El Arca de la Alianza ha
desvelado a muchos poderosos de todos los tiempos, como por ejemplo Hitler,
que quisieron poseerla fantaseando que obtendrían un poder infinito, al igual
que con la Lanza de
Longinos y el Cáliz de la
Última Cena.
Pero el objeto físico llamado
Arca de la Alianza está desaparecido. Y solamente mencionar la palabra “hallazgo” junto a las
palabras “Arca de la Alianza”, significa entrar en una dimensión en donde la cantidad de voces que gritan sonidos
discordantes como una orquesta afinando los instrumentos antes del concierto.
Tanta y tan variada es “la oferta” de
elementos que señalan como verdadero y absoluto cada dato presentado.
La
realidad es muy otra. Todo aquel
que sepa algo de historia
sagrada, está enterado que Dios le encargó hacer a Moisés un Arca que simbolizara la Alianza entre Él y los
hombres y su finalidad era la de guardar las Tablas de piedra de la Ley.
LA FABRICACIÓN DEL ARCA DE LA
ALIANZA
Yahveh fue muy explícito en
sus instrucciones, que en el Génesis están expresadas desde el Capítulo 25 al
30. En ellas el Señor le encarga a Moisés, ya en el
desierto con los israelitas, todo lo necesario para el culto a Él debido.
La
Tienda del Encuentro, el Cofre del Pacto, la mesa
para la ofrenda, el candelabro de oro puro, el altar del incienso, el
altar de los holocaustos y hasta la ropa que debían utilizar los sacerdotes,
cuyas reminiscencias vemos en los atuendos de las celebraciones litúrgicas de
la Iglesia Católica.
Podemos preguntarnos, ¿Cómo el Señor puede haber
sido tan ingenuo de esperar que unos pastores de rebaños, primitivos y sin
instrumentos, pudieran hacer un cofre
de madera de acacia y revestirlo por dentro y por fuera de oro puro?
Y nos respondemos, con el Salmista: ¡Él es el Señor, que hizo el cielo y la
tierra!
El
Señor no sólo le dio las instrucciones a Moisés, sino que también le presentó
los artesanos elegidos por Él para realizar el trabajo, a los cuales
había llenado del Espíritu de Dios, dotándoles de entendimiento, sabiduría y
pericia especiales como para hacer el trabajo. Estos fueron Bezaleel, de la
tribu de Judá y su ayudante Aholiab, de la tribu de Dan,
Las instrucciones en cuanto al tallado del oro,
piedras preciosas, madera y demás materiales utilizados de acuerdo a lo
establecido por Yahveh, fueron seguidas al pie de la letra por Bezaleel y otros
“hombres hábiles a los que Yahveh
había dado pericia”,
quienes no sólo construyeron el Arca sagrada, sino que también trabajaron en la elaboración del Tabernáculo,
el candelabro de siete brazos, el vestuario de los sacerdotes, la mesa sagrada,
los objetos relativos al culto, etc.
Cuando estuvo terminada, y con las Tablas de la Ley
en su interior, según Éxodo (40, 20), y con la vara de Aarón formando parte del
ajuar que en ella se guardó, según Números (17, 10), el Arca comenzó a ocupar un lugar en la marcha de los israelitas, que la
cargaron durante su éxodo en
busca de la Tierra Prometida.
Ese
“Templo” que iba delante de ellos, dio a los israelitas su identidad como
pueblo de Dios.
Ellos llevaban a Yahveh con ellos.
El Salmo, aunque escrito siglos después, expresa bien ese sentimiento de
pertenencia del pueblo de Israel: “Yahveh es mi luz y mi salvación ¿a quién
temeré?”
Esa Arca, como un Depósito de
la Fe, se convirtió así en un auténtico talismán que representaba la alianza de
Dios con su pueblo, cuando no la propia
encarnación material de Yahveh, ya que
era considerada una representación del Trono del Cielo de Dios en la Tierra.
Lo sorprendente de esta historia, es que mientras
el Arca peregrinó en su Templo portátil, fue fácil seguirle la pista. Sin
embargo, y como si fuera un designio divino, fue cuando estuvo segura dentro del Templo de Salomón, que desapareció.
UNA HISTORIA MUY LARGA
Su historia parece haber sido mucho más larga desde
su desaparición, es decir, cuando el
profeta Jeremías la ocultó en el monte Nebo, pero no solamente por la
cantidad de siglos que transcurrieron desde ese momento hasta el presente, sino
por la multitud de voces que señalaron haberla visto, encontrado u ocultado.
