San Miguel, cuyo nombre
significa ¿Quién como Dios?, es el príncipe de los ángeles fieles que se
oponían a Lucifer y sus seguidores en su rebelión contra Dios. Dado que el
diablo es el enemigo jurado de la santa Iglesia de Dios, San Miguel se le da a
ella por Dios como su protector especial contra las agresiones y estratagemas
del demonio.
Varias apariciones de este
poderoso ángel han demostrado la protección de San Miguel sobre la Iglesia.
Podemos mencionar su aparición en Roma, donde San Gregorio Magno lo vio en el
aire envainar su espada, para señalar el cese de una peste y el apaciguamiento
de la ira de Dios. Otra aparición a San Ausbert, obispo de Avranches, en
Francia, llevó a la construcción de Mont-Saint-Michel, en el mar, un famoso
lugar de peregrinación. El 8 de mayo sin embargo, se recuerda otra maravillosa
aparición que se producen cerca de Monte Gargano en el Reino de Nápoles.
Aquel
Ángel que el Señor envió al profeta Daniel para informarle del tiempo preciso
en que había de nacer el Mesías, y para instruirle en otros grandes misterios
de la religión,
hablando con él de lo que al fin de los tiempos había de suceder para probar la
fidelidad de los escogidos de Dios, le dijo que entonces se levantaría el gran príncipe Miguel,
protector de los hijos del pueblo del Señor. (Dan.12)
Habiendo, pues, señalado Dios por protector de su Iglesia al mismo que lo había sido de
la sinagoga, quiso manifestar a los fieles con señales sensibles cuánto
valía esta protección, y por medio de diferentes apariciones del Arcángel San
Miguel moverlos a que le profesasen la más tierna devoción, y a que le rindiesen
el más solemne y más religioso culto.
De todas las apariciones de
San Miguel, la más célebre es la que se hizo en el Monte Gárgano, llamado hoy
Monte del Santo Ángel, en la provincia Capitanata del reino de Nápoles. Pero en
realidad fueron 4 apariciones a través de los siglos.
PRIMERA APARICIÓN DE SAN
MIGUEL SOBRE EL MONTE GARGANO, 8 DE MAYO DEL AÑO 490
Poderosa y majestuosa se eleva hacia el cielo
luminoso la cima rocosa del Monte
Gargano, dominado con soberbia las colinas que le rodean. A sus pies
ondea el Mar Adriático, con su inmensa belleza azul. Hasta el siglo quinto, la cima estaba recubierta de un bosque tupido e
ignorada por todo el mundo.
Pero
en el año 490
nació la aurora de su inmortal gloria, Su fama sobrepasó los confines de Italia, resonó en todo el mundo y
comenzó a atraer a sí Papas, Emperadores, Príncipes reinantes, nobles y pueblo
de todas las naciones. ¿Qué sucedió?
Leamos la narración original del antiguo libro del
“Liber pontificalis” de la Curia
Romana.
Bajo el gobierno del Papa Felice y del Emperador
Zeno, un día de aquel siglo tan lejano, a un noble y muy rico señor del Monte Gargano, que se llamaba
también Gargano y era el propietario de aquella montaña, desapareció su toro más bello de grandeza
superior.
Después de tres días de búsqueda, decidió ir
personalmente a buscarlo. Después de algunas horas de una búsqueda angustiosa, con gran estupor encontraron a la bestia de
rodillas en la entrada de una caverna inaccesible. El patrón, viendo la
imposibilidad de salvarlo, quiso matarlo con una flecha envenenada. Pero ante
la maravilla de todos, la flecha
regresó e hirió a quien la había lanzado. El patrón cayó sangrando al
suelo y los siervos asustados lo fajaron de prisa y lo llevaron a su casa en
Siponto, que actualmente es una fracción de Manfredonia.
La
noticia de lo ocurrido se divulgó rápidamente en el pueblo y se convirtió en el único objeto de
las conversaciones. Bajo la impresión de este extraño hecho, todos fueron a
visitar al Obispo San Lorenzo Maiorano,
primo del emperador Zanone, para consultarle.
