sábado, 8 de enero de 2011

MEDJUGORJE


LOS CONTROVERTIDOS FRUTOS DE MEDJUGORJE

Está claro que el tema de las supuestas apariciones marianas de Medjugorje no deja a nadie indiferente y suscita la reacción apasionada de cuantos han tenido una experiencia de Dios en el recóndito pueblo de Bosnia-Herzegovina.

Entiendo que la comisión creada por el Vaticano tendrá que investigar varios aspectos del fenómeno de Medjugorje. En el anterior artículo comenzaba por uno de ellos, la relación con la Iglesia y sus legítimos pastores. Quedan dos temas fundamentales a la hora de hacer un discernimiento: los frutos de Medjugorje y el contenido de los mensajes.

Todo el mundo parece anteponer los frutos de Medjugorje a toda consideración sobre los mensajes en sí mismos, por lo que voy a abordar el tema de los frutos en primer lugar, dejando los mensajes para una publicación posterior.

En primer lugar, y para centrar la cuestión, empezaré por justificar el título de este post citando unas palabras del Nuncio Apostólico para Bosnia Herzegovina, monseñor Allessandro D´Errico, pronunciadas ante la conferencia episcopal del país balcánico el pasado 18 de marzo de 2010: “El Santo Padre está más que familiarizado con el fenómeno de Medjugorje, lo cual me ha mencionado incluso personalmente. Es consciente del tremendo caudal de influencia buena y positiva de sacerdotes locales, religiosos, franciscanos y laicos, y en consecuencia, le resulta muy dificultoso constatar que haya tanta información contradictoria sobre este mismo asunto”.

La Iglesia efectivamente está tratando de discernir lo que ocurre en el lugar de las apariciones, y a la par, millares de peregrinos acuden en tropel al mismo, refiriendo experiencias de conversión y de gracias extraordinarias.

Personalmente conozco mucha gente para quienes Medjugorje ha supuesto un antes y un después en su vida de fe, y también he oído comentarios muy positivos de labios de sacerdotes que han acudido al lugar.

Uno de ellos es Chus Villarroel O.P., cuya opinión me aconsejaba oír algún lector en el post anterior, y de la cual ya estaba al tanto por introducir un elemento interesante al debate.

Chus hablaba no sólo de la experiencia de la misericordia de María que se puede tener en Medjugorje, sino también del extraordinario argumento que es la grandísima cantidad de vocaciones que se deben a una visita a Medjugorje. Acababa concluyendo que con tantas vocaciones y cambios de vida radicales de por medio, la Iglesia no puede nunca desautorizar lo que se vive en Medjugorje.

En el mismo sentido se pronunciaba oficiosamente el cardenal Schönborn, quien se ganó hace nada el reproche del obispo local, Monseñor Peric, por su mediatizada visita y declaraciones acerca de las apariciones, en las que hablaba de las vocaciones de su diócesis debidas a Medjugorje.

El caso es que ante tanto fruto, tantas conversiones y vocaciones suscitadas, así como tanta gente rezando el rosario, confesándose y en adoración eucarística, la cuestión de Medjugorje parece facilísima de discernir, por aquello de por sus frutos los conoceréis”.

Aquí es donde empieza la primera dificultad que yo veo a todo el tema, pues el fruto que hay que discernir se confunde muchísimas veces con los medios para la gracia.

No hemos de confundir lo que objetivamente son medios, los sacramentos, con el fruto de vida cristiana y madura que han de producir.

Por mucho que escandalice lo que voy a decir, se puede ir a Misa, rezar devotísimamente y hacer grandes penitencias, sin estar en absoluto convertido a Jesucristo.

Con esto no digo que esto sea lo que le pase a la gente que va a Medjugorje, sólo apunto algo de Perogrullo, que normalmente se pasa por alto en este tema: no basta con rezar para vivir una vida genuinamente cristiana (aunque no se pueda vivir una vida genuinamente cristiana sin rezar).

Creo que en Medjugorje se viven los sacramentos, y que los sacramentos producen fruto en las personas, y en Medjugorje he visto a la Iglesia administrándolos, presente en sus miembros y en sus sacerdotes.