Ahora bien, si para los judíos, el Arca de la
Alianza era la representación del Trono de Dios en la tierra, bien podríamos
pensar que su desaparición puede estar enmarcada
en el mismo fenómeno que ocurrió
cuando la muerte de Jesús en la Cruz, en que “el velo del templo se rasgó”,
simbolizando que la presencia de Dios
ya no estaba más allí, como cerrando una era de espera.
Los judíos, ajenos como
están a toda la historia de la salvación que no vieron ni reconocieron, como
dice Juan, sostienen que la reaparición
del Arca de la Alianza, hoy perdida, ocurrirá milagrosamente al final de los tiempos, cuando descienda con la con la
luz deslumbrante de la Presencia Divina, luego de lo cual vendrá su Mesías
esperado.
LA RUTA DEL ARCA
En la historia del pueblo de
Israel, el Arca comienza a mencionarse después que las aguas del Mar Rojo se
abrieron para dejar pasar a los israelitas, ya libres del poder egipcio.
Hasta su llegada a Jerusalén y su instalación definitiva en el Sancta Sanctorum
del Templo de Salomón, su pista parece extraordinariamente clara.
Primero
fue llevada cerca de Jericó, luego a Gilgal, después a Siquem, donde se renovó
el pacto con Yahveh que simbolizaba el Arca y su contenido: las Tablas de la
Ley.
Tras un breve paréntesis en Betel, el Arca se quedó
durante una buena temporada en Siló, donde fue cuidada por la familia del
sacerdote Eli y desde donde fue llevada a la batalla de Afec, en la que los filisteos se apoderaron de ella y la
exhibieron después como trofeo de guerra.
Sin embargo, la felicidad de los filisteos duró
poco, pues una serie de extrañas
enfermedades se abatieron sobre ellos obligándoles a devolver el Arca a sus propietarios originales siete
meses más tarde.
Para entonces, el Arca se quedó en Bet Semes, donde murieron 70 hebreos por mirar dentro
de ella. Luego, por temor, fue exiliada a Quirat Jearim, donde fue
custodiada durante veinte años por un cierto Abinadab, hasta que el rey David se propuso llevarla a Jerusalén.
En el traslado murió un hombre, Uza, al tocar el
cofre, y se decidió que éste “descansara” en casa de Obededom de Gat. Una vez
pasado el incidente, se preparó una
tienda en Jerusalén donde estuvo el Arca hasta que Salomón terminó su Templo.
Y fue allí, curiosamente en el
lugar más seguro de todos en los que estuvo el Arca, donde se le perdió la
pista para siempre.
SANTA MARÍA DE SIÓN
Aquí entra en acción la
historia etíope, que vincula a Salomón, con la reina de Saba y el hijo de
ambos, el príncipe Menelik, quien, habiendo recibido de su padre una copia del
Arca de la alianza, temeroso de que los
babilonios de Nabucodonosor tomaran Jerusalén, habría sustituido la verdadera Arca por su copia idéntica, llevándose la
auténtica a Etiopía
Por
su parte, durante siglos la Iglesia Católica Ortodoxa Etíope ha defendido la convicción de que él Arca perdida se
encuentra actualmente en la Iglesia de Santa María de Sion. Aunque nadie
la ha visto, esa presencia fantasmal del Arca obra sobre los etíopes lo mismo
que hizo con los israelitas en el desierto: le da al pueblo etíope en
particular y a la Iglesia de África en general, su identidad como creyentes y
como elegidos por Dios para esa concesión maravillosa.
Sin embargo, las investigaciones que llegan hasta
Santa María de Sión siempre parecen rebotar con la consigna de que quien mire el Arca quedará ciego y por lo mismo, no es
posible saber si esa presencia es real o sólo fue alimentada por una
leyenda que se hizo carne en el pueblo.
La historia de Santa María de Sión, cuyas raíces se
remontan hasta el siglo IV, d.C, parece
deberse al rey Axumite, quien,
convertido al cristianismo, por dos monjes sirios náufragos, tomó el
nombre de Ezana y es considerado un santo por su promoción del cristianismo.
Fue en ese momento, en el 300 dC, que una Iglesia de Santa María fue construida en
Axum, la cual permaneció en pie durante siglos, y de eso se tiene conocimiento
por el testimonio de un fraile
portugués que afirmó ver, poco antes de ser destruida en el Siglo XVI por los
musulmanes, “una iglesia notable, de cinco naves y gran longitud y
cuyos techos y paredes estaban pintados”
Esto nos dice que Axum fue el primer reino cristiano en el mundo y el mayor fuera del
Imperio Romano.