El Santo Obispo, después de una breve reflexión
ordenó que toda la población haga ayuno
y oraciones durante tres días, para encontrar gracia ante Dios y para conocer
el significado de dicho prodigio. Al alba del tercer día, que fue
precisamente el 8 Mayo del año 490, el
santo prelado, sumergido en su oración nocturna, de repente vio ante sí a un
Ángel más esplendoroso que el Sol que iluminó el ambiente y le dijo:
“Yo soy el Arcángel Miguel que
continuamente está la presencia de Dios. Deseando que este lugar se venere en
toda la tierra y sea privilegiado, quise probar con ese acontecimiento
insólito, que todo lo que se obra en este lugar, sucede por Voluntad Divina. Es
Dios que me ha constituido Protector y Defensor de este lugar”.
A
la mañana siguiente el Obispo comunicó el celestial mensaje a los
habitantes de Siponto. El pueblo, lleno de alegría y de gratitud por dicha
aparición, bajo la guía de San Lorenzo Maiorano se encaminó en una devota procesión hacia la cima del Gargano para
venerar la caverna milagrosa.
Cuando regresaron a Siponto veían con alegría la prodigiosa curación del Señor Gargano
y se congratulaban con él por el santo privilegio concedido por el Cielo, de
tener en sus tierras el Palacio Real terrenal del Gran Príncipe San Miguel Arcángel.
El
Santuario de San Miguel en el Monte Gargano se convirtió en una importante meta
de peregrinación y contribuyó a la difusión de la devoción al
Arcángel y tuvo ecos en otros lugares de la Cristiandad.
En Roma, por ejemplo, cien años después de la
aparición en el Gargano, el papa San
Gregorio I atajó la peste que se había declarado mediante la invocación de San
Miguel, a quien había visto en lo alto del mausoleo de Adriano
blandiendo una espada.
En la Edad Media el lugar se convirtió en
fortaleza: el famoso e inexpugnable Castel Sant’Angelo. En el siglo VIII, el obispo de Avranches en Normandía hizo construir un
santuario después de tener también por tres veces la visita de San Miguel.
También fue escogido un promontorio: el que se alza frente a la costa normando-bretona y se
convierte en isla debido al fenómeno de la pleamar, llevando el célebre
nombre de Mont Saint-Michel, que alberga aun hoy una magnífica abadía con su
imponente castillo.
El
monte Gargano fue aún escenario de prodigios al aparecerse nuevamente el
Arcángel para detener una terrible plaga desatada en 1656.
Foco de gran espiritualidad, no es casual que en sus proximidades se erija
el convento de San Giovanni Rotondo, donde se santificó el Padre Pío de
Pietrelcina.
La
gran sueca, Santa Brígida visitando la Gruta de San Miguel, en uno de sus
éxtasis oyó el canto celestial de los Ángeles, el cual terminó con la dolorosa y profética
visión de la decadencia de su culto.
Transcribo fielmente las palabras angélicas:
“Bendito
seas oh Señor, por habernos creado como vuestros mensajeros, y como apoyo del
hombre, del cual nos confiaste la custodia.
¡Hacia el hombre Tú nos enviaste Sin ni siquiera privarnos de Vuestra Visión!
Haz visible la dignidad, con la cual Tú nos has revestido, para que se aprenda a tomar en cuenta nuestro ministerio: ¡aunque aquí, también hoy este Santuario declina, y los del lugar parece que prefieren, en vez de nosotros, a los ángeles sin luz!”.
¡Hacia el hombre Tú nos enviaste Sin ni siquiera privarnos de Vuestra Visión!
Haz visible la dignidad, con la cual Tú nos has revestido, para que se aprenda a tomar en cuenta nuestro ministerio: ¡aunque aquí, también hoy este Santuario declina, y los del lugar parece que prefieren, en vez de nosotros, a los ángeles sin luz!”.
Una aguda tristeza llenó el corazón de Santa
Brígida que aumentó desmesuradamente cuando, apareciéndosele Jesús le dijo:
“Los ingratos se darán cuenta
de la pérdida que hacen al olvidarse de los Ángeles, en la hora de la prueba”.
