martes, 12 de enero de 2016

EXCLUSIVO, Cartas Inéditas de la Vidente de La Salette [sobre sus Profecías]


Por primera vez en español.

En 1846 se produjo, a dos niños pequeños, en la hoy famosa montaña de La Salette, una de las apariciones más proféticas aprobadas por la Iglesia, la Virgen de La Salette

Lo que se ha publicado sobre los secretos de La Salette muestra que sus profecías no eran sólo para esa época histórica, incluso porque se habla del año 2000.

Por eso hoy es importante profundizar sobre el alcance de esas profecías, y entonces publicamos unos materiales inéditos en español sobre las aparición y las profecías de La Salette.

La Salette se sitúa en la parte occidental de los Alpes, que dividen a Francia del Piamonte en Italia. La ciudad más cercana a La Salette es Corps y pertenece a la diócesis de Grenoble. La Gran Cartuja estaba en esa vecindad.

RESUMEN DE LA APARICIÓN

Dios, como de costumbre, elige a los débiles y humildes para vencer a los fuertes y elige a los pobres e ignorantes para confundir a los sabios.

Un muchacho pastor, de sólo once años y un tímida jovencita de catorce, se hicieron de pronto famosos en Francia, Italia, Europa y en todo el mundo católico. Sus nombres, Peter Massimin Giraud y Frances Melanie Mathieu, ambos mejor conocidos por sus segundos nombres, Massimin y Melanie. Ambos, nativos de Corps.

Melanie fue contratada para ayudar al muchacho en el cuidado del ganado del padre de Massimin, en la montaña de La Salette.

Los dos estaban en este humilde trabajo aquel sábado 19 de septiembre de 1846. Esa fecha es la víspera de la Fiesta de los Siete Dolores de la Santísima Virgen María. Eran entre las dos y tres de la tarde cuando, ambos, vieron la maravillosa aparición.

Una dama rodeada por una luz brillante, se hallaba sentada en una piedra, cerca de una fuente seca. Su actitud era de profunda pena. Ante este inesperado espectáculo, los niños quedaron llenos de estupor y asombro.

Melanie deja caer al suelo su bastón de pastorcita; pero el pequeño Massimin, naturalmente más valiente, se mantuvo firme, de pie. Le dijo a Melanie que levantara el báculo de inmediato, para que pudieran defenderse en caso de necesidad.

En ese momento la hermosa dama desconocida se puso de pie, cruzó los brazos sobre el pecho y les habló:

“acérquense, hijos míos; no tengan miedo. Yo estoy aquí para comunicarles a ustedes grandes cosas por venir”.

Tranquilizados por su gentil actitud, sus amorosas palabras y sus amables maneras, los niños se movieron unos pasos hacia la dama.

También ella se les acercó y colocándose entre ambos, y mientras derramaba abundantes lágrimas les dijo:

Si mi pueblo no obedece los mandamientos de Dios, me veré obligada a dejar libre el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y pesa tanto que ya no puedo frenarlo. Hace mucho tiempo que estoy sufriendo por ustedes. Si quiero evitar que mi hijo los abandone, debo orar sin cesar…

Sin embargo, ustedes no toman en cuenta nada de esto. Todo lo que sea que hagan, nunca será capaz de superar toda mi solicitud por ustedes. Dios les ha dado seis días de trabajo, reservando el séptimo para que lo dediquen a Su Honra, y sin embargo ni esto alcanzan a darle. He aquí lo que hace tan pesado el brazo de mi Hijo.

Los conductores del pueblo confunden el alto el nombre de mi Hijo con sus propios juramentos. Si la cosecha se echa a perder, es por su propia culpa.

El año pasado quise hacerles entender esto por la podredumbre de las patatas; pero ustedes no prestaron la más mínima atención. Muy por el contrario, cuando se enteraron de sus patatas estropeadas, blasfemaron, y mezclaron el nombre de mi Hijo con sus maldiciones.

Sus patatas se pudrirán tan rápido que no tendrán nada para Navidad. Los gusanos destruirán el trigo; lo poco que crecerá se reducirá a polvo. Una gran hambruna vendrá. Sus castañas serán saqueadas y sus uvas se echarán a perder”.

Después de estas palabras, la Santísima Virgen se volvió hacia Massimin. Le confió un secreto. Lo mismo hizo después con Melanie.

Mientras ella hablaba a uno, el otro podía ver sus labios moverse, pero no podía oír sus palabras. Ella ordenó a cada uno, por separado, a que mantuviesen inviolable su secreto. Ambos prometieron hacerlo así.

La Santísima Virgen les dijo en común algunas otras palabras amorosas que por razones de brevedad, omitimos. Luego dijo dos veces:

“Bueno, mis hijos, hagan conocer estas cosas a toda mi gente”.