A
finales del siglo V, el cristianismo se extendió más allá de la familia real a la población
en general a través de misioneros que huyeron del Imperio Romano de Bizancio
(Oriente).
En
1635, la destruida Santa María de Sión fue reconstruida por el
emperador Fasilidas sobre las ruinas de la iglesia anterior, y esta es la
iglesia que se encuentra hoy en día.
Tanto la destrucción como la reconstrucción de la
iglesia se ha convertido, para los etíopes, en una parte importante del
significado de su historia. Rodeado por países islámicos, varias veces
invadido, hasta el punto de que estuvo al borde de la extinción, el cristianismo ortodoxo de Etiopía se
considera a sí mismo como un bastión contra el Islam.
Santa María de Sión simboliza
las luchas y triunfos no sólo de la Iglesia sino también de la nación de Etiopía.
Los
emperadores de Etiopía eran coronados aquí y eso siguió hasta nuestros días. Hasta la
década de 1930, los criminales podían recibir refugio en el recinto de la
iglesia haciendo sonar la campana en el porche.
En 1955, para celebrar su Jubileo de Plata, el
emperador Haile Selassie fundó una nueva iglesia de Santa María de Sión junto a
la antigua, la cual fue terminada en 1964, y que, a diferencia de la original
Santa María de Sión, la nueva Basílica
de Santa María de Sión, permite la entrada a las mujeres.
Diez años después, Selassie construyó una capilla
reliquia al lado de la vieja de Santa María para celebrar los tesoros de la
iglesia, especialmente la venerada Arca
de la Alianza.
El escritor Grant Jeffrey, en “Profecías del
Armagedón”, narra una conversación con el príncipe Stephen Menghesa, biznieto del emperador Haile Selassie y
supuesto descendiente directo, por tanto, de Salomón y Menelik.
“Menghesa
refirió a Jeffrey que tras la proclamación del Estado de Israel en 1948, muchos
falashas etíopes empezaron a discutir planes para el retorno del Arca de la
Alianza a Israel y ayudar a la construcción del Tercer Templo, que
contribuiría a una auténtica atmósfera de paz y concordia, uniendo a
cristianos, judíos y musulmanes y enterrando para siempre las voces amigas de
la eterna discordia, ideal que muchos atribuyen también a la Orden del Temple.” Por lo que
sabemos, eso debe haber quedado en el tintero.
RON WYATT: ¿ILUMINADO O
FRAUDE?
El arqueólogo aficionado norteamericano Ron Wyatt, ahora fallecido, aseguró después de años de excavaciones, que
la auténtica Arca de la alianza se encuentra debajo del Monte Moriah, al que se
le llama “la pared del Calvario”.
Existen muchas cosas increíbles en el relato de
Wyatt, desde una iluminación interior
que le dijo que el Arca estaba allí, hasta la aceptación del gobierno
israelí para que empezara a cavar. Wyatt tardó dos años en llegar a lo que él
dice ser la parte baja del Calvario, porque encontró bajo el vecino monte
Moriah, un túnel que conducía a una cámara a cuarenta y ocho pies bajo la
superficie, “donde supuestamente estaba el Arca”.
Este
monte Moriah,
vecino del Calvario, fue donde Abraham
debía sacrificar a su hijo Isaac y finalmente sacrificó un cordero. Eso
anunciaba el sacrificio de Cristo.
En sus testimonios, un tanto increíbles y nunca ratificados por
testigos, Wyatt confesó haber visto el
Arca de la Alianza y haber hablado con cuatro ángeles que la custodiaban, así
como que Jesús en persona le
había agradecido lo que estaba haciendo y lo había bendecido.
Incluso mencionó que en el lado derecho del
propiciatorio del Arca, el que nunca había sido usado, había encontrado una
sustancia oscura, que, dado que se encontraba justo debajo de una grieta que
correspondía a la parte inferior del Calvario, le hizo suponer que era la
sangre de Jesús.
Al llevarla a analizar a un laboratorio israelí, y
solicitarles que hicieran un cultivo de ella, Wyatt relató que los laboratoristas se sorprendieron de que
les solicitara un cultivo de células muertas.
