miércoles, 1 de julio de 2015

MATRIMONIO GAY, PELIGROS Y OPORTUNIDADES. ODAS DE SALOMÓN


Matrimonio Gay, peligros y oportunidades. Odas de Salomón.

Llevamos una racha de aparentes victorias de quienes defienden el matrimonio homosexual como una forma de igualdad de derechos. El referéndum de Irlanda, la nueva legislación de México y hace pocos días el fallo de la corte suprema de los EEUU de América. Parece que la agenda de asimilación de la ideología de género va ganando batallas con cierta facilidad.

Me ha parecido curiosa la iniciativa de Facebook de colorear de arco iris la foto del perfil de aquellos que lo solicitan, con el objeto de solidarizarse con el aparente logro. No cabe duda que de esta forma sabemos de qué pié cojeamos cada uno de nosotros y entenderemos las reacciones que unas y otras amistades virtuales tienen. De todos mis amigos y seguidores en esta red, menos del 0,5% han puesto su perfil con los colores arco iris. Pocos realmente, pero no por ello dejan de ser dignos de todo respeto y consideración.

Fui asentado sobre la roca de la Verdad, donde Él me ha situado, Y las Aguas que hablan tocaron mis labios abundantemente desde la fuente del Amo, Y bebí y me embriagué con el agua viviente que no muere, Y mi embriaguez no fue una embriaguez sin Conocimiento, pero sí me hizo olvidar la fatuidad y me volví al Altísimo mi Dios. Y fui enriquecido generosamente, y dejé de lado la falsedad que se expande sobre la tierra, me despojé de ella y la lancé lejos de mí, Y el Amo me renovó con Su Vestidura, y me poseyó con su Luz, y desde arriba me concedió el reposo incorruptible. Y llegué a ser como la tierra que florece y se regocija en sus frutos. (Oda de Salomón, Nº 11, 5-11)

Hace unos días conversaba con un defensor de los derechos civiles de los homosexuales. Curiosamente se sorprendía de que mi postura sobre el tema no estuviera sustentada en un prejuicio irracional impuesto por mis creencias. De hecho, para los defensores de estos derechos tenemos una mente neandertal, fosilizada, llena de odio. Cuando le explicaba que el problema de la aceptación de los matrimonios gay no estaba en el hecho del estado aceptara darles un estatuto civil que reconociera derechos y obligaciones civiles mutuas, terminó por sentirse fuera de juego. Porque el matrimonio entendido como un contrato de convivencia entre dos personas, no deja de ser un estatuto civil que cada estado puede ofertar a quien lo pudiera reclamar. Me preguntó incrédulo cuales eran las razones entonces.

La razón por la que muchos nos oponemos está en la aceptación por el estado de la ideología de género y el visto bueno que supone incorporarla como ideología moral oficial. Las pseudo bodas homosexuales no dejan de ser la punta del iceberg que nos quieren hacer comer. Una vez aceptada la ideología de género se nos impondrían una serie de obligaciones que no estamos dispuestos a aceptar sin luchar. Por ejemplo, que se enseñe a nuestros hijos que la identidad sexual es algo que se elije, puede cambiar y que es conveniente probar diferentes opciones antes de decidirse. Que se nos obligue a colaborar con los festejos que estas personas desean realizar. Que se señale que la heterosexualidad es una más, entre decenas de opciones sexuales equivalentes, entre ellas la zoofilia o la pederastia. Que nos veamos obligados a no ser considerados padres o madres de nuestros hijos, sino simples progenitores A ó B.

Cuando terminé de indicarle mis objeciones, pareció darse cuenta del poder que la legislación les daba y que su nueva posición moral sería hegemónica y tiránica. Me comentó que es evidente que la tortilla se ha dado la vuelta, ahora “os toca” doblegaros ante la igualdad de derechos y las obligaciones que se derivan de ello.

La verdad es que no comprendo la postura de tantas personas que se alegran de este aparente logro. Seguro de pocas se dan cuenta de lo que están realmente defendiendo y donde llegarán las consecuencias. Pero aunque tenemos que preocuparnos y mucho, por la tormenta que avecina, también es cierto que cuando las tormentas pasan, somos realmente conscientes de las consecuencias de nuestras acciones. Cuando alguien clama por el dolor que es consecuencia de sus actos, los cristianos podremos señalar, con caridad y cuidado, cuales son las razones de tanto vacío, sinsentido y sufrimiento. Hemos cambiado la Verdad, que es Cristo, por realidades personales que dicen ser equivalentes e igual de valiosas.

Hemos olvidado la ley natural que nos protege y se nos entrega como primicia de la Gracia. Las leyes naturales se auto protegen de forma asombrosa. Cuando despreciamos la ley de la gravedad, seguramente acabemos con algún hueso roto. Ese es el momento en que Newton puede sacar su fórmula y señalar la razón natural del sufrimiento. Despreciar la ley natural nos deja a merced de cuantos quieran engañarnos con leyes a medida de nuestras limitaciones y heridas. Leyes que nos venden muy caras como panaceas y que son sólo buscan hacernos dependientes y esclavos de quienes mueven los hilos del poder.

Quien crea la pobreza, controla a quienes necesitan del alimento que necesitan para sobrevivir. Quien impone la ideología de género, controla a aquellos que necesitan de sus planteamientos para sentirse dentro de la sociedad.

Gracias a Dios, Cristo es Camino, Verdad y Vida. Nadie llega al Padre si no es a través de Cristo. Quien rechaza a Cristo vive en las tinieblas y la ignorancia. La Iglesia, como hospital de campaña, tendrá que auxiliar a muchas personas damnificadas de las leyes humanas que contradicen la ley natural. Ese es el momento ideal donde la evangelización cobra su máximo sentido: la misericordia y la justicia unidas e inseparables.

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