Luego la señora comenzó a caminar hacia el lugar donde pastaba el ganado, seguida por los dos niños. Ellos observaban cómo sus pies tocaban el suelo como si fuesen una brisa ligera, como un luminoso zafiro, pisaban sólo la parte superior de la hierba verde.

Entonces ella empezó a elevarse, lentamente en el aire. Miró hacia el cielo, luego miró de nuevo hacia la Tierra. Gradualmente empezó a desaparecer, primero su cabeza. Luego sus brazos, por último sus pies. Ella dejó tras de sí, por un breve momento, un halo brillante.

Estos niños privilegiados describen así a la Divina Señora:

Tenía en sus pies zapatos blancos, adornados alrededor con rosas. Llevaba un vestido blanco también, orlado con perlas. Usaba un delantal amarillo, sobre los hombros y alrededor de su cuello lucía un pañuelo blanco o pequeño chal. La vieron peinada con rodete alto, contenido por una corona de rosas.

Sostenido por una pequeña cadena que colgaba de su cuello estaba un crucifijo que descansaba sobre su pecho. Se veían un par de pinzas de la derecha, y un martillo en la izquierda; desde el extremo de la cruz colgaba de una cadena más grande.

En su mano sostenía un pañuelo común ribeteado con rosas. Su rostro era alargado, bellísimo y tan resplandeciente que no se podía fijar la mirada en él.

La Santísima Virgen habló mucho más tiempo a Melanie que a Massimin.

Como es de esperarse en este tipo de acontecimientos tan extraordinarios, los dos niños fueron sometidos a examen y a la más minuciosa investigación. En su simple ingenuidad, se constató que eran coherentes e inflexibles en el relato de los hechos. Nadie pudo, ni con promesas ni con amenazas, inducirlos a revelar sus respectivos secretos.

Melanie en especial llamó la atención, a causa de su prolongado coloquio con la Gran Reina del Cielo y porque además ella parecía más profundamente impresionada con la solemnidad sagrada de la aparición.

LOS MENSAJES SECRETOS

A partir de ese momento los niños fueron colocados bajo el cuidado de maestros religiosos, piadosos y prudentes. En julio de 1851, Monseñor de Bruillard, el venerable obispo de Grenoble, logró persuadir a Melanie y Massimin de escribir en privado sus respectivos secretos, para enviarlos en dos cartas selladas distintas al Papa.

Los reverendos Rousselot y Gerin, sacerdotes de la diócesis, fueron comisionados por el obispo para transmitir estos dos misteriosos mensajes a su Santidad, quien los recibió con gran amabilidad.

El Papa leyó las dos cartas en presencia de los dos eclesiásticos. Pareció particularmente impresionado con la larga carta de Melanie. Pero sólo pronunció estas palabras:

“Hay castigos para Francia; pero Alemania, Italia, y muchas otras naciones, son por igual culpables.”

Los mensajes secretos pueden leerse en estos dos posts


Pocos años después, Melanie abrazó el estado religioso en Francia. Por Napoleón fue exiliada a Inglaterra, donde cumplió su vocación entre las monjas carmelitas descalzas, con el nombre de Sor María de la Cruz, Víctima de Jesús. Vivió en el convento en Darlington cerca de Durham, diócesis de Hexam, norte de Inglaterra. Años después regresó a Francia. Durante algún tiempo vivió en el Convento de la Providencia en Marsella, cuando se vio obligada a abandonarla, se mudó a Castellamare, cerca de Nápoles, Italia.

Desde allí escribió una carta profética muy importante para su madre (que publicamos abajo), que ha sido autenticada por el cura de Corps, cerca de La Salette.

Melanie fue profesora de cinco o seis niñas bajo obediencia inmediata del Obispo de Castellamare di Stabia, una ciudad a unas dieciocho millas de distancia de Nápoles.

Allí tuvo visiones muy frecuentemente, y a menudo ella estaba en unión espiritual con Palma María d’Oria [Sor Palma Maria Addolorata Matarelli D’Oria (1825-1872)] a quien nunca vio de una manera ordinaria. A través de la bilocación u otras formas sobrenaturales, hablan juntas casi todos los días, a pesar de vivir a gran distancia una de la otra.

Palma María estuvo, durante muchos años, confinada su pobre habitación por sufrimientos extraordinarios. Esta santa mujer habló mucho de Melanie a un sacerdote francés, el abad Brandt, y Melanie hizo lo mismo con él acerca de Palma Maria D’Oria. Estos son, de hecho, marcas de santidad.

CARTAS INÉDITAS DE MELANIE

Acá presentamos por primera vez en español cartas inéditas de Melanie que permiten ahondar más en las Profecías de La Salette.

Es tan claro y llano lo que dice Melanie que no consideramos pertinente hacer un comentario de ellas, solo recomendamos leerlas.

