martes, 28 de noviembre de 2017

RECOMENDACIÓN DEL ALMA


Desde el bautismo hasta la muerte, la existencia del cristiano debe ser. una continua espera del Señor que viene: «Sí, voy a llegar en seguida. Amén. Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20). Por eso, cuando llega el momento culminante de su encuentro con el Señor, es decir, cuando se ve que el enfermo llega a su última agonía, conviene que se vea asistido por lo menos por algunos fieles, presididos a poder ser por un ministro ordenado, y que lo acompañen en su tránsito con la plegaria de la Iglesia. Para ello, pueden usarse invocaciones breves, lecturas bíblicas y letanía de los santos que aparecen a continuación o bien recitarse pausadamente algunas de las oraciones que acostumbraba a rezar durante su vida el moribundo o cantar algún salmo o canto que le fueran especialmente familiares.
“Cuando parece que es ya inminente el momento de la muerte, si está presente el obispo, un presbítero o un diácono, éste dice las oraciones de la recomendación del alma. Si no está presente ningún ministro ordenado, estas mismas preces las dice alguno de los presentes.
“Ha de procurarse que, una vez que el agonizante ha expirado, el tiempo que discurre entre su muerte y la celebración de las exequias constituya un espacio de presencia caritativa, amistosa y de esperanza cristiana junto a quienes lloran al difunto, no menos que de sufragio para el recién fallecido. Para vivir estos momentos, tanto comunitaria como individualmente, pueden servir las plegarias y acciones que son en este libro reproducidas.
“Sobre todo cuando se trata de familias más cristianas, conviene recordarles que es muy aconsejable la celebración de una vigilia de oración por el difunto; en el caso de la muerte de los ministros de la Iglesia o de los religiosos, esta vigilia puede consistir en el rezo del Oficio de lectura o de otra parte de la Liturgia de la Horas de difuntos, sea en la casa del difunto o en la funeraria, sea en la iglesia, si el cadáver ha sido trasladado a ella.”

INVOCACIONES BREVES
Se pueden recitar suavemente con la persona moribunda algunos de los textos siguientes. También se pueden usar otras oraciones jaculatorias.
Señor, Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.
¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? Romanos 8, 35
Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Romanos 14, 8
El Señor es mi luz y mi salvación. Salmo 27
Sediento estoy de Dios, del Dios que me da vida. Salmo 42
Mi alma tiene sed del Dios vivo. Salmo 25
Señor, mi Dios, a ti levanto mi alma, en ti confío. Salmo 25
En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Juan 14, 2
Yo quiero que allí donde estoy yo, estéis también conmigo, dice Jesús. Juan 17, 24
Jesús, José y María, asistidme en mi agonía.

LECTURAS BÍBLICAS
Uno de los presentes o el ministro proclama la palabra de Dios. Para ello pueden utilizar las siguientes lecturas o parte de ellas:

SALMO RESPONSORIAL Salmo 23
R. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos él me hace reposar y adonde brota agua fresca me conduce. R.
Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige, por amor de su nombre. R.
Aunque pase por quebradas muy oscuras, no temo ningún mal, porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen. R.
Me sirves a la mesa frente a mis adversarios, con aceites tú perfumas mi cabeza y rellenas mi copa. R.
Me acompaña tu bondad y tu favor mientras dura mi vida, mi mansión será la casa del Señor por largo, largo tiempo. R.

EVANGELIO Juan 6, 37-40
Jesús resucitará a los suyos de la muerte y les dará la vida eterna.
Lectura del Santo Evangelio según San Juan
Jesús dice:
«Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí, porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi propia voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día.
La voluntad de mi Padre es que todo hombre que ve al Hijo y cree en él tenga la vida eterna: y yo lo resucitaré en el último día».

