lunes, 30 de abril de 2018

UNA EXPLICACIÓN SENCILLA DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA


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Muchas veces plataformas políticas se han hecho pasar por la Doctrina Social de la Iglesia. Por eso hay católicos que rehúyen este título porque temen que les vendan gato por liebre.
La verdadera doctrina social de la Iglesia busca la justicia social, pero esto no significa la nivelación forzada de todos los seres humanos.
Dios le ha dado a cada ser humano la misma dignidad, pero carismas y dones diferentes a cada uno. Y esto marca la diversidad de la creación y las funciones diferentes a cumplir por cada ser humano. Sin embargo hoy hay quienes quieren ponerle una capa de ideología encima y forzar las igualdades. Por ejemplo el caso más notorio es el de las feministas, que reclaman estricta igualdad, en todos los sentidos, con el hombre. Pero también vemos una capa ideológica superpuesta por el marxismo, que todos los seres humanos son estrictamente iguales en sus capacidades y potencialidades, y que hoy son diferentes por la explotación de uno sobre el otro. Sin embargo esto ha sido desmentido por la realidad, porque los regímenes de socialismo real siempre han creado una categoría de gobernantes y otra de gobernados, demostrando que hay verdaderamente carismas y dones diferentes otorgados por Dios. Comencemos a deslindar las confusiones sobre la doctrina social de la Iglesia.
QUE NO ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
A veces tendemos a pensar a la doctrina social de la iglesia como algo que está fuera del individuo. Que es algo de la vida comunitaria, del gobierno, de las estructuras económicas. Que es ahí donde hay que buscar la justicia social.
Es cierto que se expresa ahí pero comienza en cada persona, en la búsqueda de santidad.
Incluso si las instituciones son corruptas, el germen de la justicia social está en la santidad personal. O sea en la concentración de la gente en servir mejor a Jesucristo, amando al prójimo. Y esto por sobre cualquier otra opción, como por ejemplo como cumplir una agenda social o política de distribución del ingreso. El concepto de la doctrina social de la Iglesia fue confundido por el Espíritu del Concilio Vaticano II y por eso le es ajena a muchos católicos, que ni siquiera tratan de comprenderla. Porque puso demasiado énfasis en un programa de justicia social económica y política. Y evitó algunos temas de la justicia social por ejemplo el aborto. Mientras que recalcó otros que no están en la doctrina social, como por ejemplo el pacifismo absoluto. La Teología de la Liberación por ejemplo se centró en la liberación socioeconómica de los individuos, ignorando el pecado y la salvación. Pensaron que la reestructuración política y la redistribución económica resolverían los males sociales. Y dejaron de centrarse en el llamado de Cristo a la santidad y a la salvación. Todo en pos de una reforma de las estructuras sociales y de la agitación política de tipo clasista, vinculado con la teoría marxista. Incluso el concepto de crucifixión fue bastardeado, alejándolo de la salvación que vino a traer Jesucristo por el pecado de la humanidad. Y lo vinculó a la martirización de los agentes sociales que buscan un cambio político, quienes fueron comparados con Cristo crucificado.
La doctrina social católica auténtica comienza con la conversión personal a Jesús.
Y a partir de ahí parte la atención y el cuidado del prójimo como una expresión de amor. Aún del prójimo con el que uno está enfrentado políticamente. En Gaudium et Spes se define que el bien común es la suma de todas las condiciones sociales y el respectivo llamado universal a la santidad. Por lo tanto la búsqueda de Cristo es la búsqueda de la justicia social. Al punto que Benedicto XVI dice en Caritas in Veritate que “una sociedad justa requiere cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración”. Esto fue muy claramente expresado por el sindicato solidaridad de Polonia, que produjo el resquebrajamiento del socialismo real y posteriormente su caída. Los trabajadores antes de ir a trabajar iban a misa y rezaban el Rosario en las asambleas del sindicato. Lamentablemente, la doctrina social de la iglesia se ha teñido de una visión izquierdista de reclamos sociales y revolución social, a los ojos de muchos católicos. Y esto ha hecho que muchos católicos huyan cuando se habla de la doctrina social de la Iglesia, sin tratar de comprenderla, por mero prejuicio. La doctrina social de la Iglesia tiene como centro el individuo en sociedad. Y en un individuo que piensa en su salvación no como un hecho personal. En Mateo 28 Jesús le dice a los apóstoles que “vayan por el mundo y proclamad el evangelio a las naciones”. Por lo tanto el evangelio es una ley dada a las naciones para transformarlas de acuerdo a los principios evangélicos.
