El juicio final
sucederá al final de los tiempos. ¿Cuándo? Nadie sabe el día y la hora, sólo el
Padre. ¿Cómo pasará? Jesús lo bosqueja, pero llegar a entenderlo es un tanto
complicado.
Hay muchas
preguntas que empiezan a surgir. Aquí trataremos de establecer lo que la Iglesia ha discernido sobre el
Juicio Final. Naturalmente hay otras profundizaciones extra
bíblicas que pueden ser complementarias, pero no las trataremos en detalles.
RESUCITARÁN LOS MUERTOS
“La resurrección de todos los muertos, “de los justos y de los
pecadores” (Hch
24, 15), precederá al Juicio final. Esta será “la hora en que todos los que estén en los
sepulcros oirán su voz […] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan
hecho el mal, para la condenación” (Jn 5, 28-29).” Catecismo 1038
Todos vendrán a la
vida, volverán a su cuerpo, tomando formas “especiales”. No es una
reencarnación. Es un volver a lo que ya se nos ha dado.
Estos
cuerpos ¿serán como lo que somos? Cambiarán pues no
sufrirán dolores ni muerte (pero ojo que los condenados sufrirán
por estar lejos de Dios). Podrán ir donde el
alma desee (algo parecido a San José de Cupertino que levitaba
hacia ciertos lugares, o el Padre San Pío que podría estar con una rapidez en
otros lados) Podrán atravesar los cuerpos materiales,
y serán tan claros y brillantes como lo fueron en esta vida. Aún
con estas ideas no se puede imaginar
la gloria que Dios ha preparado para los que se salven. Pues los
condenados no tendrán esto, serán lo que hicieron acá.
“Entonces, Cristo vendrá
“en su gloria acompañado de todos sus ángeles […] Serán congregadas
delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como
el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y
las cabras a su izquierda […] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a
una vida eterna.” (Mt 25, 31. 32. 46).” Catecismo 1038
CRISTO VENDRÁ EN SU GLORIA
“Entonces aparecerá en el
cielo la señal del Hijo del Hombre. Mientras todas las razas de la
tierra se golpeen el pecho verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del
cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Ángeles, los cuales tocarán la
trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un
extremo a otro del mundo.” (Mt. 24, 30- 31). “Cuando el Hijo del Hombre
venga en su Gloria rodeado de todos sus Ángeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso.” (Mt. 25, 32). Dos
extractos de la Biblia nos ilustran cómo será la venida de Jesús. Sobre
las nubes, con multitud de ángeles y se sentará en su trono. El que viene es el Hijo, que es Dios,
con dos naturalezas la divina y la humana. ¿Cómo se verá? ¿Cómo será su
gloria? ¿Cómo ha de ser? Definitivamente Jesús
es amor, por lo tanto, no puede separarse del amor grande que nos ha tenido (dando
su vida por nuestra salvación) y obedeciendo al Padre: por ello traerá los estigmas.
Las heridas en
pies, manos y costado serán la señal que es Cristo, y no alguien más. Ya alguna
vez el enemigo quiso pasarse por Cristo glorioso, y los santos han notado este
detalle. Jesús traerá las heridas, heridas de amor.
Pues como todo poder se le ha
dado, vendrá con todo su esplendor y la cruz le precederá.
COMO REY SEPARARÁ MALOS DE BUENOS
“Todo el mal que hacen los malos
se registra y ellos no lo saben. El día en que “Dios no se callará” Se volverá hacia los malos: “Yo
había colocado sobre la tierra —dirá Él—, a mis pobrecitos para vosotros. Yo,
su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre, pero en la tierra
mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros algo, eso habría
subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los
constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro:
como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí”” San Agustín, Sermón 18, 4, 4 Ante
Jesús, todo se sabrá entre cada hombre y Dios. Todo hasta lo más insignificante será
puesto al descubierto. Cada cosa que se hubiera hecho en lo terreno, estará “registrada”. San Agustín nos está diciendo
que Dios se vuelve hacia cada persona y le
dirá que no le dieron de comer, y el Evangelio dice sigue diciendo si
fueron a ver a los enfermos, los presos etc. Este
es el tema de la obras de misericordia.
Santa Faustina ha insistido en
que ser misericordioso nos ayudará para que Él lo sea con nosotros. Porque Jesús juzgara lo que
hiciste en la tierra, pero verá esos detalles. La
misericordia pesará más que la justicia y le ganará. Por eso Jesús ha de
decirles a los apóstoles y a los que predicaba: Sean
misericordiosos como su Padre es misericordioso. Él hace salir el sol
sobre buenos y malos… Por eso vivan portándose como si ya fuera a
suceder. Jesús no reveló cuando juzgará, solo
mencionó que será al final de los tiempos. Ni siquiera Él sabe cuándo
pasará. Sólo el Padre sabe el día y la hora.
Este juicio
triunfará sobre toda injusticia cometida. En
ese momento se sabrá la última palabra que dará sobre toda la historia. Hacia donde Dios nos quería conducir,
como la Providencia llevó a todos por caminos admirables conduciendo todo hacia
el fin último.
SEÑALES DE SU VENIDA
San Mateo en el Evangelio
recoge las diferentes señales. El mundo ha venido esperando este
acontecimiento, pero muchas de las cosas que Jesús dice se repiten, por
eso ha de estar el católico preparado.
En el versículo 5
y 11 del capítulo 24 señala que habrá muchos profetas y Cristos que engañarán.
