martes, 21 de julio de 2015

SERVICIO SOCIAL: NI FLOJO NI HIPERACTIVO


No seas flojo, decídete a ayudar. Aquí te decimos como.


Hay quienes tienen el grave defecto de no ayudar nunca a nadie, y se la pasan todo el tiempo admirándose su propio ombligo, sin dar la mano a quien lo necesita. Son una especie peligrosísima porque ni pichan ni cachan ni dejan batear… y además, sacan provecho de su estado vegetal inmóvil –perdón a los vegetales por la ofensa.

Pero ese no es el único defecto: si hay los que se pasan de flojos pensando en su propia inmortalidad todo el tiempo, también hay los que tienen una rara enfermedad llamada “ayuditis”, y que no pueden estar con alguien sin querer ayudarlo y pasarle la sal en la mesa, que no cargue ni su propia mochila, y que hartan porque están encima de ti todo el tiempo sin dejarte respirar.

El flojo es molesto porque es un autista voluntario, y su imaginación es tan escasa que sólo tiene lugar para una persona: él mismo. El hiperactivo harta porque no se le ha cruzado por la mente la idea de que no es necesario ayudar a toda la gente en todo momento: los demás pueden solos con muchas de las cosas que hacen en la vida.
Si encontraste una descripción de ti en uno de estos párrafos, ¡cuidado!, más vale que lo pienses dos veces.

No hay recetas: la ayuda no se mide solo por el tiempo que tardas ayudando; tampoco por la cantidad de cosas que cargaste; ni por la sola intención sin haber sido llevada a la práctica. No hay un manual que diga cuándo, cómo, cuánto y porqué ayudar a la gente. Pero eso sí, estamos de acuerdo en que hace falta, es más, en que es bueno ayudar a alguien, o a muchos, según sea lo conveniente.

Y aunque es cierto que no hay ningún recetario que se llame “Sepa cómo ayudar a los demás y no morir en el intento”, entonces… qué crees… que tienes que sacar a relucir todo lo inteligente que eres, y de paso, darle un vistazo a tus intenciones y tu buena disposición.

Y por si fuera poco, hace falta algo más: ayudar es como nadar: se aprende a ayudar ayudando, tal como se aprende a nadar nadando. Es posible que puedas ser torpe al principio… no te preocupes, a todos nos pasa… pero no te desanimes, seguro que pronto irás siendo más sensible a la gente y a las ocasiones en que las puedes ayudar.

Si lo ves de esta manera, no sólo el servicio social sino cualquier favor que te pidan o cualquier ayuda que quieras dar saldrá mejor… ¡y no terminarás perjudicando a alguien que querías ayudar!

Por Jesús Salazar, Filósofo
(Universidad Panamericana)

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