QUÉ ES VERDADERAMENTE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Trata sobre los derechos y deberes del hombre en sociedad, y especialmente los relacionados con los aspectos económicos y laborales.
Y hay tres elementos básicos. En primer lugar, cualquier cosa económica política y comunitaria tiene que servir al bien de la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. En segundo lugar, la caridad y la justicia obligan a todos a servir al bien común. Y en tercer lugar, servicio al bien común significa proclamar el evangelio porque en él está la semilla de la justicia social. Esta enseñanza doctrinal de la iglesia tiene sus raíces en la prédica de Jesucristo. Puede rastrearse desde los padres de la iglesia primitiva y los doctores de la iglesia, como Santo Tomás de Aquino. Y modernamente el papa León XIII la reflotó con la encíclica Rerum Novarum de 1891. Siendo Juan Pablo II quién ha trabajado más sobre este concepto. Se puede ver en el Catecismo de la Iglesia Católica sus bases en los numerales 2419 y subsiguientes, qué puedes leer aquí. Y en el 2005 el Pontificio Consejo de Justicia y Paz publicó un Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, que puedes encontrar aquí.
Las obras más importantes del magisterio papal sobre la doctrina social de la Iglesia son estas:
Rerum Novarum, Papa León XIII, 1891
Quadragesimo Anno, Papa Pío XI, 1931
Mater et Magistra, Papa Juan XXIII, 1961
Pacem in Terris, Papa Juan XXIII, 1963
Populorum Progressio, Papa Pablo VI, 1967
Laborem Exercens, Papa Juan Pablo II, 1981
Sollicitudo Rei Socialis, Papa Juan Pablo II, 1987
Centesimus Annus, Papa Juan Pablo II, 1991
Caritas In Veritate, Papa Benedicto XVI, 2009
PRINCIPIOS CLAVES
Los 4 principios clave de la doctrina social católica son la dignidad humana, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
La dignidad humana es el principio fundamental porque cada persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios.
Esta dignidad es trascendente, no puede ser quitada, y es más importante que las cosas materiales. No se trata de un medio sino de un fin. Es la que produce los Derechos Humanos, en la medida que cada persona, y cada cultura y categoría social, tiene la misma dignidad y derechos. Este principio proclama la unidad de la familia humana.
El principio del bien común implica que todos los grupos de la sociedad tienen similares derechos y obligaciones.
Y que todos estamos interconectados y somos responsables uno del otro. Lo que asegura las condiciones sociales para que se satisfagan las necesidades de cada grupo y persona. A partir de aquí están todos los desarrollos relacionados con el concepto de exclusión y de la igualdad de oportunidades para lograr los beneficios sociales.
Respecto a la solidaridad, nuestro modelo es la Santísima Trinidad que es una comunidad en perfecta relación.
Este principio indica que no nos salvamos solos sino que nuestra salvación está conectada con la salvación de los demás. No se trata de compasión sino de un compromiso por el bien común de todos los prójimos. Nadie puede sobrevivir solo ni salvarse solo, porque somos seres sociales por naturaleza.
Finalmente el principio de subsidiariedad se relaciona con la práctica en la participación y la toma de decisiones desde abajo a arriba.
Enfatiza que la responsabilidad tiene que estar anclada lo más cerca posible de las bases. De modo que haya un papel clave en la toma de decisiones de parte de los propios afectados en cada tema. O sea que de alguna manera la sociedad se va armando desde abajo. Y los sectores que están más arriba en la pirámide social deberían dedicarse a coordinar y apoyar a los grupos más de base.
ELEMENTOS PARA ORIENTAR LA ACCIÓN
A partir de las 4 claves anteriores podemos derivar algunos elementos concretos para orientar nuestra acción. Primero, considerar que toda la vida humana es sagrada y debe tratarse con dignidad a todas sus manifestaciones. Segundo, la familia es la primera comunidad humana y debe ser apoyada y fortalecida. Tercero, cada persona debe considerarse cumpliendo deberes y obligaciones: con la familia en primer lugar, con los vecinos y grupos primarios en segundo lugar, y con la sociedad en tercer lugar. Cuarto, los individuos y la sociedad deben preocuparse especialmente por los más pobres y vulnerables y de ahí surge el llamado a la opción por los pobres Quinto, el trabajo está destinado al bien del hombre y no al revés; por tanto el trabajo es un derecho y conlleva una dignidad relacionada con Dios, el creador. Sexto, nuestra solidaridad nos obliga a buscar la justicia para todos, porque somos una familia global. Séptimo somos custodios de la creación de Dios; no sólo porque es nuestro hábitat sino porque es lo que Dios nos dio para construir nuestra santidad.