Aunque me genere una dificultad grande pensar que todo esto se haya hecho en contra del obispo local, no niego la acción de Dios allá donde se reza, donde se le busca de corazón y donde está presente sacramentalmente. Negarlo sería tirar por tierra la experiencia de mucha gente que conozco que ha sido buena, reportándoles un fruto.

Ahora bien, ¿podemos atribuir esta experiencia a las supuestas apariciones o cabe atribuirla a la fe de la gente?, ¿está la Virgen María apareciéndose y actuando sobrenaturalmente en este lugar desde 1981?

Estos son precisamente los temas que hay que discernir, y cualquiera que dé el discernimiento por terminado, dándolo por bueno o por malo, va unos cuantos pasos por delante de la Iglesia, y debiera ser consciente de ello.

Hay muchos frutos que valorar y sopesar, y para hacerlo hay que ver también las actitudes y las maneras de estar en la Iglesia que generan.

A este respecto tengo amigos convencidos del tema, que personalmente me generan toda la credibilidad del mundo, pero faltaría a la verdad si no dijera que hay también mucha gente que me produce la impresión contraria.

Si hablamos de frutos, habrá que examinar qué tipo de experiencia de Jesucristo y de la Iglesia tiene la gente que vuelve de Medjugorje.

En lo que yo he percibido, se genera una vivencia cristiana un tanto desplazada, por cuanto el centro de gravedad de la vida cristiana parece alejarse de un sano cristocentrismo para gravitar sobre lo que la Virgen dice o deja de decir, incluso por encima de la Iglesia (como cuando se critica al obispo y se habla en contra de él).

También se desplaza la vivencia de la vida cristiana al lugar de las apariciones, y los frutos de lo vivido allí revierten en la formación de grupos paraparroquiales que tienen una cierta tendencia a absolutizar las apariciones y presentarlas al resto de la gente como algo fundamental, a tiempo y a destiempo.

El Catecismo es bien claro a este respecto diciéndonos que las revelaciones privadas nunca serán obligatorias de creer para nadie (CIC 67).

Yo entiendo que se rece y que se quiera vivir lo de Medjugorje en casa, pero no veo un fruto claro de reconstrucción de la Iglesia, o de las parroquias y los grupos de fe, sino más bien algo que tiene una tendencia a desplazar el centro hacia fuera de la acción ordinaria de la Iglesia y de lo ordinario con lo que nos toca lidiar en casa.

Si hablamos de frutos, también hemos de ver algo que un sacerdote ahora en proceso de beatificación dijo una vez a un buen amigo: “las señales siguen a los cristianos, no los cristianos a las señales”.

Dando por bueno todo lo vivido en Medjugorje, ¿cuáles son las señales que vemos de vuelta a casa?; ¿de qué manera se manifiesta el Señor entre la gente devota de Medjugorje?, ¿en qué manera revierte para bien de la Iglesia y de los demás todo lo vivido ahí?

Perdónenme el ramalazo carismático, pero es que si algo he aprendido de lo sobrenatural y de la acción de Dios, es que donde dos o tres están reunidos en su nombre, ahí ocurren auténticos milagros. El Espíritu Santo se manifiesta, se derraman dones y carismas, y la acción ordinaria de la Iglesia se llena de colorido, fuerza y unción...y Dios se revela donde se le deja hablar, donde el Espíritu es Señor, dónde se ora en comunidad.

Y para eso no hace falta irse a la Conchinchina, ni acudir a un santo carismático, ni a un taumaturgo, ni a un vidente…y eso que Dios usa sus profetas.

Pero el Dios que yo conozco habla a través de pollinos, de reyes, de pecadores reciclados, de mendigos y de lo que sea. Y Dios habla mucho, habla en todas partes, habla de diferentes maneras y a través de diferentes personas…y esto siempre lo he visto dentro de la Iglesia.

Lo he visto igualito en misas carismáticas, en misas normales, en misas aburridas, en misas tradicionales, incluso, oh escándalo, en misas progres.

A Dios yo lo he visto en la Iglesia, y es ahí donde sigo viéndolo, en todas partes del mundo, con todo tipo de cristianos, con gente pecadora y con gente santa.

Teniendo esto en la puerta de casa, en mi parroquia, en mis grupos, y en cada sucursal cristiana a lo largo y ancho del mundo (léase iglesias, grupos de oración, cristianos), me chirría la centralidad que Medjugorje está tomando para algunos, y esto también es un fruto que hay que discernir, porque puede acabar antagonizando a la voz de la Iglesia.

