El papa emérito desmiente personalmente
afirmaciones de que haya algo aún por publicarse.
Por: Sergio Mora | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 de mayo de 2016).- La oficina de prensa de la Santa Sede en un comunicado emitido este sábado desmiente que el Tercer mensaje de Fátima no haya sido enteramente publicado.
Por: Sergio Mora | Fuente: ZENIT (https://es.zenit.org)
(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 21 de mayo de 2016).- La oficina de prensa de la Santa Sede en un comunicado emitido este sábado desmiente que el Tercer mensaje de Fátima no haya sido enteramente publicado.
Señala que “algunos artículos publicados
recientemente atribuyen al profesor Ingo Dollinger declaraciones según las
cuales el cardenal Joseph Ratzinger, después de la publicación, en junio del
año 2000, del Tercer secreto de Fátima, le habría confiado que dicha
publicación no era completa”.
Para dar una respuesta exhaustiva sobre esas declaraciones se le ha
preguntado al papa emérito, quien se encuentra retirado en vida de oración en
el monasterio Mater Ecclesiae en el Vaticano.
Benedicto XVI quien tras renunciar a su pontificado raramente es visto
en público y nunca antes había realizado declaraciones, en este caso responde
con suma claridad que “no ha hablado nunca con el
profesor Dollinger acerca de Fátima” y afirma rotundamente que las
frases atribuidas al profesor Dollinger sobre ese tema son “pura invención,
absolutamente no verdaderas”.
Más aún, para que no pueda quedar duda alguna Benedicto XVI “reitera decididamente” que “la publicación del Tercer secreto de Fátima es
completa”.
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE
DE FÁTIMA
Publicamos a continuación el texto completo del
Mensaje de Fátima que recibieron los tres pastorcitos en Cova de Iria,
Portugal, en 1917, publicado en la web de la Santa Sede.
La
primera y segunda parte del Mensaje de Fátima
“La primera fue, pues, la visión del infierno.
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego
que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y
las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma
humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas
mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados,
parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni
peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía
estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y
asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a
nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de
llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que
hubiésemos muerto de susto y pavor.
Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra
Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
— Visteis el infierno a donde van las almas de
los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán
muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de
ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una
noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os
da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del
hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla,
vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión
reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se
convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo
guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo
Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi
Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se
convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.
Tercera
parte del secreto de Fátima.
Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo
ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y
de la Santísima Madre vuestra y mía.
Después de las dos partes que ya he expuesto,
hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un
Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas
que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el
esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él;
el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia,
Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: «
algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él » a
un Obispo vestido de Blanco « hemos tenido el presentimiento de que fuera el
Santo Padre ». También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas
subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos
toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de
llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con
paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los
cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado
de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que
le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo
murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas
personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los
dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de
cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban
con ella las almas que se acercaban a Dios.
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