Sorprendentemente – claro, siempre según Wyatt –
los que analizaron la sangre, descubrieron que no tenía 46 cromosomas como las de todo el mundo, en las que 23
“XY” corresponden al padre y 23 cromosomas “X” corresponden a la madre, sino
que sólo tenía 24 cromosomas (!), 23 correspondientes a María, Su Madre y un
“Y” correspondiente al Padre celestial. Wyatt afirmaba “No existe otra sangre igual en la tierra”, lo cual es evidente.
Para más sorpresas, una vez que el cultivo estuvo
pronto, se descubrió que las células de sangre “estaban vivas”. Se le
preguntó a Wyatt de quién era esa la sangre y él contestó “Es de vuestro
Mesías”.
Siempre en el relato de Wyatt, una de las últimas veces que bajó a la
cámara, los ángeles “guardianes del
Arca”, le dijeron que el Arca sólo aparecería cuando la humanidad estuviera
por ser obligada a aceptar la marca de
la bestia.
Sorprendentemente (o no) los trabajos arqueológicos de Wyatt fueron vetados por el Gobierno
israelí antes de que culminasen. Lógicamente, de salir a la luz los
descubrimientos de Wyatt, y en el caso de que fueran ciertos, podría haberse
demostrado que Jesús era realmente el Mesías, el Hijo de Dios encarnado, cosa
que los judíos no admiten. De todas formas, esto es algo para discernir.
Pero, y esto siempre en el relato de Wyatt, parece
que, por su parte y soslayadamente, las
autoridades israelíes enviaron a seis agentes vestidos con ropa de levita
con el objetivo de retirar el Arca y trasladarla a territorio israelí.
Esos hombres, con sus walkie-talkies, su equipamiento
y todo lo concerniente al retiro del Arca, nunca regresaron.
Se le pidió a Wyatt que, puesto que él era el único
que había entrado y vuelto a salir que entrara él en el lugar para averiguar
qué le había sucedido a los agentes.
Él relata que entró efectivamente y descubrió los seis cadáveres, que
según su diagnostico, por sus conocimientos de enfermería, habían muerto de infarto bilateral, debido a
la posición cruzada de sus ojos.
OTRAS VOCES
Sin embargo, también desde tiendas protestantes se
levantan voces señalando que al ser Ron Wyatt un Adventista del Séptimo Día,
secta dominada por los masones, todo esto puede haber sido una orquestación masónica para convencer y dominar a los
cristianos.
Pero, una afirmación compatible con los supuestos o reales, “hallazgos”
de Wyatt fue la del teólogo y arqueólogo también protestante Randall Price,
quien publicó en 1993 en “Messianic Times” un artículo en el que
afirmaba que los antiguos archivos
rabínicos mencionan que el Arca fue sacada del Segundo Templo y escondida en un
lugar secreto bajo el almacén de leña del Templo.
El propio Price dice que “basándose en la
descripción histórica de la situación del almacén de leña y del conocimiento
actual de los pasillos subterráneos bajo el monte Moriah, se cree que hay un túnel que conduce a una
cámara a unos cuarenta y ocho pies bajo la superficie, que se supone alberga el
Arca”.
EL ARCA VERDADERA
Price no puede olvidar su condición de teólogo y
por eso habla de Cristo como nuestro
propiciatorio. El, parafraseando a otro teólogo protestante, John
MacArthur, cita un versículo de Juan, 20,12, en el que se menciona lo que vio
María Magdalena al asomarse a la tumba vacía.
Lo que María vio, dice Price, según observó MacArthur, fue el nuevo
propiciatorio, el propiciatorio perfecto. Ella observó a “dos ángeles, sentado cada uno en cada
extremo de la losa que había tenido el cuerpo quebrantado de nuestro Señor”.
Esa escena nos remite al Arca de la Alianza, ¡donde dos querubines se
cernían sobre su propiciatorio salpicado de sangre de cordero!
Y la conclusión de Price es la siguiente:
“El Arca ya
no es necesaria. Jesús ha cumplido todo lo que el Arca representaba. Él
era Dios hecho carne. Él representó la obediencia completa a la Ley,
perfeccionándola y convirtiéndose en la fuente de nuestra salvación (Heb.
5:8-9). Su sangre fue derramada por nuestros pecados, y Su victoria está
atestiguada por el hecho y el poder de Su Resurrección. Así como el Arca fue
diseñada para ser un símbolo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo,
Jesús es la máxima expresión del amor, cuidado y presencia de Dios. Él es
nuestra Arca. Él es nuestra Ley. Él es nuestro Maná. Él es nuestra Vara
Florecida. Y, gracias a Dios, Él es nuestro Propiciatorio.