Por estas razones, y por muchas más que me guardo por no entrar en lo personal, creo que al menos estarán de acuerdo, junto con el Papa, en que Medjugorje tiene unos frutos de lo más controvertidos.

Como se puede ver es muy complicado esto de discernir frutos, y voy preparándome el paraguas para el chaparrón que me va caer…

Lo importante es querer ir un poco más allá del simple hecho de tener a la gente todo el día con los ojos vueltos al cielo, como si Jesús no se hubiera ido: “Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidos de blanco se aparecieron junto a ellos y les dijeron: - Galileos, ¿por qué seguís mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá (Hechos 1,10-11)

¿POR QUÉ MEDJUGORJE ES TAN PROBLEMÁTICO?

Con este post me adentro por segunda vez en un tema de lo más espinoso por las reacciones que genera sobre el que hablé en mi post Lo que no veo de Medjugorje”, al cual me remito para quien quiera un planteamiento de conjunto del tema.

Desde que escribí el post, he tenido la oportunidad de leer más sobre el asunto, y a la luz de lo estudiado me gustaría profundizar en alguna de las cuestiones que esbozaba en aquella publicación.

Últimamente asistimos en España a un auge del movimiento de Medjugorje y escribo estas líneas desde la preocupación que me genera observar cómo por todas partes se difunden los supuestos mensajes de la Virgen María, a pesar de existir una prohibición expresa de hacerlo emitida por el obispo de la diócesis de Mostar-Duvno, Monseñor Ratko Peric.

Periódicos como Alba, boletines parroquiales, conferencias públicas e incluso visitas de las videntes como la que hace poco ha prodigado Marija Pavlovic, están contribuyendo a la omnipresencia de las apariciones en la vida de la Iglesia.

Y de la Iglesia es de lo que quiero tratar en este artículo, pues difícilmente puedo entender que algo que ha merecido un rechazo tan claro de los legítimos pastores que tienen el deber de discernirlo, se esté convirtiendo en una situación de ipso de hechos consumados, en la que todo el mundo da por buenas unas apariciones sin que la Iglesia lo haya hecho.

Creo que la más elemental prudencia y el más básico sentido de la obediencia tendrían que ser argumentos más que suficientes para esperar a que la Iglesia se pronuncie sobre el tema, antes de lanzarse a proclamarlo a los cuatro vientos.

Y ahí es cuando empieza la polémica que genera el tema de Medjugorje, porque la gente se vuelve bastante radical al respecto y anatemiza a todo aquel que no comparte esa pasión por las apariciones.

Es en ese momento cuanto todo lo que rechinaba empieza a chirriar estrepitosamente, pues si uno estudia la relación entre la Iglesia y las apariciones, pronto se da cuenta de que la tensión es evidente, por más que se quiera edulcorar el asunto.

Si alguien saca a relucir esta pequeña inconveniencia, partiendo de la desautorización que hizo el anterior titular de la diócesis, Mons. Zanic, mantenida por el presente, Mons. Peric , la respuesta que recibe es que los obispos le tienen ojeriza al tema, citando una carta de Mons. Tarsicio Bertone diciendo que expresan opiniones personales.

Toda esta confusión mediática y popular requiere que hagamos un recuento cronológico de la relación Medjugorje-Iglesia para ponerla en su justa perspectiva:

1. Mons. Zanic, obispo titular de Mostar-Duvno cuando comenzaron las apariciones en 1981, prohibió las peregrinaciones al lugar, y afirmó con palabras nada equívocas la falsedad de los hechos y en seis años llegó a la siguiente conclusión: estoy seguro de que Nuestra Señora no se aparece allí ni hace milagros. Los mensajes no pueden ser de nuestra Virgen. Son el fruto de una impostura, fraude y desobediencia a la Iglesia. Se trata de grandes sumas de dineros e intereses personales espurios. (Carta al P. Hugh Thwaites, SJ, 1987).

2. En 1982 se formó una comisión de cuatro personas para estudiar los hechos que luego se expandió para constituir la comisión interdiocesana, formada con la ayuda de los obispos y provinciales de Yugoslavia, que estudió los fenómenos durante tres años, la cual estuvo formada por 15 personas, 12 teólogos y 3 médicos.

