¿Cómo reconocer una secta? Se
trata de una cuestión compleja a la que responde detalladamente el laico
dominico Vicente Jara, miembro
de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES) y director del
programa “Conoce las sectas”, que emite
quincenalmente Radio María España.
Publicamos a continuación un extracto del artículo que puede leerse íntegro en
el portal Aleteia.
UN CUESTIONARIO
Ante un grupo cualquiera,
¿cómo poder reconocerlo como una secta o no? Veamos una serie de puntos a modo
de cuestionario que pudieran servirnos de ayuda para considerar a cualquier
grupo como más o menos alejado del comportamiento de una secta. Con él
pretendemos medir en menor o mayor medida si un grupo cualquiera se acerca más
o menos a lo que es una secta. En este cuestionario –de 30 preguntas– ofrecemos
una amplia serie de elementos que generalmente se asocian a comportamientos
sectarios (aquí los resumimos).
1. Estructura
piramidal y obediencia a la jerarquía
2. Grupo
totalizante.
3. Carácter
especial, paterno/materno o divino del líder.
4. Intervención
de los líderes en toda la vida del adepto.
5. Dependencia
en las tareas y ausencia de democracia.
7. Radicalismo
en la vivencia de las creencias, la doctrina y la disciplina.
8. Grupo
fuertemente afectivo y autosuficiente en las relaciones.
9. Relaciones
casi exclusivas con los miembros del grupo.
10. Control y
regulación de las relaciones personales.
11. Control de
horarios y actividades.
12. Vida
comunitaria y cerrada.
13. Simbología
propia y diferenciada del mundo.
14. Igual forma
de vestir.
15. Conciencia
de ser un grupo donde se manifiesta y vive la verdad.
16. Apertura de
la propia conciencia ante el grupo o personas determinadas.
17. Confesiones
personales de la vida íntima.
18. Entrada por
búsqueda o descontento.
19. Cambio
completo de comportamiento antes y después del ingreso.
20. Cambio o
abandono de amistades, estudios o trabajo al entrar.
21. En ocasiones
se ingresa en contra del parecer de la familia.
22.
Consideración de su permanencia como voluntad divina.
23. La
permanencia en el grupo y la vivencia en él se vinculan a la salvación.
24. Celo
proselitista.
25. Recitación
de mantras o rezos repetitivos.
26. Control del
sueño y la alimentación.
27. Control de
la comunicación entre los miembros.
28. Control de
la comunicación externa.
29. Control de
la sexualidad y corrección de las faltas en este campo.
30. Control
financiero.
¿CUÁL ES LA SOLUCIÓN AL
CUESTIONARIO?
Si hacemos un listado, un
cuestionario con preguntas y formulaciones de este tipo, veríamos que un grupo que tuviera muchas de estas
características sería una secta. Esta sería la conclusión para muchas
personas, quizás para muchos profesionales (psicólogos, terapeutas, abogados,
sociólogos, especialistas en sectas) incluso.
Bien. Les diré que si un monje o una monja de la Iglesia
Católica, por ejemplo, una carmelita, una clarisa, un trapense, un
camaldulense, por citar algunos de ellos, respondiera este cuestionario, daría un alarmante valor de ser miembro de
una secta. Es más, cuando he hecho el cuestionario en todas las 30
preguntas he pensado en ellos. Y sin
embargo… su grupo no es una secta.
Sí, les he tendido una trampa
a ustedes como lectores. El título de este artículo incluso encerraba la
trampa. La trampa o error está en que un cuestionario de este tipo para puntuar
el porcentaje de un grupo como más o menos alejado o cercano a una secta típica
no es de utilidad. No vale. El cuestionario no es adecuado. El cuestionario es inválido.
LA VERDADERA CUESTIÓN: LA
LIBERTAD
Mi intención era poner de
manifiesto que el concepto de secta de
muchas personas, y a veces de algunos especialistas, es incorrecta. ¿Qué
es entonces una secta?
Como dice la psicóloga Margaret T. Singer, los marines de los
EE.UU. no son una secta, aunque también muchas de estas características les
sean aplicadas. Singer explica quién entra en los marines, sabe qué se va a
encontrar. Lo hace libremente. Este es
para nosotros el verdadero “quid”, la clave. Es decir, la libertad. Con libre
albedrío, con voluntad iluminada por el entendimiento de entrar o no.
La clave de discernimiento es la libertad. Tal y como expone Santo Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, el
libre albedrío pone fin a la deliberación o toma de decisión. La libertad es
punto de contacto de la razón y de la voluntad, de ahí que por el entendimiento
se delibera acerca de los pros y los contras entre las opciones posibles, y
tras ello y por el proceso volitivo electivo, la voluntad decide, iluminada por
la inteligencia y el razonamiento; de ahí que ambas -entendimiento y voluntad-
estén relacionadas en la acción libre y sean claves para nuestro tema (Summa Theologiae, I, q. 83).
¿SE CONOCÍA QUÉ ERA EL GRUPO? ¿SE HIZO LIBREMENTE,
CON CONOCIMIENTO Y SIN COACCIÓN, EN LIBERTAD, LA ACEPTACIÓN A PERTENECER AL
GRUPO?
Volviendo a los monjes y
monjas de la Iglesia Católica, existe un proceso de conocimiento por parte del
candidato y por parte del grupo. No hay engaño en la vida religiosa, no hay
engaño en los grupos mencionados (carmelitas, cartujos,…), algunos sumamente
exigentes en su día a día, y cualquiera puede conocer lo que se hace y vive en
ellos, no siendo fácil por parte del candidato su entrada y pertenencia, y
siendo muchos los que son rechazados por no poder seguir ese tipo de vida, algo
que se ve en los primeros meses de contacto. Por otro lado, cualquiera puede
marcharse cuando lo desee, habiendo un tiempo de iniciación y de contacto
previo, parcial y gradual.
Esto no se da en las sectas. Las sectas usan de todo tipo de engaños para
no mostrar su verdadera cara. De ahí que frente a otras definiciones,
como ya hemos comentado en otros lugares, nuestra definición de secta esté
firmemente ligada a la libertad, al conocimiento del grupo. Por ello, definimos la secta como un grupo social
depredador que practica el mimetismo y el señuelo.
En definitiva, las
definiciones que se basan en otro acercamiento distinto a éste, el de la
libertad de elección, los consideramos incompletos o erróneos, así como
peligrosos, pues pueden llevar a
calificar como sectas formas tan alejadas a ellas como muchas formas de vida
del cristianismo, así como de otras religiones. En el proceso de entrada
en una secta no se da la libertad de la voluntad y la lucidez del entendimiento
no oscurecido, mientras que en la vida religiosa, y ese debe ser siempre el
criterio en la Iglesia Católica, ambos elementos son cruciales para la adecuada
y normal pertenencia a un grupo eclesial.
La clave de discernimiento
está en la libertad, concepto central y nuclear de la persona. Y con ello, en
el conocimiento y la voluntad. Y por el contrario, es en el engaño (contra el
conocimiento) y en el señuelo (contra la voluntad), como ocurre en la agresión
que cometen las sectas, donde se encuentran los elementos reveladores de lo que
es o no es una secta.
Secretaría RIES
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