CARTA DEL 22 DE SEPTIEMBRE 1871

Grandes castigos sobrevendrán, porque los hombres no se convierten; sin embargo, sólo su conversión que puede detener estos flagelos. Dios comenzará a golpear a los hombres infligiendo castigos más ligeros con el fin de abrir los ojos.

Él puede detenerse o puede repetir sus anteriores advertencias para dar lugar al arrepentimiento.

Pero los pecadores no hacen uso de estas oportunidades. En consecuencia, enviará castigos más graves, con ansias de mover a los pecadores a la penitencia, pero todo será en vano.

Por último, la obstinación de los pecadores hará caer sobre sus cabezas las mayores y más terribles calamidades.

EXTRACTO DE UNA CARTA DE 16 DE JUNIO DE 1872

¡Todos somos culpables! No se hace penitencia, y se incrementa el pecado diariamente. Los que deben adelantarse para hacer el bien son restringidos por el miedo. El mal es grande. Un castigo moderado sólo sirve para irritar los espíritus, porque consideran todas las cosas con ojos humanos.

Dios puede hacer un milagro para convertir y cambiar la faz de la Tierra sin aplicar su disciplina. Dios obrará un milagro: será un golpe de su misericordia. Pero después que los impíos se hayan embriagado a sí mismos con sangre, el flagelo deberá llegar.

¿Qué países serán preservados? ¿Dónde iremos en busca de refugio? Yo, a mi vez, pregunto: ¿Cuál es el país que observa los mandamientos de Dios? ¿Qué país no está influenciado por el miedo humano cuando el interés de la Iglesia y de la gloria de Dios están en juego?

A menudo he pensado ¿dónde podríamos ir en busca de refugio, teniendo los medios para el viaje y para nuestra subsistencia? Pero pronto renuncio a estos pensamientos inútiles. ¡Somos muy culpables! A consecuencia de esto, se hace necesario un muy grande y terrible flagelo que venga a revivir nuestra fe, y a devolvernos la razón, que hemos perdido por completo.

Los hombres malvados son devorados por la sed de ejercer su crueldad; pero cuando hayan llegado al punto sumo de su barbarie, Dios mismo extenderá su mano para detenerlos, y muy poco después, se efectuará un cambio completo en todas las personas que sobrevivan.

Entonces van a cantar el Te Deum Laudamus con la más viva gratitud y amor. La Virgen María, nuestra madre, será nuestra liberadora. La paz reinará, y la caridad de Jesucristo ha de unir todos los corazones…

Dios no quiere castigarnos tan severamente. Nos habla de muchas, muchas maneras para que nos volvamos a Él. ¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo tercos?

Oremos, oremos; nunca cesemos de orar y hacer penitencia. Oremos por nuestro Santo Padre el Papa, la única luz para los fieles en estos tiempos de oscuridad…

Pidamos a la buena, a la dulce, a la misericordiosa Virgen María; porque estamos en gran necesidad de sus poderosas manos sobre nuestras cabezas.

LA MÁS IMPORTANTE: CARTA DE MELANIE A SU MADRE, DEL 21 DE SEPTIEMBRE DE 1870

MI muy bien amada madre:

Que Jesús sea amado por todos los corazones. Esta carta no sólo es para ti, sino que también es para todos los habitantes de Corps, mi ciudad natal tan querida.

Un padre de familia, lleno de afecto por sus hijos, al ver que éstos eran bien olvidadizos con sus obligaciones, y después de que abandonasen la ley que él mismo les dejó para seguir, resolvió castigarlos severamente.

Su cónyuge, la madre de la familia, oró por obtener su perdón, y se dirigió de inmediato a visitar los dos más jóvenes, es decir, a los dos más débiles e ignorantes de todos sus hijos.

Esta señora, que no podía llorar en la mansión de su esposo, que es el Cielo, encontró abundancia de lágrimas en los campos de estos niños miserables.

Anunció a ellos las quejas y amenazas de su Amo y Señor, que se llevarían a cabo si sus hijos no se volvían a Él cumpliendo con sus mandamientos.

Sin embargo, sólo un número muy pequeño abrazó de corazón una reforma sincera ateniéndose a la sagrada ley del padre de familia. La mayoría continuaba en sus crímenes, cayendo cada vez más profundamente en el vicio.

En consecuencia, su padre inflige varios castigos a fin de doblar su obstinación. Pero estos niños miserables, en lugar de caer de rodillas para pedir perdón, misericordia y prometer un verdadero cambio de conducta; rompen la varilla con la que están siendo castigados, imaginando que así se escapan del castigo.

El padre, cada vez más irritado, los golpea hasta que reconozcan su culpa, se humillen e imploren misericordia al Señor y Rey de los Cielos y la Tierra. [Esta es una muy sencilla y modesta alusión a la aparición de La Salette]

¡Ustedes entienden, querida madre, y queridos conciudadanos de Corps! ¡Este padre de la familia es Dios! …Todos nosotros somos sus hijos.