Estas personas votaron en conciencia lo siguiente: once que no se habían dado apariciones, uno se abstuvo de votar, otro aceptó que al principio pudo haberse dado algo sobrenatural, y dos votaron a favor de las apariciones.

3.En octubre de 1984 la Conferencia Episcopal Yugoslava prohibió las peregrinaciones oficiales al lugar de las apariciones.

4. La Congregación de la Doctrina de la Fe envió una carta en mayo de 1985 a los Obispos Italianos pidiéndoles que redujeran las peregrinaciones organizadas.

5.En 1987 se formó una segunda comisión, y en enero de aquel año el Cardenal Franjo Kuhariz en nombre de la Conferencia Episcopal Yugoslava declaró “se prohíbe organizar peregrinaciones y otras manifestaciones motivadas por el carácter sobrenatural atribuido a los sucesos de Medjugorje”.

6.En palabras de Monseñor Zanic en 1990, de los 42 obispos de Yugoslavia contando los jubilados, sólo uno declaró su creencia en los hechos. De los 15 miembros de la primera comisión, sólo 2 creyeron en la sobrenaturalidad de los hechos. De los 100 sacerdotes diocesanos de Herzegovina, ninguno creía en las apariciones.

7.El 10 de abril de 1991 la Conferencia Episcopal Yugoslava publicó una declaración sobre Medjugorje afirmando que non constat de supernaturalitate”, es decir diciendo que no hay razones para afirmar la sobrenaturalidad de los fenómenos, pero sin emitir un juicio negativo definitivo.

8.El secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha citado en dos ocasiones el pronunciamiento de 1991 de la conferencia episcopal (1996 y 1997) concluyendo: De todo lo que se ha dicho con justeza sobre el asunto, se desprende que las peregrinaciones oficiales a Medjugorje en tanto que a un lugar de auténticas apariciones marianas, no pueden ser organizadas ni a nivel parroquial ni a nivel diocesano, pues de hacerlo así se entraría en conflicto con el solemne pronunciamiento de los obispos de la antigua Yugoslavia.

9.Monseñor Peric, actual obispo de Mostar-Duvno desde 2000, está en contra de las apariciones, y como muestra un botón: “De acuerdo con el comunicado oficial de 10 de abril de 1991, redactado sobre la base del exahustivo y detallado trabajo de comisiones de expertos, los obispos no encontraron una simple indicación o signo que les hubiera podido a llevar a decir que los fenómenos de Medjugorje tengan una origen sobre natural. Tampoco ha ocurrido nada significativo desde entonces respecto a las apariciones y los mensajes que haya hecho necesaria una reconsideración. De esto se deduce que quienes predican en nuestras iglesias desde los altares acerca de estos fenómenos, como si hubieran sido reconocidos y se tratara de auténticas apariciones y mensajes, no están actuando de acuerdo con la postura de la Iglesia(Mons. Peric, Ogledalo Pravde, Espejo de justicia, Mostar 2001)

10.A día de hoy, y siendo plenamente vigente la declaración de los obispos de 1991, Monseñor Peric sigue prohibiendo las peregrinaciones oficiales, y la difusión de los mensajes, sin que se le haga mucho caso.

Aunque la Santa Sede remite siempre a lo dicho por los obispos yugoslavos, no han faltado declaraciones que por excesivamente diplomáticas han dado lugar a ser interpretadas como una luz verde por los partidarios de Medjugorje.

Las declaraciones del obispo de Mostar reflejan una opinión personal, no son el juicio oficial y definitivo de la Iglesia. Todo remite a la declaración de Zadar de los obispos de la ex Yugoslavia del 10 de abril de 1991, que deja la puerta abierta a futuras averiguaciones. La investigación debe, por lo tanto, seguir adelante. Mientras tanto, están permitidas las peregrinaciones privadas y que los fieles cuenten con acompañamiento pastoral. En definitiva, todos los peregrinos católicos pueden acudir a Medjugorje, lugar de culto mariano en el que es posible expresarse a través de todas las formas de la devoción”. (Mons. Tarsicio Bertone, entrevista 2007)

Por mucho que la opinión del obispo de Mostar sobre las apariciones siga siendo personal, al no expresar el juicio definitivo de la Iglesia sobre el asunto, el hecho es que él es el Ordinario del lugar, y tiene la autoridad en nombre de la Iglesia, y la está ejerciendo.

