¿UN SIMPLE REPARTO DE PROVISIONES?


En 1996, para culminar mis seis años de estudio de una Maestría en Ciencias Religiosas, escribí una pequeña tesis (“tesina”) que era básicamente un estudio bíblico y teológico del milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Al comienzo del Capítulo 4, al elencar las distintas interpretaciones de los relatos evangélicos de ese milagro, digo en primer lugar lo siguiente: “La explicación natural (Paulus, Holtzmann, Evely) ve en este acontecimiento el ejemplo de un reparto fraternal.” Aquí, en vez de “natural”, debí decir “naturalista”.
En ese punto de mi tesina se inserta la nota 14, que dice lo siguiente: “En relación con esta explicación comparto las opiniones de S. Légasse y X. Léon-Dufour:
“En cuanto al intento de desmitologizar el prodigio viendo en su origen un simple reparto de provisiones, lo único que debemos desear es que esta torpe explicación desaparezca para siempre de la literatura.” (S. Légasse, en X. Léon-Dufour (ed.), Los milagros de Jesús, p. 120).
“Este milagro no tiene nada que ver con una excursión en la que se reparte la merienda, sino que tiene como punto de referencia la figura de Dios alimentando a su pueblo en el desierto.” (X. Léon-Dufour, o.c., pp. 321-322).”
Lamentablemente, el justo deseo del exégeta Légasse no se cumplió. Recientemente tuve la oportunidad de leer cuatro textos distintos en los que teólogos y obispos católicos niegan el carácter sobrenatural del gran signo de la multiplicación de los panes y apoyan la “explicación naturalista”: Jesús no multiplicó los panes ni los peces. Sólo los bendijo y no se acabaron. No hizo magia, sino que enseñó a los presentes a compartir lo propio con los demás. Así todos comieron hasta saciarse e incluso sobró comida.
La “explicación naturalista” de este milagro se aprovecha abusivamente de la típica sobriedad de los relatos evangélicos de los milagros de Jesús. Como digo en el punto 4.1.2 de la tesina (titulado “Aplicación de los criterios de historicidad”), bajo el subtítulo “Estilo de Jesús”: “A pesar del carácter singularmente maravilloso de este prodigio, no pertenece al terreno de la magia. Jesús actúa, como en los demás milagros, con sencillez y por su propia autoridad. La sobriedad de los relatos hace eco a la del propio Jesús: no dicen cómo se obró el prodigio, sino que todos los invitados comieron hasta saciarse y que se recogieron restos en abundancia.”
La refutación de la “explicación naturalista” podría hacer hincapié en dos aspectos.
En primer lugar, la “explicación naturalista” destruye la inteligibilidad de los relatos evangélicos de la multiplicación de los panes. Éstos tienen una estructura interna coherente, se insertan adecuadamente en el contexto de la crisis de la misión pública de Jesús y se relacionan perfectamente con otros misterios de la vida de Jesús. En cambio la “explicación naturalista” ni siquiera reconoce la existencia del problema: una multitud hambrienta y casi sin alimentos en el desierto. Además, en el marco de esa “explicación” pierden todo sentido la preocupación de los apóstoles, la pregunta de Jesús (“¿Cuántos panes tenéis?”), su mandato de alimentar a la multitud (“Dadles vosotros de comer”), el papel mediador de los discípulos (“Se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente”), etc.
En segundo lugar, la “explicación naturalista” es incapaz de explicar las consecuencias del acontecimiento en cuestión. Reproduciré ahora lo escrito bajo el subtítulo “Explicación necesaria” en el mismo punto 4.1.2: “Sólo la realidad histórica del milagro es capaz de explicar y armonizar los siguientes elementos:
* Como consecuencia de aquel suceso, Jesús fue considerado como el profeta esperado y se lo quiso proclamar rey (Jn 6,14-15). Jesús se rehusó a ser rey, lo cual decepcionó a muchos de sus discípulos, que dejaron de seguirlo (Jn 6,66).