Ni ustedes ni yo lo hemos querido como conviene. No hemos observado sus mandamientos como deberíamos; como consecuencia, Dios nos castiga. Un gran número de nuestros hermanos mueren en la guerra. Muchas familias y ciudades enteras se reducen a la miseria.

Si la gente no vuelve a Dios, el castigo no se dará por terminado. París es culpable, muy culpable, porque ha premiado a un hombre impío (Renan) que ha escrito un libro en contra de la Divinidad de Jesucristo…

Los hombres sólo tienen un período limitado de tiempo para cometer sus pecados, pero Dios, siendo el Maestro de la Eternidad, elige el momento para castigar a los malvados.

Dios está irritado por una multitud de pecados y porque Él es casi desconocido y olvidado por los hombres. ¿Quién será capaz de detener esta guerra que causa en Francia tanta desolación y que pronto comenzará en Italia y en otros lugares? ¿Quién será capaz de detener este flagelo de la guerra?

Es necesario, en primer lugar, que Francia reconozca en esta guerra la verdadera mano de Dios. En segundo lugar, es preciso que se humille a sí misma y ??ruegue con todo su corazón y alma por el perdón de sus pecados. En tercer lugar, es necesario que Francia prometa sinceramente estar al buen servicio de Dios y observe sus mandamientos, sin mirar los respetos humanos.

Hay personas que oran y piden al buen Dios por el éxito de nuestros ejércitos franceses. Pero esto no es lo que Dios quiere. (¿No era esto una clara profecía de la derrota de los ejércitos franceses por los soldados prusianos?)

Dios exige la conversión de los franceses. La santísima Virgen vino a Francia (en La Salette), pero Francia no se convierte. Ella es más culpable que otras naciones. Si ella no se humilla a sí misma ante el buen Dios, ella será humillada grandemente.

¿Quién va a salvar a la ciudad de París, el centro de la vanidad y la arrogancia, si no las fervientes y continuas oraciones que ascienden al corazón del buen Maestro?

Qué placenteros recuerdos, mi muy querida madre, y bien queridos habitantes de mi ciudad natal querida. Recuerdo esas piadosas procesiones que han realizado en el santo monte de La Salette para mantener el cólera de Dios fuera del vecindario.

La Santísima Virgen se mostró satisfecha con sus oraciones fervientes, sus penitencias, con todas sus buenas obras realizadas por el amor de Dios. Espero que continúen con esas hermosas procesiones por la salvación de Francia.

Pueda ser que Francia por fin regrese a la buena voluntad de Dios, Él espera esta conversión para retirar la varilla con la que castigará a su pueblo rebelde. Oremos mucho; sí, oremos. Hagan sus procesiones como las hechas en 1846 y 1847. Creo que Dios escuchará, Él siempre escucha las oraciones de los corazones humildes. Oremos juntos; oremos continuamente.

Nunca me gustó Napoleón, porque tengo en mi memoria toda su historia. Que el Divino Salvador del mundo le perdone tanto el mal que ha hecho como el mal que está todavía haciendo.

Recordemos que hemos sido creados para el amor y servicio de Dios, sin el cual no puede haber ninguna verdadera felicidad.

Que las madres críen a sus hijos de manera cristiana, porque el tiempo de las tribulaciones aún no está terminado. Si yo divulgase el número y la calidad de estas tribulaciones, ¡estarían aterrados! Pero no quiero asustarlos.

Tengan confianza en Dios, que nos ama. ¡Recemos! ¡Recemos! y el favor de la Virgen María será siempre con ustedes. La oración desarma la ira de Dios. La oración es la llave del Cielo.

Oremos por nuestros pobres soldados. Oremos por tantas madres desoladas ante la pérdida de sus hijos. Vamos a consagramos a nuestra buena Madre del Cielo. Recemos. Oremos por aquellos enceguecidos y engañados, que no ven que es la mano de Dios que aplica castigo a Francia en este momento. Oremos mucho. Hagamos penitencia.

Estemos fuertemente unidos a la Santa Iglesia y al Santo Padre, Jefe de la Iglesia, el Vicario en la Tierra de Nuestro Señor Jesucristo. En sus procesiones, en sus penitencias, recen mucho por el Papa.

Finalmente, estad todos en paz. Amaos los unos a los otros como hermanos. Prometan a Dios mantener sus santos mandamientos y háganlo en la práctica. Entonces, a través de la Divina Misericordia serán felices, usted tendrán una buena y santa muerte. Estos son mis deseos para ustedes, los coloco bajo la augusta protección de la Virgen María. Mi salvación está en la Cruz.

María de la Cruz, Víctima de Jesús.

El corazón de Jesús cuida de mí.

FUENTES:


Foros de la Virgen Maria

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