La conmovedora
historia de un niño italiano que ofreció su cáncer por la salvación de los
demás.
Manuel Foderà fue un niño
italiano que, a sólo 9 años, dejó la vida terrena para alcanzar la vida
celeste, por un tumor muy grave que lo afligía. Un niño alegre, sociable,
bromista, como él mismo se definía, que estaba convencido de tener una gran
misión que cumplir en nombre de Dios: dar a conocer y amar a su gran amigo
Jesús.
Cuenta el sacerdote Ignazio
Vazzana, quien lo visitaba asiduamente en el hospital de Palermo, que el
pequeño muchas veces no lograba entender las cosas que Jesús le revelaba. Por
ejemplo, un día le preguntó: “¿Por qué Jesús me
dice siempre esta frase: tu corazón no es tuyo, es mío, y yo vivo en ti? No
entiendo que quiere decirme”. Padre Ignazio se dio cuenta, reflexionando
después, de que aquellas palabras reflejaban la frase de San Pablo en Galatas
2,20 “…y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”
Manuel decía que Jesús le
había donado el sufrimiento, y que era necesario, porque tenían que salvar el
mundo juntos, y que Jesús lo había proclamado “guerrero
de la Luz”.
Padre Ignazio recuerda con
mucha conmoción ver a Manuel con un gran sentimiento de pecado cuando iba a
confesarse, y era tan grande, que a veces estallaba en lágrimas durante la
confesión misma.
También recuerda que tenía una
gran devoción por la Sagrada Eucaristía. Cada vez que la recibía se cubría su
rostro y permanecía así por casi 20 minutos en absoluto silencio. Este era el
momento culminante de la Comunión, porque entraba en diálogo de manera
espontánea con Jesús, como dos amigos íntimos. El sacerdote le preguntaba si
veía directamente a Jesús a lo que respondía que no lo veía físicamente, pero sentía
su voz en su corazón.
Don Ignazio fue su guía
espiritual los dos últimos años de vida del niño, y nos cuenta que “Manuel siempre
luchó como un verdadero guerrero, a imitación de Cristo, hasta entregar su vida
por la salvación y la conversión de todos”.
“Aún recuerdo
muy vivamente la gran capacidad de soportar el dolor que tenía, sólo por amor a
Jesús. La madre me llamó en diversas ocasiones para que intentara convencer a
Manuel a tomarse, por lo menos, el Paracetamol y así aliviar los grandes
dolores que tenía. Él me respondía que quería esperar un poco más antes de
tomárselo, porque Jesús necesitaba su sufrimiento en ese día para salvar las
almas”.
“Hacia el final,
después de una gammagrafía, los médicos se dieron cuenta que tenía dos masas
tumorales en la cabeza. Sin saberlo, Manuel nos reveló que Jesús le había hecho
un gran regalo. En esos días Manuel tenía dolores de cabeza muy fuertes y no
sabía realmente qué tenía”.
“Un día, tras
recibir la Comunión estalla en un llanto y confía a su madre, y después a mí,
lo que Jesús le había dicho. Nosotros le habíamos preguntado qué le pasaba,
puesto que lloraba, y él nos dijo que Jesús le había hecho un regalo especial y
al ser feliz lloraba por esto: Jesús le había entregado dos espinas de su
corona y ahora las tenía en su cabeza. Yo me quedé estupefacto ante sus
palabras, porque humanamente esto es inexplicable. Hubo una coincidencia
perfecta en los hechos: dos masas tumorales y las dos espinas de la corona de
Jesús, como don, en su cabeza”.
Dos meses antes de morir, en
una noche de terrible sufrimiento, dijo a su madre Enza: “Eres mi único testigo verdadero. Tendrás que escribir
muchos libros sobre mí para que todos puedan conocer mi historia”. No
fue fácil para ella mantener su promesa, por tanto dolor después de la partida
de su hijo pero al final ganó el amor, el mismo que mantuvo unidos día y noche
a madre e hijo, desde el momento de la concepción hasta su renacimiento en el
Cielo.
El 20 de julio de 2010 Manuel
subió a los Cielos y del diario que escribió Enza durante la larga agonía nace
la conmovedora biografía: “Manuel. Il piccolo guerriero della Luce”. Un libro
con muchas enseñanzas de este pequeño amigo de Jesús que, como dijo Don Pierino
Fragnelli, obispo de Trapani: “Desde su cama, en
hospital como en casa, Manuel nos ha enseñado la lección de la confianza en la
vida que no muere”.
Fuente: cristianicattolici.net
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