REDACCIÓN CENTRAL, 12 Sep. 17 / 01:59 am (ACI).- A mediados
del siglo XVIII los jansenistas empezaron a divulgar que la devoción a la
Santísima Virgen era una superstición. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de
la Iglesia,
salió en defensa de la Madre de Dios y publicó su famoso libro “Las Glorias de
María”.
En dicha obra, capítulo X, se leen 7 importantes rasgos del Santo Nombre
de María que todo cristiano siempre debe recordar:
1.- NOMBRE SANTO
“El augusto nombre de María, dado a la Madre de Dios, no fue cosa terrenal,
ni inventado por la mente humana o elegido por decisión humana, como sucede con
todos los demás nombres que se imponen. Este nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina
disposición, como lo atestiguan San Jerónimo, San Epifanio, San Antonino y
otros”.
2.- LLENO DE
DULZURA
“El glorioso San Antonio de Papua, reconocía en el nombre de María la
misma dulzura que San Bernardo en el nombre de Jesús. ‘El nombre de Jesús’,
decía éste; ‘el nombre de María’, decía aquél, ‘es alegría para el corazón,
miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos’… Se lee en el Cantar
de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles preguntaron por tres
veces: ‘¿Quién es ésta que sube del desierto como columnita de humo? ¿Quién es
ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién es ésta que sube del desierto
rebosando en delicias?’ (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5)”.
“Pregunta Ricardo de San Lorenzo: ‘¿Por qué los ángeles preguntan tantas
veces el nombre de esta Reina?’ Y él mismo responde: ‘Era tan dulce para los
ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso hacen tantas preguntas’.
Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque no se concede a todos de
manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura saludable, consuelo, amor,
alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de María a los que lo
pronuncian con fervor”.
3.- ALEGRA E INSPIRA
AMOR
“Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice San Metodio– está lleno de
gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice San Buenaventura– no
se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente
lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del
todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder de
tu nombre –dice el Idiota–
que él ablandará su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la
esperanza del perdón y de la gracia”.
4.- DA FORTALEZA
“Los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal manera a la Reina
del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra como de fuego que
los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no hay pecador tan
frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con propósito de
convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al instante”.
“Y otra vez le declaró que todos los demonios sienten tal respeto y
pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al punto sueltan al alma que
tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se alejan de los pecadores los
ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María, lo mismo –dijo la Señora a
santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a las almas justas que
devotamente la invocan”.
5.- PROMESAS DE
JESÚS
“Son maravillosas las gracias prometidas por Jesucristo a los devotos
del nombre de María, como lo dio a entender a santa Brígida hablando con su
Madre santísima, revelándole que quien invoque el nombre de María con confianza
y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias especiales: un perfecto
dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene, la fortaleza para alcanzar la
perfección y al fin la gloria del paraíso. Porque, añadió el divino Salvador,
son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María, que no puedo negarte
lo que me pides”.
“En suma, llega a decir San Efrén, que el nombre de María es la llave
que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción”.
6.- BRINDA
CONSUELO
“San Camilo de Lelis, recomendaba muy encarecidamente a sus religiosos
que ayudasen a los moribundos con frecuencia a invocar los nombres de Jesús y
de María como él mismo siempre lo había practicado; y mucho mejor lo practicó
consigo mismo en la hora de la muerte, como se refiere en su biografía; repetía
con tanta dulzura los nombres, tan amados por él, de Jesús y de María, que
inflamaba en amor a todos los que le escuchaban”.
“Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas adoradas imágenes, con los
brazos en cruz,
pronunciando por última vez los dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró
el santo con una paz celestial”.
7.- BUENA
AVENTURA
“Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios nos conceda esta
gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que pronunciemos sea el
nombre de María, como lo deseaba y pedía San Germán”.
“Concluyamos con esta tierna plegaria de San Buenaventura: ‘Para gloria
de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este mundo, ven tú misma a mi
encuentro, Señora benditísima, y recíbela’. No desdeñes, oh María –sigamos
rezando con el santo– de venir a consolarme con tu dulce presencia. Sé mi
escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del perdón y del descanso
eterno. Y termina el Santo diciendo: ‘Oh María, abogada nuestra, a ti te
corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su causa ante el
tribunal de Jesucristo’”.
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