Estos puntos que hemos enumerado no pueden verse individualmente y aisladamente.
Sino que es un todo, que debe atenderse en su totalidad y con un énfasis similar en cada uno de ellos. De lo contrario se producirán desviaciones.
LA CENTRALIDAD DE LA FAMILIA
La familia es el corazón de la sociedad y es un agente de justicia social, que la traslada hacia la cultura la economía y la política.
De modo que es una expresión de justicia social el ocuparse de cambiar un pañal tanto como hacer beneficencia con los pobres. En última instancia todos los temas de justicia social apuntan hacia la organización primaria del ser humano, que es la familia.
La cual es definida como una pareja de un hombre y una mujer abiertos a la vida.
En la unidad y armonía Familiar o en su desunión y desarmonía, se puede encontrar el indicador global de la justicia social en una sociedad específica. Si la familia esta desunida por el divorcio, el aborto, la diferencia generacional entre padres e hijos, eso se trasladara a problemas en la sociedad global. De modo que si solucionamos los problemas de la familia, estaremos solucionando los problemas más importantes de la sociedad global. Además una familia que apunta a la santidad se transforma en la escuela para vivir la doctrina social. La familia es donde los seres humanos aprenden la dignidad propia y la de los demás. Ahí se cultiva la templanza, la prudencia, la fortaleza, la generosidad, la fidelidad, el sacrificio y la bondad. Y cada persona aprende a vivir en comunión con los demás. Es por esto que la doctrina social de la iglesia la denomina la forma más natural de la sociedad humana, de la que depende toda la sociedad para su salud y fortaleza. Cuando la familia se deteriora, esto tiene consecuencias hacia abajo, en el deterioro de los valores y el desarrollo de cada ser humano. Y también hacia arriba, en el desarrollo y deterioro de la sociedad global y de los demás grupos intermedios. El orden social está basado en la familia y por lo tanto el Estado debería promocionar a la familia. En cambio hoy vemos que en occidente se hace exactamente lo contrario y eso multiplica los problemas sociales. Por ejemplo una familia que ha tenido un divorcio hace que las partes sean más pobres económicamente y que los hijos tengan más propensión al suicidio, a la pobreza, a las adicciones, a problemas psicológicos, a problemas con la ley, etc.
La sociedad no puede hacerse más justa si la familia no cultiva la unidad y la santidad.
La familia es la primera expresión del amor al prójimo y la que lo instituye.
AMOR AL PRÓJIMO
Además de la institución de la familia, Cristo nos ha dado un motor para el desarrollo social que es el amor al prójimo.
El amor a los demás es el fruto de una conversión auténtica. Porque amar a los demás significa amar a Cristo mismo. En Mateo 25: 40 Jesús dice “cuanto hiciste a uno de mis hermanos menores me lo hiciste a mí”. Por lo tanto temas de justicia social como alimentar a los hambrientos, cuidar a los enfermos, defender al no nacido, tratar a los trabajadores con justicia, es amar a los demás y amar a Cristo a la vez. Es por esto que la Iglesia Católica piensa que para mejorar el orden social lo más importante es tener una relación personal con Cristo. De lo cual luego se derivará en una relación amorosa en la familia y ahí luego será trasladado a toda la sociedad. En cambio la sociedad actual busca soluciones tecnológicas o institucionales para los problemas sociales que la aquejan. Cristo nos ha dicho que amar al prójimo es tan importante como amar a Dios, y que son dos caras de la misma moneda.
Por lo tanto no podemos pensar que el bienestar social de las personas es una ocupación del Estado.
Porque para que el bienestar social sea realmente eficaz y duradero y no poblarse de conflictos, debe estar enraizado en las comunidades de prójimos. O que se encargan ellos mismos de gestionar sus problemas. Lamentablemente la sociedad ha ido por el camino opuesto y el Estado ha suplantado la gestión de los grupos sociales. Y hoy vemos cómo los estados de bienestar social, por ejemplo de Europa, están en crisis, porque sustituyeron o distorsionaron los bloques básicos de la justicia social.

Fuentes:

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