La
misa del 8 de mayo en honor a la Aparición del Arcángel San miguel en el Monte
Gargano es otra de las ilustres víctimas de la primera poda que sufrió el Misal
Romano ya antes de las reformas post-conciliares. El nuevo código
de rúbricas de Juan XXIII la relegó al apartado de las misas pro aliquibus
locis al igual que la misa de la Invención de la Cruz (3 de mayo) y la de San
Juan ante Portam Latinam (6 de mayo), que abrían espléndidamente el mes de las
flores. El motivo era la duplicación de fiestas de un mismo titular. El Arcángel San Miguel, en efecto, es
conmemorado también el 29 de septiembre. Sin embargo, mientras esta
fiesta recuerda también a todos los espíritus angélicos, la del 8 de mayo era
peculiar del gran príncipe de las huestes celestiales.
SEGUNDA APARICIÓN DE SAN
MIGUEL ARCÁNGEL SOBRE EL MONTE GARGANO, 19 DE SEPTIEMBRE DEL AÑO 492
Odoacre,
rey de los Erulos, viendo la paz y el bienestar tranquilo de Sipondo
bajo el sabio gobierno del Santo Obispo San
Lorenzo Maiorano, decretó soberbiamente la conquista. Los habitantes de
Siponto recurrieron nuevamente al consejo de su Obispo.
Lleno
de confianza con la ayuda del Príncipe Celestial, San Lorenzo ascendió
nuevamente al Monte sagrado.
Entre
lágrimas y gemidos suplicó a San Miguel por su protección. Llegó el mes
de Septiembre: los godos, seguros de su propia fuerza, intimidan a los
sipontines para que se rindan. Entonces San
Lorenzo ordenó nuevamente tres días de ayuno y de oración. Aconsejó a
sus Capitanes que obtengan del Rey Odoacre tres días de tregua. Todos
redoblaron las súplicas y penitencias en honor de San Miguel.
Al alba del 19 de
Septiembre, San Lorenzo fue a la Iglesia de Santa María, antigua catedral
de Siponto. Sumergido en una profunda oración, vio que se le apareció
nuevamente el Príncipe Miguel, que ordenó al santo Obispo que ataque a los
godos en la hora cuarta del día. Diciendo esto, desapareció.
En
la hora establecida, rayos, truenos, terremotos, obscuridad impidieron la
avanzada del enemigo. Los godos, temblorosos, sin perder un minuto, buscaron la salvación en la fuga, abandonando
todo en el campo.
Los
pocos que escaparon a los flagelos del Cielo fueron perseguidos y vencidos por
los sipontines.
Para agradecer convenientemente por esta estrepitosa y milagrosa victoria, San
Lorenzo dirigió una nueva procesión a
la sagrada Caverna sobre la cima del Monte Gargano.
TERCERA APARICIÓN DE SAN
MIGUEL ARCÁNGEL SOBRE EL MONTE GARGANO, 29 DE SEPTIEMBRE DEL 493
Para
festejar devotamente el tercer aniversario de la aparición de San Miguel, el santo prelado subió en una alegre procesión con todos los fieles a la
cima del Gargano.
Cuando llegaron a la Gruta, nadie se atrevía a
entrar por santo temor y reverencia, y después de un breve descanso, todos
regresaron a Siponto. Para actuar en todo según el plan del Cielo, San Lorenzo decidió pedir consejo al Santo
Padre Gelasio I sucesor del Padre Felice por la cuestión de la consagración de
la gruta.
El Papa Gelacio I dio orden a
siete Obispos de los alrededores que se reúnan en Siponto y que con tres días
de oraciones comunitarias y ayuno, suplicaran al Arcángel Miguel que se
digne manifestar la Voluntad de Dios con respecto a la consagración de la
Sagrada Gruta.
San Miguel acogió dichas súplicas humildes y
confiadas y en la noche del tercer día, rodeado de una luz radiante, el Príncipe Celestial se apareció por tercera
vez a San Lorenzo y dijo:
“No es necesario que ustedes
consagren esta gruta, porque yo elegí a mi palacio real, yo mismo lo he
consagrado con asistencia, elevadas oraciones y celebrado el santo sacrificio,
para comunicar al pueblo. Es a mí que me corresponde manifestar como he
consagrado este lugar”.