11.Finalmente la Santa Sede ha constituido una comisión que se ha reunido por primera vez en mayo de 2010, para estudiar los sucesos, y de este juicio definitivo se espera por fin que se aclare la cuestión.

Concluyendo la primera parte de este artículo, me gustaría centrarme en la problemática que supone todo lo expuesto desde el punto de vista de la debida obediencia a los pastores legítimos de la Iglesia.

Cualquier persona con un mínimo de criterio, le guste o no Medjugorje, se dará cuenta de que hay muchísimas razones para ser cauteloso, antes de comenzar a debatir, asistir, peregrinar o secundar lo que se pregona en los mensajes o las apariciones.

La primera de ellas es que la cuestión está siendo examinada y no se puede dar por cierta, y no es nada estético influir en la misma con una política de hechos consumados, prestando voz y presencia a algo que ya arrastra un número de pronunciamientos negativos.

Que los obispos hayan declarado Non constat de supernaturalitate debiera ser una llamada a la precaución, y no una luz verde como se ha querido hacer ver.

La segunda es que todo lo que ha ocurrido ha sido en contra de la opinión, el consejo e incluso la prohibición del obispo local de turno, ora Mons. Zadic ora Mons. Peric, en su calidad de Ordinario del lugar según el derecho canónico, que además de tener una opinión personal es a fin de cuentas el que manda. Esta opinión ha sido refrendada por la Conferencia Episcopal competente y el Vaticano nunca ha quitado mano a lo que han dicho los obispos yugoslavos.

Si no obedecemos al pastor legítimo, ni sus orientaciones pastorales, ¿dónde queda la autoridad de la Iglesia en todo esto?

Podría seguir con mil razones más, sin necesitar entrar en la veracidad de los hechos, todas ellas para concluir que la prudencia brilla por su ausencia en un caso como el de Medjugorje, lo cual es tremendamente preocupante, y previo a todo examen sobre la naturaleza de los hechos.

LOS CONTROVERTIDOS FRUTOS DE MEDJUGORJE

Continuando con el post anterior, está claro que el tema de las supuestas apariciones marianas de Medjugorje no deja a nadie indiferente y suscita la reacción apasionada de cuantos han tenido una experiencia de Dios en el recóndito pueblo de Bosnia-Herzegovina.

Entiendo que la comisión creada por el Vaticano tendrá que investigar varios aspectos del fenómeno de Medjugorje. En el anterior artículo comenzaba por uno de ellos, la relación con la Iglesia y sus legítimos pastores. Quedan dos temas fundamentales a la hora de hacer un discernimiento: los frutos de Medjugorje y el contenido de los mensajes.

Todo el mundo parece anteponer los frutos de Medjugorje a toda consideración sobre los mensajes en sí mismos, por lo que voy a abordar el tema de los frutos en primer lugar, dejando los mensajes para una publicación posterior.

En primer lugar, y para centrar la cuestión, empezaré por justificar el título de este post citando unas palabras del Nuncio Apostólico para Bosnia Herzegovina, monseñor Allessandro D´Errico, pronunciadas ante la conferencia episcopal del país balcánico el pasado 18 de marzo de 2010: El Santo Padre está más que familiarizado con el fenómeno de Medjugorje, lo cual me ha mencionado incluso personalmente. Es consciente del tremendo caudal de influencia buena y positiva de sacerdotes locales, religiosos, franciscanos y laicos, y en consecuencia, le resulta muy dificultoso constatar que haya tanta información contradictoria sobre este mismo asunto”.

La Iglesia efectivamente está tratando de discernir lo que ocurre en el lugar de las apariciones, y a la par, millares de peregrinos acuden en tropel al mismo, refiriendo experiencias de conversión y de gracias extraordinarias.

Personalmente conozco mucha gente para quienes Medjugorje ha supuesto un antes y un después en su vida de fe, y también he oído comentarios muy positivos de labios de sacerdotes que han acudido al lugar.