MARÍA: LA NUEVA ARCA DE LA ALIANZA
Sin dejar de compartir lo que Price dice en relación a Cristo, lo que
estas personas no saben, tal como no lo sabe ningún protestante sobre la
tierra, pero sí sabemos los católicos, es que el Arca de la Alianza no
es Cristo, cómo dice Price, como tampoco las Tablas de la Ley eran el Arca.
El Arca era el recipiente de la Palabra
de Dios y está personificada, desde la Anunciación, o sea, desde la Encarnación
del Hijo de Dios, en la Santísima Virgen María.
Citaremos a continuación un artículo muy
interesante publicado por Enciclopedia Católica Mercabá,
en la cual se mencionan los paralelismos
existentes entre la primera Arca y la definitiva, la mencionada en el
Apocalipsis, la Madre de Dios.
“Un tema bastante indispensable para entender que
significa la Santísima Virgen Maria para nosotros los católicos, es el de La
Nueva Arca de la Alianza. A través de este tema se puede fácilmente ver como el Arca del Antiguo Testamento queda representada en el Nuevo Testamento
en la Santísima Virgen María y
el motivo por el cual debe ser honrada y respetada, cosa que en la actualidad
solamente se hace en la Iglesia Católica y por esto somos objeto de crítica y
blasfemia por los protestantes y sectarios.
Decimos que María
es el Arca de la Alianza porque ella misma tuvo a Cristo, la Palabra de Dios,
en su vientre durante
nueve meses, al igual que el Arca en el AT contenía la Palabra de Dios escrita
en piedra. Comprendiendo esto, podremos entonces estar más cerca de entender el
resto de los dogmas marianos.”
En el Antiguo Testamento, el Arca aparecía y
desaparecía, volviendo a aparecer. Pero después de ser depositada en el Templo
de Jerusalén, definitivamente, los
judíos actuales y muchos evangélicos, esperan que aparezca tal como fue construída, olvidando de que esa Arca era
figura premonitoria de la verdadera y definitiva Arca.
Contrariamente a lo esperado por ellos, nosotros,
los católicos, creemos que sí volvió a
aparecer, llevando a Cristo, la Palabra, en su vientre. Y al ser asunta
al Celo, María, nueva y eterna Arca de la Alianza, volvió a desaparecer.
Pero en
Apocalipsis 11,19, se profetiza su nueva y definitiva reaparición siendo
presentada como María, la Madre de Jesús.
“En ese momento se abrió el
Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de su Alianza,
y hubo rayos, voces, truenos y un temblor de tierra, y cayó una fuerte
granizada. Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida de sol,
con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba
embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz (…)”
Remarca Mercabá:
“Algunos
evangélicos sostienen que la mujer coronada con las estrellas de este pasaje es
Israel y que las 12 estrellas representan a las 12 tribus y afirman que la
mujer no es María.
El problema es que esta interpretación no coincide
con el Apocalipsis, que dice claramente que sus hijos son quienes “poseen el
testimonio de Jesús” (Ap.12, 17), algo
que los hijos de Israel de hecho no “poseen” y que, sin embargo, los
hijos de María poseen con toda seguridad y que esa realidad comenzó con Juan al
pie de la cruz cuando Jesús le presentó a María como madre (Jn.19, 26).”
Ahora, vamos a presentar, en este Cuadro, la
extraordinaria comparación que hace Mercabá, para justificar, por medio de la
Palabra, la afirmación de que María es
la nueva Arca de la Alianza.
Por todo esto, nosotros, los católicos, hijos
fieles y devotos de María, volvemos a leer una y otra vez y repetimos con gran
alegría y Fe:
“Proclama
mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
porque ha mirado la humillación de Su esclava. Desde ahora, todas las
generaciones me llamarán bienaventurada”
Y por 20 siglos la Iglesia Católica lo ha
proclamado: Santísima María, Madre de Dios y Madre nuestra, sí, bendita eres
entre todas las mujeres.
Fuentes:
- http://es.slideshare.net/JuanEgidio/descubrimiento-del-arca-de-la-alianza-po-ron-wyatt
- Randall Price, Searching for the Ark of the
Covenant: Latest Discoveries and Research (Eugene, Oregon: Harvest House
Publishers, 2005), p. 142.
- http://www.mercaba.org/ARTICULOS/M/Maria%20Arca%20de%20la%20Alianza.doc
Escrito por María de los
Ángeles Pizzorno
De Uruguay, Escritora, Ex Secretaria retirada
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