¿Cuántas
personas han olvidado confiar en Dios? La Iglesia fue fundada por Jesús, a Él
debemos confiar la guía en cada sacerdote, obispo y el Papa. Por más imperfecto que seamos sabremos
que si permanecemos en el Señor no seremos parte del engaño. Pero
hay que examinar a quiénes si conocen a Jesús pero se aprovechan de otros para
hacerse pasar por Él. “Hijos míos, es la última
hora. Habéis oído que iba a venir
un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual
nos damos cuenta que es ya la última hora. Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen
sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así
para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros.” (1 de Juan 2, 18-19) Estos dos versículos de San Juan,
resumen los versículos de San Mateo. Porquealerta
como ya desde ese momento que hay gente que aparenta ser de Cristo, pero no
son. La carta lo esclarece bien, si fueran de la Iglesia permanecerían
en ella. Pocos años después un discípulo de San Juan, San Ignacio de Antioquía llamaba a la
Iglesia: Católica. Por lo que en ella está la plenitud de la Verdad. Ellos son
los que San Juan dice son de los nuestros, somos nosotros.
Los cristianos
serán perseguidos y odiados.
Todo el
tiempo hemos sido perseguidos a muerte. Muchos
nos traicionarán. Desde los primeros cristianos hay mártires y apostatas.
Otra de las
señales es que la caridad se enfriará.
Y otra más, que la
Buena Nueva será proclamada en todo el mundo.
Estas
señales son ambiguas, pero no por ello se debe relajar el espíritu. Jesús ha de insistir en que deben estar
despiertos porque no saben la hora en que el ladrón vendrá a robar.
Tampoco saben a qué hora vendrá el esposo. Si no están listos, el esposo no los reconocerá y serán
echados a las tinieblas. Los apóstoles, movidos por el Espíritu Santo,
recorrieron muchos lugares. Querían llevar la Buena Nueva a todo mundo. Porque
querían que Jesús regresará. Pues es una de las señales. Hay muchos
versículos de la Biblia que pueden ser utilizados, para darse cuenta que el fin
está próximo. San Juan en parte de su carta insiste mucho en que permanezcan en la enseñanza que se les
ha dado, para que el anticristo no los agarre desprevenidos. “Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la
conocéis y porque ninguna mentira viene de la verdad. ¿Quién es el mentiroso
sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el Anticristo, el que niega al
Padre y al Hijo. Todo el que niega al
Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al
Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca
en vosotros. Si permanece en
vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis
en el Hijo y en el Padre, y esta es la promesa que él mismo os hizo: la vida
eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros.” (1 San Juan 2, 21-26) Permanezcan en Él, confíen en
Él. San Pío de Pietrelcina da un
bosquejo diciendo que nosotros conocemos
la parte de atrás del bordado, por eso desconfiamos que sea hermoso. La insistencia de ser firmes es para que
no sean engañados, para que reciban de lo Alto la fuerza y la perseverancia. Nadie
sabe ni el día ni la hora.
¿QUÉ SE NECESITA PARA SALVARSE?
Fe en Jesucristo. San Pablo
recalca la fe para lograr la salvación. Pero tener fe no significa solamente creer, sino hay que vivir de acuerdo a esa fe.
Santiago en su carta da la otra parte, pues la
fe, sin obras está muerta. La moneda siempre tiene dos caras. La fe y las obras son necesarias para la
salvación.
El día del Juicio
las sentencias serán puestas de nuevo. Si estabas en el infierno ahí
permanecerás. Si estabas en el Purgatorio estás salvado y pasarás al Cielo. Si
ya estabas en el Cielo; prepárate porque entonces verás la gloria de Dios.
Hasta ese momento se sabrá
porque Dios permitió el mal. Solo en ese tiempo se sabrá cuanto bien sacó.
Quedarán
definitivamente respondidas las frecuentes preguntas: ¿Por qué Dios permite la
injusticia? ¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan? La Sabiduría
Divina destapará todo aquello que para nosotros no tiene sentido hoy.
Por eso para salvarse se
necesita fe, confianza. Y obras. Los santos han sido una guía para conocer la misericordia y el
amor de Dios. Ellos como seres humanos
han cometido errores, pero también han sabido superarlos. Son un ejemplo de
perseverancia en el encuentro hacia Dios. En el camino al Gólgota, Jesús
ha caminado con la cruz, la lleva en su hombro. Ha pasado hambre, pues no ha
comido desde el día anterior. Azotado y coronado de espinas. Lleno de llagas,
varón de dolores. Sufre, por lo que
siente, por lo que oye. Los dolores de Cristo son externos pero también
internos. Y Él nos enseña a que cada vez que caigamos nos levantemos. Él
sin tener culpa de nada, fue tratado tan mal; mostrando que si se puede
levantarse, por más profundo que sea el dolor o el agujero. Santa Teresa de Jesús, monja
carmelita descalza, nos ha dejado unas hermosas frases convertidas en oración.
Que son motivo de recordarnos sobre la salvación. Pero más que el ser premiados
o castigados, recuerda que es el amor que nos debe conducir a Jesús, nuestro
Dios.
“No me mueve, mi
Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno
tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el
verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muéveme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te
temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no
esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.”
Y así como nació en un humilde
pesebre, volverá. Vendrá a juzgar a vivos y muertos. A llevarnos hacia el
Cielo, o lejos de Él. Amarle a Él, vivir para Él, como si no hubiera infierno, como si no
hubiera cielo. Entonces le veremos al que es Amor. En
nubes con ángeles y serafines, todo hermoso. Con sus cinco llagas, y reinará por los
siglos de los siglos.
Artículo de Cupertino, de
Guatemala, Profesor de Arte, Historia y Teología
Fuentes:
Publicado por Unción Católica y Profética
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