Uno de ellos es Chus Villarroel O.P., cuya opinión me aconsejaba oír algún lector en el post anterior, y de la cual ya estaba al tanto por introducir un elemento interesante al debate.

Chus hablaba no sólo de la experiencia de la misericordia de María que se puede tener en Medjugorje, sino también del extraordinario argumento que es la grandísima cantidad de vocaciones que se deben a una visita a Medjugorje. Acababa concluyendo que con tantas vocaciones y cambios de vida radicales de por medio, la Iglesia no puede nunca desautorizar lo que se vive en Medjugorje.

En el mismo sentido se pronunciaba oficiosamente el cardenal Schönborn, quien se ganó hace nada el reproche del obispo local, Monseñor Peric, por su mediatizada visita y declaraciones acerca de las apariciones, en las que hablaba de las vocaciones de su diócesis debidas a Medjugorje.

El caso es que ante tanto fruto, tantas conversiones y vocaciones suscitadas, así como tanta gente rezando el rosario, confesándose y en adoración eucarística, la cuestión de Medjugorje parece facilísima de discernir, por aquello de por sus frutos los conoceréis”.

Aquí es donde empieza la primera dificultad que yo veo a todo el tema, pues el fruto que hay que discernir se confunde muchísimas veces con los medios para la gracia.

No hemos de confundir lo que objetivamente son medios, los sacramentos, con el fruto de vida cristiana y madura que han de producir.

Por mucho que escandalice lo que voy a decir, se puede ir a Misa, rezar devotísimamente y hacer grandes penitencias, sin estar en absoluto convertido a Jesucristo.

Con esto no digo que esto sea lo que le pase a la gente que va a Medjugorje, sólo apunto algo de Perogrullo, que normalmente se pasa por alto en este tema: no basta con rezar para vivir una vida genuinamente cristiana (aunque no se pueda vivir una vida genuinamente cristiana sin rezar).

Creo que en Medjugorje se viven los sacramentos, y que los sacramentos producen fruto en las personas, y en Medjugorje he visto a la Iglesia administrándolos, presente en sus miembros y en sus sacerdotes.

Aunque me genere una dificultad grande pensar que todo esto se haya hecho en contra del obispo local, no niego la acción de Dios allá donde se reza, donde se le busca de corazón y donde está presente sacramentalmente. Negarlo sería tirar por tierra la experiencia de mucha gente que conozco que ha sido buena, reportándoles un fruto.

Ahora bien, ¿podemos atribuir esta experiencia a las supuestas apariciones o cabe atribuirla a la fe de la gente?, ¿está la Virgen María apareciéndose y actuando sobrenaturalmente en este lugar desde 1981?

Estos son precisamente los temas que hay que discernir, y cualquiera que dé el discernimiento por terminado, dándolo por bueno o por malo, va unos cuantos pasos por delante de la Iglesia, y debiera ser consciente de ello.

Hay muchos frutos que valorar y sopesar, y para hacerlo hay que ver también las actitudes y las maneras de estar en la Iglesia que generan.

A este respecto tengo amigos convencidos del tema, que personalmente me generan toda la credibilidad del mundo, pero faltaría a la verdad si no dijera que hay también mucha gente que me produce la impresión contraria.

Si hablamos de frutos, habrá que examinar qué tipo de experiencia de Jesucristo y de la Iglesia tiene la gente que vuelve de Medjugorje.

En lo que yo he percibido, se genera una vivencia cristiana un tanto desplazada, por cuanto el centro de gravedad de la vida cristiana parece alejarse de un sano cristocentrismo para gravitar sobre lo que la Virgen dice o deja de decir, incluso por encima de la Iglesia (como cuando se critica al obispo y se habla en contra de él).

También se desplaza la vivencia de la vida cristiana al lugar de las apariciones, y los frutos de lo vivido allí revierten en la formación de grupos “paraparroquiales” que tienen una cierta tendencia a absolutizar las apariciones y presentarlas al resto de la gente como algo fundamental, a tiempo y a destiempo.

El Catecismo es bien claro a este respecto diciéndonos que las revelaciones privadas nunca serán obligatorias de creer para nadie (CIC 67).

