6 acontecimientos
que lo demuestran.
Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com
Por: Sebastián Campos | Fuente: Catholic-link.com
Es de los acontecimientos más importantes (sino
el más) de la historia universal y que da origen a toda la cultura occidental,
pues con su existencia, la influencia y cosmovisión judía avanza por occidente
llegando incluso hasta América. Hablamos de la Resurrección de Jesús.
Yo nací en una familia católica y en un país
católico, por lo que durante los primeros años de mi infancia, acepté a ciegas
este asunto de la Resurrección de Jesús en cuerpo y alma y todo lo que ocurrió
luego de ella, incluyendo apariciones, milagros y mensajes finales. Ya en
mi juventud, se me hizo más difícil aceptar el cuento (y me imagino que a
alguno de ustedes les habrá pasado lo mismo) pues mis únicos argumentos eran mi
“fe” que por cierto era muy frágil y algunos
datos bíblicos que siguen teniendo olor a fantasía y leyenda.
Pero tranquilos, la idea es poder ir un paso más allá del “lo
creo por fe”, pues la fe en
Dios tiene su argumento, no es solo ciega, sino que se sustenta, dentro muchas
otras cosas, en evidencias históricas (mínimos) y testimonios de personas que
complementan los relatos de los evangelistas.
Entonces, vamos a revisar algunos acontecimientos desde los últimos momentos de Jesús hasta
su ascensión. Verás que tienes más razones para creer.
1. FUE REALMENTE SEPULTADO
José
de Arimatea, el hombre bueno y justo del que habla el
evangelista San Juan y quien según San Mateo era rico y que pagó por la
sepultura de Jesús al bajarlo de la Cruz, era un reconocido personaje en
Jerusalén, miembro del consejo y quien se atrevió a pedir el cuerpo de Jesús a
Pilato. Mencionarlo no deja de ser un dato importante, pues al ser alguien
conocido por todos, de ser mentira la historia, habría sido fácilmente
desmentida, pero no; los cuatro evangelistas lo mencionan. Visto así, sería un
escándalo que uno de los fariseos se preocupara por pagar por una sepultura
digna para Jesús, tanto porque es una ofensa para los perseguidores de Jesús,
como al mismo tiempo una bofetada para sus seguidores más cercanos, quienes
tampoco hicieron mucho. Este dato, nos ayuda a mirar la veracidad de los hechos
y del relato bíblico.
2. LA TUMBA REALMENTE ESTABA VACÍA
Sabemos que los miembros del consejo estaban
preocupados porque los seguidores de Jesús podrían robar su cuerpo luego hablar
de la Resurrección por lo que se preocuparon de pedirle a Pilato que pusiera
guardias en la entrada. Siendo así, en el momento era sencillo desmentir
el testimonio de los apóstoles, pues al decir que Jesús había resucitado,
bastaba con ir a la tumba y verla custodiada y cerrada, haciendo que la
historia se cayera a pedazos, pero no. El testimonio luego de la Resurrección de Jesús no se puede
contradecir pues realmente, la tumba estaba vacía.
3. LA MASIVA APARICIÓN DEL RESUCITADO
San Pablo se juega la vida en la primera carta a
los Corintios y da como evidencia de la resurrección datos estadísticos que
dicen así: «Se apareció a Pedro y
luego a los Doce, después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de
los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron» (1 Cor
15, 5-6).
Un testimonio así de masivo descarta cualquier
hipótesis de alucinación y de hecho, tales apariciones fueron las que
convirtieron y llenaron de valor los corazones de los primeros cristianos que
se atrevieron a fundar la Iglesia primitiva a pesar de la persecución. De
hecho, este aspecto es clave para creer en la Resurrección, pues si no, ¿por qué un grupo de personas derrotadas y
con su líder asesinado pública y cruelmente habrían querido masificar un
mensaje que les costaría la vida a ellos también? La respuesta es
sencilla: porque la resurrección fue un hecho real.
4. SUS APARICIONES, MOTIVO DE CONVERSIÓN
Gracias al libro de los Hechos de los Apóstoles,
que es algo así como la continuación del Evangelio de San Lucas, sabemos que
Jesús estuvo cuarenta días apareciéndose a sus discípulos hasta que luego
ascendió a los cielos. Estas apariciones son el sustento que impulsó a los
primeros discípulos. Nada más imagina que hoy en día nosotros nos jugamos la
vida por Jesús y no se nos ha aparecido resucitado, ¡Cuánto más sería si lo
viéramos en persona!
En ese
período de tiempo, se registran varias apariciones, las que se repiten en
algunos Evangelios, dándole aún más veracidad a ellas porque los
autores no se contradicen.
- Aparición a María Magdalena: Mateo 28,
9-10; Marcos 16, 9; Juan 20, 11-18.
- Aparición a los once discípulos: Marcos 16,
14; Lucas 24, 36-53; 1 Corintios 15, 5.
- Peregrinos de Emaús: Marcos 16, 12;
Lucas 24, 13-32.
- A Pedro en solitario: Lucas 24, 34; 1
Corintios 15, 5.
- Aparición a los discípulos sin Tomás: Juan
20, 19-23.
- A los once incluido Tomás: Juan 20, 24-29.
- A orillas del Lago Tiberíades a los
discípulos: Juan 21, 1-23.
- A Santiago el menor: 1 Corintios 15, 7.
- Aparición a los once en Galilea: Mateo 28,
16-20.
- Una última aparición en Jerusalén
terminando en Betania: Lucas 24, 36-50; Hechos 1, 4-11.
5. TESTIMONIOS DESINTERESADOS
Era de
esperarse el que los primeros cristianos hubiesen intentado argumentar la
Resurrección dando testimonios creíbles, de
gente reconocida y llenos de detalles; después de todo la idea era despejar las
dudas y convencer a los incrédulos. Pero no, el primer testimonio de la
Resurrección es el de María Magdalena y la otra María, dos mujeres. Para la
sociedad judía y helénica, no podría haber algo de menor peso que el testimonio
de dos mujeres, sobre todo relatando algo sobre lo cual no hay más testigos que
ellas. No obstante los autores sagrados comienzan a hablar del Resucitado
mencionando la experiencia de las mujeres.
6. MARÍA, TESTIGO PRIVILEGIADO DE LA RESURRECCIÓN
Es un
poco contradictorio que ningún autor bíblico haya narrado ninguna aparición de
Jesús a su Madre, pero es comprensible, pues haberlo descrito, no
habría dado peso al argumento. El testimonio de una madre, hasta hoy en día, es
un testimonio cargado al amor y la poca objetividad, aun conociendo los méritos
de Santa María. Sabemos de ella que Jesús encargó su cuidado a San Juan
antes de morir y también sabemos que estaba en el Cenáculo junto a los
apóstoles el día de Pentecostés. Es decir, el silencioso camino pascual de
nuestra Madre Celestial, fue el de siempre, en silencio, caminando en fe y por
sobre todo perseverando.
Ella, testigo de la Resurrección desde mucho
antes que todos, desde la Anunciación, cuando el ángel del Señor la visita para
pedirle ser la Madre del Salvador. Luego, con las palabras proféticas de
Simeón, donde le adelantaba que una espada atravesará su corazón, convierten a
la Virgen María en la primera en esperar la resurrección.
«No es una ideología, no es
un sistema filosófico, sino es un camino de fe que parte de un advenimiento,
testimoniado por los primeros discípulos de Jesús» (Papa
Francisco. Catequesis sobre la Resurrección, 19 de abril 2017).
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