jueves, 18 de marzo de 2010

SAN JOSÉ


SAN JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA
Después de Dios, nada hay tan grande y excelso como su Madre Santísima. Después de María, no puede imaginarse na­da más sublime que su virginal Esposo y el Padre nutricio de Jesús.

ESTUDIO TEOLÓGICO DE LA PERSONA Y MISIÓN DE SAN JOSÉ
Los teólogos han tardado muchos siglos en poner de ma­nifiesto la dignidad y el papel excepcional que hubo de de­sempeñar en este mundo el humilde carpintero de Nazareth. El pueblo cristiano, en cambio, intuyó desde siempre, con sobrenatural sentido la grandeza de San José.

"Nunca las intuiciones cordiales han llevado tanta delantera a la teología como en el caso de San José. La especulación teoló­gica entretenida con graves cuestiones tardó mucho en consi­derar al Santo Patriarca... Cierta ocasión una viejecita para dar razón de su gran devoción a San José contestó: ¿No ve usted que lleva al Niño en sus brazos?" (P.B. Llamera, Teología de San José, BAC, Madrid, 1953, p.XV).

Efectivamente, toda la grandeza de San José se desprende de ese hecho al parecer tan natural y sencillo: llevar al Niño Jesús en sus brazos. Todo lo demás son consecuencias que se des­prenden espontáneamente como fruta madura del árbol.
Un estudio teológico sobre la Persona y la Misión de la Santísima Virgen María no puede darse por concluido sin una exposición sobre la Persona y la Misión de San José, al considerar con palabras de la Escritura que "Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre" (Mt. 1,16). Consta por la Revelación que José es inseparable de María y de Jesús. Si Dios ha unido a "la trinidad de la tierra", la ciencia teológica y la piedad no pueden ni deben separarlos.

Criterios para su estudio.
El estudio teológico sobre San José tiene su fundamento en la Revelación, tal Y como lo muestra la Escritura y la Tradición y ha sido declarado por el Magisterio de la Iglesia. Sobre esa base, la reflexión teológica trata de descubrir todas las virtualidades que encierran las enseñanzas magisteriales y el sentir de la piedad de] pueblo cristiano.

El Magisterio enseña, como principios fundamentales de la teología sobre San José, estos dos: Ser el Esposo de María y Padre castísimo de Jesús.

"...las causas y razones especiales de ello es el haber sido Esposo de María y Padre, según se creía, de Jesucristo. De esto se deriva toda su dignidad, gracia, santidad y gloria" (León XIII, Enc. Quamquam pluries, 15‑ VIII‑1889).

En la literatura cristiana encontramos las manifestaciones de un largo y lento proceso de la reflexión teológica sobre San José. Así por ejemplo, entre otros, hablan de él: San Ireneo, Orígenes, San Ambrosio, San Epifanio, San Agustín. En la edad media: Gerson, San Bernardo; más tarde Santa Teresa de Jesús y, recientemente, el Venerable Josemaría Escrivá de Balaguer.

San José, Esposo de María.
a) Sagrada Escritura.
A una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María" (Lc. 1,27).
"Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo" (Mt. 1,16).
Despertado José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer" (Mt. 1,24).
(cfr. Mt. 2, 13.18.22).
b) Tradición.
Los Padres de la Iglesia profundizan en los datos revela­dos y así, por ejemplo:
San Ireneo: "Persuadido José y sin duda de ninguna clase, tomó a María por esposa, y en clima de alegría prestó sus servicios en todo lo que quedaba para la educación de Cristo... Y lo tomaban como padre del Niño" (PG. 7,1048).

San Agustín: "Pues como el suyo era matrimonio y matri­monio virginal, así lo que la Esposa dio a luz virginalmente, ¿por qué no iba a aceptarlo castamente el esposo? Pues lo mismo que la Esposa lo era en castidad, en castidad era el esposo; y lo mismo que Ella fue casta Madre, él fue casto padre" (Sermón 51; PL. 38, 348).