Pueden elegirse también alguno de los siguientes textos:
Isaías 35,3-4; 6c-7; 10.1
Job 19,23-27a
Salmo 123
Salmo 25,1;5-11
Salmo 91
Salmo 114
Salmo 115,3-5
Salmo 121,1-4
I Cor 15,1-4 Juan 4,16
Apocalipsis 21,1-5a, 6-7
Mateo 25,1-13
Marcos 15,33-37
Marcos 16,1-8
Lucas 22,39-46
Lucas 23,43-43
Lucas 24,1-8
Juan 14,1-6; 23; 27

LETANÍA DE LOS SANTOS
Cuando la condición de la persona enferma pide usar formas breves de oración, se recomienda a los presentes que recen las letanías de los santos, o por lo menos algunas invocaciones por el (la) enfermo(a). Especialmente pueden mencionar los santos patronos: del (de la) moribundo(a), de la familia y de la parroquia. Las letanías se pueden recitar o cantar en la forma acostumbrada.
Señor, ten piedad Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad Señor, ten piedad
Santa María, Madre de Dios, Ruega/rogad por él /ella
Santa Madre de Dios
San Miguel
San Gabriel
San Rafael
Todos los santos ángeles y arcángelesde Dios,
Abraham, nuestro padre en la fe
David, jefe del pueblo de Dios
Todos los santos patriarcas y profetas
San Juan Bautista
San José
San Pedro y san Pablo
San Andrés
San Juan
Santa María Magdalena
San Esteban
San Ignacio de Antioquía
San Lorenzo
Santas Perpetua y Felícitas
Santa Inés
San Gregorio
San Agustín
San Atanasio
San Basilio
San Martín
San Benito
San Francisco y Santo Domingo
San Francisco Javier
San Juan Maria Vianney
Santa Catalina
Santa Teresa de Jesús
Aquí se pueden incluir otros santos.
Santos y santas de Dios Líbralo(a), Señor
Muéstrate propicio
De todo mal
De todo pecado
Del poder de Satanás
En el momento de su muerte
De la muerte eterna
En el día del juicio
Por tu encarnación
Por tus sufrimientos y tu cruz
Por tu muerte y resurrección
Por tu retorno glorioso al Padre
Por el don del Espíritu Santo
Por tu nueva venida gloriosa
Nosotros, que somos pecadores Te rogamos, óyenos
Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad
Conduce a N. a la vida eterna,
que le prometiste en el bautismo te rogamos, óyenos
Resucítalo(a) en el último día,
pues él (ella) comió el pan de la vida
Haz que N. comparta tu gloria,
pues ha compartido tus sufrimientos y tu muerte
Jesús, Hijo de Dios vivo
Cristo, óyenos Cristo, óyenos
Señor Jesús, escucha Señor Jesús, escucha nuestra oración

Preces de la Recomendación del Alma
Cuando parezca cercano el momento de la muerte, se pueden rezar alguna de las siguientes oraciones:
1. Hermano(a) mío(a), te pongo en manos de Dios todopoderoso, para que vuelvas al mismo que te creó y te formó del polvo de la tierra.
Cuando salgas de este mundo, que vengan a tu encuentro la Santísima Virgen María, los ángeles y todos los santos.
Nuestro Señor Jesucristo, que quiso morir por ti en la cruz, te libre de la muerte eterna.
El Hijo de Dios vivo te lleve a su Reino y te reconozca entre sus ovejas, el buen pastor; que él perdone tus pecados y te cuente entre sus elegidos; que veas cara a cara a tu redentor y goces de la contemplación de Dios por los siglos de los siglos.
R. Amén.

2. V. Dale, Señor, a tu hijo(a) la eterna salvación que espera de tu misericordia.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a) de todas las tribulaciones.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Noé del diluvio.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Abraham de sus enemigos.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Job de sus padecimientos.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Moisés del poder del faraón. R.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Daniel del foso de los leones.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a los tres jóvenes del horno ardiente y del poder de un rey inicuo.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Susana de la calumnia.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a David de las manos de Goliat y de la persecución del rey Saúl.
R. Amén.
V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Pedro y a Pablo de la cárcel.
R. Amén.
V. Por Jesucristo, nuestro salvador, que padeció por nosotros una muerte tan amarga y nos mereció la vida eterna, salva, Señor, a este(a) hijo(a) tuyo(a).
R. Amén.
Para terminar se puede rezar la Salve Regina

En el Momento de Expirar

Terminadas las preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con la muerte, puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente y ofrecerle un crucifijo para que lo bese, diciendo:
V. El Señor guarde tu salida de este mundo y tu entrada en su reino, en su paz y en su amor.
R. Amén.
O bien:
V. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino.

R. Amén.

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