jueves, 15 de julio de 2010

Y EL NOMBRE DE LA VIRGEN ERA MARÍA


María es una joven hermosa y pura de Nazaret.

Es la joven virgen en quien el Padre Dios ha puesto sus ojos desde toda la eternidad, eligiéndola para ser la Madre de su Hijo; Es la elegida en quien Él ha puesto todas sus complacencias.

María vive con José, varón justo y puro, la etapa de los desposorios; Ya se ha dado la palabra de compromiso en el amor, y es como si estuvieran comprometidos con firmeza y amor, pero viviendo cada cual en su casa, el día de la boda saldrán de sus casas y dejarán sus familias "para ser una sola carne", un solo amor.

Pero había llegado "la plenitud de los tiempos" en que debía realizarse la encarnación del Verbo en el seno de una virgen pura, y Dios envió un ángel, un mensajero, a su encuentro, para que abriera sus alas ante ella y la envolviera en el susurro de la suave brisa del Espíritu Santo.

María tenía ya como proyecto vocacional, el ser esposa y madre; pero ahora es vocacionada en una superior disposición: "la de ser Madre del Hijo de Dios", y será habitada y poseída por la Trinidad Santísima al atender el llamado de Dios Padre, que le ofrece un nuevo y único proyecto: JESÚS.

Es Gabriel, fortaleza de Dios, quien le hará presente el plan de Dios y en ese momento de plenitud y gloria la saluda diciéndole: "Alégrate, llena de gracia el Señor está contigo" y María siente su corazón inundado por la gracia, por la vida y el amor de Dios, se siente planificada en el amor de Dios, el Espíritu Santo.

Y Gabriel le dice "Concebirás en tu seno y darás a luz un Hijo al que pondrás por nombre, JESÚS".

María no entiende el llamado de Dios; Ella no ha tenido relación con ningún hombre y no entiende como ha de concebir en su seno un niño "sin haber conocido varón" y por eso su pregunta de "como puede ser eso si yo soy virgen".

Gabriel le explica y le dice que el niño que concebirá en su seno será obra del Espíritu Santo, el amor entrañable, en un abrazo íntimo entre el Padre y el Hijo.

María, la primer creyente, se fía de la palabra de Dios y asume la maternidad divina cuando dice "Yo soy la servidora del Señor, hágase en mi según tu palabra". El Hijo que María concebirá en su seno será Hijo de Dios, pero también de mujer, también será Hijo suyo, así María, Madre y Virgen, vive el gran misterio de Dios, el hermoso y desconcertante misterio de la encarnación del Verbo.

Ella llevará un tesoro escondido en su vientre, viviendo el proyecto del Padre como Madre del Hijo de Dios y suyo y Madre de toda la humanidad.

María le dará al Hijo de Dios, que ha existido desde siempre, un cuerpo, una sangre, una naturaleza humana, le dará la carne de su carne y la sangre de su sangre, y por las venas de ese niño correrá sangre divina y sangre humana; sangre única donde lo divino y lo humano se abrazan en unión de amor.

Ella será el PRIMER SAGRARIO que llevará en su seno durante nueve meses a Jesús el Hijo de Dios; Lo cuidará, lo arrullará, lo cubrirá de amor, ternura y paz durante el embarazo y nacerá de sus entrañas "EL MAS GRANDE Y BELLO DE LOS HIJOS DE UNA MUJER". María es el inicio de una nueva era, y el Hijo que llevará en su seno, dará a todo hombre o mujer que lo acoja, la identidad de "HIJO DE DIOS EN EL HIJO AMADO".
Colaboración: José Antonio

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