San Bernardo: "José es el servidor fiel y prudente a quien el Señor constituyó para ser el consuelo de su Madre, el padre nutricio de su carne y el único cooperador fidelísimo sobre la tierra del gran designio de la Encarnación" (Sermo, Super missus est,2,16).

c) Magisterio de la Iglesia.
"A San José le hizo Dios Señor y Príncipe de su casa...Ya que tuvo como esposa a la Inmaculada Virgen María, de quien por obra del Espíritu Santo nació Nuestro Señor Jesucristo, quien, entre los hombres, se dignó ser tenido como hijo de José, y a él estuvo sometido" (Pio IX, Decr. Patrocinio de San José, 8-XII-1870).

"José esposo de María y padre, según se creía, de Jesucristo... Si Dios concedió a la Virgen a José como esposo, se lo dio en verdad no ya sólo como compañero de la vida, testigo de la virginidad y defensor del honor, sino también partícipe de su excelsa dignidad, en virtud de la misma alianza matrimonial" (León XIII, Enc. Quamquam pluries, 15-VIII-1889).

"Custodio purísimo de María Santísima y padre putativo del Redentor" Juan XXIII, Aloc. 28-11-1962).

"Dios, dirigiéndose a José con las palabras del ángel, se dirige a él al ser el esposo de la Virgen de Nazareth. Lo que se ha cumplido en Ella por obra del Espíritu Santo expresa al mismo tiempo una especial confirmación del vínculo esponsal, existente ya antes entre José y María" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris custos, n.23).

Padre legal y virginal de Jesús.
a) Sagrada Escritura.
"Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús llamado Cristo (Mt. 1,16).

"María dijo al ángel: ¿de qué modo se hará esto, pues no conozco varón?" (Lc. 1,34).

"...mira cómo tu padre y yo, angustiados te buscábamos... Y bajó con ellos, y vino a Nazareth, y les estaba sujeto" (Lc. 2,48.51).

"Jesús... según se pensaba, hijo de José (Lc. 3, 23).

¿No es éste el hijo del artesano..." (Mt. 13, 55).

b) Tradición.
San Bernardo: "José... a quien manifestó los secretos y misterios de su sabiduría y le dio el conocimiento de aquel misterio, que ninguno de los príncipes de este mundo conoció; a quien, en fin, se concedió no sólo ver y oír al que muchos reyes y profetas, queriéndolo ver, no lo vieron y queriéndolo oír no lo oyeron, no sólo verlo y oírlo, sino tenerlo en sus brazos, llevarlo de la mano, abrazarlo, besarlo, alimentarlo y aguardarlo" (Sermón, Super missus est,2,16).

San Francisco de Sales: “Acostumbro decir que, si una paloma llevase en su pico un dátil y lo dejara caer en un jardín, ¿no se diría, acaso, que la palmera que de el provendría pertenece al dueño del jardín? Pues si esto es así, ¿quien podrá dudar que el Espíritu Santo, habiendo dejado caer este divino dátil, como divina paloma, en el jardín cerrado de la Santísima Virgen, el cual pertenecía a San José, como la mujer esposa pertenece al esposo, quien dudará, digo, que se puede afirmar con toda verdad que esa divina palmera – Jesús - que produce frutos de inmortalidad pertenece por entero a San José?" (Obras completas, t.3, p.541, Ed. Vives).