A
la mañana siguiente San Lorenzo narra a los Obispos y al pueblo la nueva visión
y el mensaje celestial del Arcángel. Con el corazón lleno de júbilo, Obispos y fieles
entre oraciones y cantos, van en procesión hacia la cima, como cuenta el Código
Vaticano.
Algunos de los Obispos tenían una edad muy avanzada
y San Miguel quiso ir al encuentro de ellos con un gesto de exquisita cortesía.
Por lo tanto mandó a cuatro águilas de
una grandeza desmesurada: dos de ellas con las alas desplegadas defendían a los
peregrinos de los rayos del sol, y las otras agitaban como si fueran un abanico
las alas procurándoles una agradable frescura a los Obispos y al pueblo.
Pero otros grandes y nuevos prodigios esperaban a los santos Obispos en
el ingreso de la Caverna sagrada.
En la gruta sobre un bloque de piedra
encontraron una huella de San Miguel. Un altar preparado por San Miguel y recubierto con un palio purpurino. El
altar tenía en el centro una cruz de un cristal purísimo.
Todo
testimoniaba en la gruta que su consagración fue hecha divinamente. Entonces San
Lorenzo presentó a Dios el primer Santo Sacrificio en presencia de todos los
Obispos y de todo el pueblo.
Podemos creer plenamente que en esta solemnidad estuvo presente también la gloriosa Reina de
los Ángeles para renovar su ofrecimiento al Eterno Padre, como hacía en
aquel siglo tan lejano sobre el Monte Calvario. Quien mejor que Ella podía
agradecer a la Santa Trinidad
por los favores concedidos a esta parte de la tierra, unidos con las olas del
mar en la tierra Santa.
LA CUARTA APARICIÓN DE SAN
MIGUEL ARCÁNGEL SOBRE EL MONTE GARGANO, 22 DE SEPTIEMBRE DE 1655
En
el año 1655 se desató la peste en todo el Reino de Nápoles. Foggia casi se
despobló y la muerte negra obró despiadadamente también entre los habitantes del
Monte Gargano. El peligro para
Manfredonia y en Monte S. Angelo fue grande. El Obispo, Mons. Giovanni Alfonso
Puccinelli, constatada la ineficacia de los medios humanos, recurrió a la poderosa protección e intercesión de San
Miguel Arcángel.
Por
lo tanto fue en un devoto peregrinaje penitencial con el clero y con el pueblo
a la Sagrada Gruta. Después de largas oraciones, lágrimas y gemidos, al alba del 22 de Septiembre, el Obispo vio
aparecer al Arcángel en un enceguecedor esplendor, y dijo al Obispo:
“Sepa oh pastor de estas
ovejitas, que he obtenido de la Santísima Trinidad que cualquiera que utiliza
con verdadera devoción las piedras de mi gruta, alejará de su casa, de la
ciudad y de cualquier lugar la peste, narrad a todos esta gracia divina.
Vosotros bendeciréis las piedras, esculpiendo sobre ellas la señal de la cruz
con mi nombre”.
Como perpetúa memoria de este grande y nuevo
prodigio y como perenne gratitud a San Miguel el pueblo del Monte S. Angelo erigió un obelisco sobre la antigua plaza de
la ciudad, que todavía existe, como recuerdo de este hecho histórico,
con la siguiente inscripción:
“Al
Príncipe de los Ángeles, vencedor de la peste, patrón y tutelar monumento de
eterna gratitud, Alfonso Puccinelli”.
Fuentes:
- https://www.catholiccompany.com/quien-es-san-miguel-arcangel-i32948/
- https://magnificat.ca/cal/en/saints/apparition_of_saint_michael_the_archangel.html
- http://www.traditionalcatholicpriest.com/2015/05/08/st-michael-archangel-apparition-monte-gargano-may-8/
- http://taylormarshall.com/2011/05/st-michaels-apparition-on-mount-gargano.html
Foros de la
Virgen María
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