* Después de la multiplicación de los panes recrudecieron las discusiones de Jesús con los fariseos y saduceos, quienes le pedían que hiciera una señal (Mt 16,1-4; Mc 8,11-13; Lc 11,29-32; Jn 6,30-31).
* Este episodio, al principio incomprendido por los apóstoles (Mt 16,5-12; Mc 8,14-21; Lc 12,1), resultó sin embargo fundamental en su camino hacia la fe en la mesianidad de Jesús (Mt 16,13-20; Mc 8,27-30; Lc 9,18-21; Jn 6,69).
* El episodio, único en su género, tuvo gran importancia en la tradición litúrgica, en la redacción de los cuatro evangelios, en la iconografía de los primeros siglos y en la tradición patrística.”
Es imposible que un mero picnic en el desierto haya tenido tan grandes consecuencias.
La “explicación naturalista” no tiene por qué limitarse a la multiplicación de los panes y los peces. El mismo tipo de “explicación” podría aplicarse a algunos de los otros milagros de Jesús (o a todos). Así, en la pesca milagrosa Jesús tal vez puso en práctica sus excelentes conocimientos del arte de la pesca, o tal vez tuvo suerte. No sé cuál podría ser la “explicación naturalista” del milagro de la conversión del agua en vino en las bodas de Caná.
Reitero aquí las conclusiones de mi tesina, corrigiendo levemente una de ellas:
* Frente a la visión modernista que tiende a reducir los milagros a simples prodigios, la teología católica mantiene la convicción de que el milagro es un hecho sobrenatural en sentido estricto.
* Frente al racionalismo que rechaza el milagro, la filosofía cristiana sostiene que Dios, Creador y Señor del universo, puede intervenir libremente en los acontecimientos del mundo, superando las potencialidades del orden de la naturaleza creada.
* La aplicación de los criterios de autenticidad histórica a los relatos de milagros de Jesús permite concluir que dichos relatos tienen valor histórico.
* El sentido de los relatos evangélicos de milagros es prepascual y procede del mismo Jesús. Los milagros son signos visibles del Reino de Dios que se hace presente en Jesucristo y son llamadas a la fe en Él y a la conversión, condiciones indispensables para acceder al Reino.  
* Los seis relatos evangélicos de la multiplicación de los panes narran uno o dos milagros de Jesús, realmente acontecidos.
* Jesús sintió compasión de la multitud hambrienta en el desierto y la alimentó por medio de un milagro que es figura del banquete mesiánico anunciado por los profetas, cuyo cumplimiento pleno ocurrió en la Última Cena.
* En la multiplicación de los panes Jesús rechazó la tentación de convertirse en un rey mundano, provocando así la decepción de la gente que malinterpretó su signo viendo en él sólo un prodigio espectacular y la oportunidad de satisfacer sus necesidades materiales.
* El pan multiplicado por Jesús prefigura el sacramento de la eucaristía, incluso en su abundancia. Jesús es el verdadero pan de vida bajado del cielo que el Padre nos da a comer para que tengamos vida eterna. Ese pan vivo es su carne (cuerpo) entregada en la cruz para la salvación del mundo.
* La multiplicación de los panes nos revela que el amor de Dios a los hombres es tan grande que entrega a su Hijo a la muerte y lo resucita para liberar a los hombres del pecado y la muerte y para darles la posibilidad de vivir en comunión con Él. Esta comunión con Dios (Reino de Dios) es ya plena en Jesucristo y por el don del Espíritu Santo se dilata en el mundo, haciéndose visible en la Iglesia alimentada por la eucaristía, hasta que llegue a la consumación definitiva en el fin de los tiempos. 
PS: He republicado este artículo del año 2015, debido a su valor actual.
PD (14/07/2019): Contra la interpretación crítica o mitológica de los milagros de Jesús se alza firmemente la doctrina católica tradicional sobre el carácter histórico de los Evangelios, enunciada así por el Concilio Vaticano II: “La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día que fue levantado al cielo.” (Constitución Dei Verbum, n. 19).
Daniel Iglesias

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