jueves, 15 de septiembre de 2016

SCHÖNBORN DA LA ALERTA: «¿TENDRÁ LUGAR AHORA UN TERCER INTENTO DE CONQUISTA ISLÁMICA DE EUROPA?»


Pide a Dios «otra oportunidad» porque hemos dilapidado la herencia cristiana.

El cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena, lanzó el pasado domingo desde la catedral de San Esteban una pregunta que los fieles austriacos entendieron muy bien: "Hoy hace 333 años Viena se salvó. ¿Tendrá lugar ahora un tercer intento de conquista islámica de Europa? Muchos musulmanes lo piensan y lo desean y creen que Europa está acabada".

Por dos veces, en Viena se jugó la Cristiandad su destino
La referencia era clara: entre el 11 y el 12 de septiembre de 1683, la Cristiandad se jugó su destino en la batalla de Kahlenberg, que puso fin al asedio de dos meses al que un gigantesco ejército turco sometía a la ciudad. El Papa, el Beato Inocencio XI, llamó a una cruzada a la que respondieron casi todos los países cristianos, pero sobre todo Polonia, cuyo rey, Jan Sobieski, encabezó la victoria.

En 1529 había tenido lugar el primer intento otomano de apoderarse de la ciudad austriaca, a la que asediaron durante un mes. Respondieron las tropas imperiales alemanas y españolas, derrotando a Solimán.

Tres invitaciones bíblicas a la misericordia colectiva
¿Por qué esa referencia histórica del cardenal Schönborn? Se celebraba Maria Namen, el Santo Nombre de María, una festividad muy querida por los católicos austriacos. Y era 11 de septiembre, aniversario de la segunda victoria moderna de la Viena católica, convertida en frontera de la Cristiandad, sobre el expansionismo mahometano y su vieja aspiración de conquista de Occidente.

Pero además, en su homilía, el purpurado austriaco había meditado sobre la misericordia a raíz de las lecturas del día, la primera de las cuales se refiere colectivamente al pueblo judío:

-el pasaje del Éxodo (32, 7-14) en el que Moisés pide y obtiene clemencia de Dios para que no extermine a su pueblo, porque le ha dado la espalda para adorar al becerro de oro;

-la primera carta de San Pablo a Timoteo (1, 12-17), donde el Apóstol de los Gentiles explica la misericordia que Dios tuvo con él: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo Jesús toda su paciencia";

-y la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32), el relato evangélico por excelencia de la misericordia de Dios ante la ingratitud y los pecados de los hombres.

Lo que hizo el cardenal Schönborn, en este contexto de compunción por los pecados, fue aplicar esos tres pasajes a las circunstancias actuales de Europa como consecuencia de haber abandonado su herencia cristiana. El purpurado propuso una petición de clemencia colectiva de los europeos a Dios, solicitando "otra oportunidad".

Unas palabras a tener en cuenta
Éste es el pasaje completo que cerró su homilía:

"Mirando nuestra situación en Europa se me ocurrió hoy lo siguiente. Somos un poco como el hermano menor [el hijo pródigo]. Hemos dilapidado la herencia, hemos desbaratado la herencia cristiana. Y ahora nos preguntamos: ¿cómo Europa ha llegado a esto? Nos pasa como al hijo pródigo, que ha malbaratado los bienes más valiosos de su padre: hemos malbaratado la valiosa herencia cristiana. Y ahora nos encontramos por todas partes problemas que nos angustian. No sólo económicos, que también vendrán, sino sobre todo humanos, religiosos y de fe.

»¿Qué será de Europa?

»Hoy hace 333 años Viena se salvó. ¿Tendrá lugar ahora un tercer intento de conquista islámica de Europa? Muchos musulmanes lo piensan y lo desean y creen que Europa está acabada. Y yo creo que lo que hoy, en las lecturas, hemos visto que hizo Moisés, y lo que hizo Dios Misericordioso con su hijo menor, debemos nosotros pedirlo hoy para Europa: ¡Señor, danos otra oportunidad! No olvides que somos tu pueblo. Como te recordó Moisés: somos tu pueblo, tú nos liberaste, tú nos santificaste, somos tu pueblo.

»Así que recemos: Señor, recuerda que somos tu pueblo. Y si nos hemos extraivado y si hemos malbaratado la herencia, Señor, ¡no nos rechaces! No rechaces a esta Europa que ha dado tantos santos. No nos rechaces porque nos hayamos hecho tibios en nuestra Fe. En las tres lecturas Dios nos hace hoy una promesa, una promesa que Pablo resume en una palabra maravillosa: he hallado compasión, a pesar de que no la merezco. Y una segunda vez lo dice: he encontrado la misericordia, a pesar de que soy el primero entre los pecadores".


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