Yo entiendo que se rece y que se quiera vivir lo de Medjugorje en casa, pero no veo un fruto claro de reconstrucción de la Iglesia, o de las parroquias y los grupos de fe, sino más bien algo que tiene una tendencia a desplazar el centro hacia fuera de la acción ordinaria de la Iglesia y de lo ordinario con lo que nos toca lidiar en casa.

Si hablamos de frutos, también hemos de ver algo que un sacerdote ahora en proceso de beatificación dijo una vez a un buen amigo: “las señales siguen a los cristianos, no los cristianos a las señales”.

Dando por bueno todo lo vivido en Medjugorje, ¿cuáles son las señales que vemos de vuelta a casa?; ¿de qué manera se manifiesta el Señor entre la gente devota de Medjugorje?, ¿en qué manera revierte para bien de la Iglesia y de los demás todo lo vivido ahí?

Perdónenme el ramalazo carismático, pero es que si algo he aprendido de lo sobrenatural y de la acción de Dios, es que donde dos o tres están reunidos en su nombre, ahí ocurren auténticos milagros. El Espíritu Santo se manifiesta, se derraman dones y carismas, y la acción ordinaria de la Iglesia se llena de colorido, fuerza y unción... y Dios se revela donde se le deja hablar, donde el Espíritu es Señor, dónde se ora en comunidad.

Y para eso no hace falta irse a la Conchinchina, ni acudir a un santo carismático, ni a un taumaturgo, ni a un vidente…y eso que Dios usa sus profetas.

Pero el Dios que yo conozco habla a través de pollinos, de reyes, de pecadores reciclados, de mendigos y de lo que sea. Y Dios habla mucho, habla en todas partes, habla de diferentes maneras y a través de diferentes personas…y esto siempre lo he visto dentro de la Iglesia.

Lo he visto igualito en misas carismáticas, en misas normales, en misas aburridas, en misas tradicionales, incluso, oh escándalo, en misas progres.

A Dios yo lo he visto en la Iglesia, y es ahí donde sigo viéndolo, en todas partes del mundo, con todo tipo de cristianos, con gente pecadora y con gente santa.

Teniendo esto en la puerta de casa, en mi parroquia, en mis grupos, y en cada sucursal cristiana a lo largo y ancho del mundo (léase iglesias, grupos de oración, cristianos), me chirría la centralidad que Medjugorje está tomando para algunos, y esto también es un fruto que hay que discernir, porque puede acabar antagonizando a la voz de la Iglesia.

Por estas razones, y por muchas más que me guardo por no entrar en lo personal, creo que al menos estarán de acuerdo, junto con el Papa, en que Medjugorje tiene unos frutos de lo más controvertidos.

Como se puede ver es muy complicado esto de discernir frutos, y voy preparándome el paraguas para el chaparrón que me va caer…

Lo importante es querer ir un poco más allá del simple hecho de tener a la gente todo el día con los ojos vueltos al cielo, como si Jesús no se hubiera ido: “Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidos de blanco se aparecieron junto a ellos y les dijeron: - Galileos, ¿por qué seguís mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá(Hechos 1,10-11)
José Alberto Barrera

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por los frutos se conoce el árbol. Si esas apariciones no son auténticas le pediría a cualquier obispo del mundo o sacerdote o laico que organice algún evento que de tanto frutos en todo el mundo, que persevere por tantos años y que siga siempre vivo con todas las conversiones que se han dado y se siguen verificando. Si no lo pueden hacer con toda la tecnología moderna que se dispone, entonces que se concluya que unos pocos niños, sin nada más que su testimonio ya constituye el milagro que se espera de constatación del fenómeno sobrenatural.

Anónimo dijo...

Por los frutos se conoce el árbol.
Humanamente no es posible este movimiento de gente de todas partes del mundo que dan testimonio de conversión y de hecho lo demuestran con su vida concreta. Humanamente es imposible mantener tantos años ese fervor y ese acontecimiento que sigue creciendo por el testimonio personal de la gente.
Si se tratara de un acontecimiento humano ya habría desaparecido. O si no, que cualquier grupo o laico o sacerdote u obispo se ponga a organizar un acontecimiento que lleve miles de personas de todos los lugares donde lloran su pecados, perseveran y sigue vivo como una llama ardiente.
Es importante abrir los ojos. Simplemente abrirlos, pero no los ojos corporales sino los del espíritu.