martes, 3 de mayo de 2016

PARA ESO ESTAMOS LOS AMIGOS…


Un buen amigo se alegra y es feliz dando todo por los demás.


Hace tiempo al estar en mi casa, siendo como las 11:00 de la noche, recibí la llamada telefónica de un muy buen amigo mío. Me dio mucho gusto su llamada y lo primero que me preguntó fue: ¿cómo estás? Y sin saber por qué le contesté: “solísimo”.

¿Quieres que platiquemos? Le respondí que sí y me dijo: ¿quieres que vaya a tu casa? Y respondí que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba tocando a mi puerta.

Yo empecé y hablé por horas y horas, de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas, y él atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día, yo estaba totalmente cansado mentalmente, me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara y que me apoyara y me hiciera ver mis errores, me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo: bueno, pues me retiro tengo que ir a trabajar.

Yo me sorprendí y le dije: pero porque no me habías dicho que tenías que ir a trabajar, mira la hora que es, no dormiste nada, te quite tu tiempo toda la noche. Él sonrió y me dijo: no hay problema para eso estamos los amigos. Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así.

Lo acompañé a la puerta de mi casa… y cuando él caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos: oye amigo, y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?. El regresó y me dijo en voz baja: es que te quería dar una noticia…y le pregunté: ¿qué pasó? Y me dijo… fui al doctor y me dice que mis días están contados, tengo un tumor cerebral, no se puede operar, y solo me queda esperar… yo me quedé mudo… él me sonrió y me dijo: que tengas un buen día amigo… se dio la vuelta y se fue…

Paso un buen rato para cuando asimilé la situación y me pregunté una y otra vez, porque cuando él me preguntó ¿cómo estás? me olvidé de él y sólo hablé de mí. ¿Cómo tuvo la fuerza de sonreírme, de darme ánimos, de decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación?… esto es increíble… desde entonces mi vida ha cambiado, suelo ser más crítico con mis problemas y suelo disfrutar más de las cosas buenas de la vida, ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.. por ejemplo él… todavía vive y procuro disfrutar más el tiempo que convivimos y platicamos, sigo disfrutando de sus chistes, de su locura, de su seriedad, de su sabiduría, de su temple, de mi amigo…

Recuerda el Evangelio: “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”.

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