Bernardino de Laredo: "Así como la más elegible, más amable y más digna de ser servida y reverenciada criatura que Dios crió, es nuestra muy gran Señora, así, después de Ella, no cabe que se dé a otro la ventaja, sino a aquel que escogió Dios ab aeterno para fidelísimo esposo y custodio y compañero de ésta suavísima Virgen, y para testigo firmísimo Y fidelísimo de su inocencia y pureza virginal... El sapientísimo Niño que se deleita y descansa en el gremio y en los brazos de su amantísimo siervo, ayo, y padre putativo del glorioso San José" (Josefina, Ed. Rialp, 1977, facsímiles, pp.16-17).

c) Magisterio de la Iglesia.
"El matrimonio con María es el fundamento jurídico de la paternidad de José. Es para asegurar la protección paterna a Jesús por lo que Dios elige a José como esposo de María. Se sigue de esto que la paternidad de José pasa a través del matrimonio con María, es decir, a través de la familia" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris custos, n.7).
"San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad" (Ibidem, n.8).

Confrontar, además, los textos del Magisterio que antes hemos citado sobre San José, como esposo de María.

DIGNIDAD Y EXIMIA SANTIDAD DE JOSE

Dignidad de San José.
La dignidad de San José se desprende de su condición de esposo de María y padre virginal y legal de Jesús. De estas relaciones con Jesús y con María se deduce de modo inefable su relación con la Santísima Trinidad como lo expresa el siguiente texto pontificio.

"He aquí el misterio, el secreto de la divina Encarnación, de la Redención, que la Santísima Trinidad revela al hombre. Realmente es imposible subir más alto. Estábamos en el orden de la unión hipostática, de la unión personal de Dios con el hombre. Es en este momento cuando Dios nos invita a considerar al humilde y gran santo; es en este momento cuando Dios pronuncia la palabra que explica todas las relaciones existentes entre San José y todos los grandes profetas y los demás grandes santos, aun aquellos que han desempeñado misiones públicas de gran relieve, como los Apóstoles. No hay honor que supere al de haber recibido la revelación de la unión hipostática del Verbo de Dios... El divino Redentor es la fuente de toda gracia; después de El está María, la dispensadora de los tesoros celestiales. Pero, si alguna cosa hubiese que pudiera despertar en nosotros una confianza todavía mayor, lo sería, en cierta manera, el pensar que José es el único que puede hacerlo todo así con el divino Redentor como con su Madre divina, y eso de tal manera y con tal autoridad que sobrepasa la de un mero administrador o guardián... En consecuencia, nuestra confianza con este Santo debe ser muy grande, puesto que se funda en tan prolongadas, más aún, en tan únicas relaciones con las mismas fuentes de la gracia y de la vida, la Santísima Trinidad" (Pio XI, Homilía, 19-111- 1935).

Como se desprende de este testimonio, San José tiene una dignidad tan alta y es tanta su grandeza que tiene primacía sobre todo otro santo en virtud de las relaciones que sólo a él correspondió mantener con María y, a través de Ella, con Jesús y la Santísima Trinidad.

Eximia santidad.
La santidad de San José está muy por encima de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, de los Apóstoles, de los Mártires, de los Confesores, de las Vírgenes y aun de los mismos Ángeles.

a) Razones teológicas.
1a) La razón teológica de la santidad de San José, la establece Santo Tomás de Aquino cuando dice: "Cuanto alguna cosa recibida se aproxima más a la causa que la ha producido, tanto más participa de la influencia de esa causa" (S. Th. III, q.7, a.1). La causa única de donde procede toda santidad es el mismo Dios. Luego cuanto más próxima o cercana a Dios esté una criatura, tanto más participará de su infinita santidad. Nadie como San José -después de Jesús y de María- se ha acercado tanto a Dios, luego hay que concluir que su santidad excede a cualquier criatura humana o angélica.

2a) Lo mismo se puede afirmar en virtud de los siguientes principios ciertos en teología:a) Dios da a cada uno la gracia según aquello para lo que es elegido;

b) una misión divina excepcional requiere una santidad proporcionada.

San José recibió de Dios la gracia necesaria para ser digno esposo de María y digno padre de Jesús. Su misión fue única e irrepetible en la historia de la salvación. A tanta gracia y a tan alta misión correspondió de modo admirable pues la misma Escritura lo llama hombre justo (Mt. 1, 19), luego debemos concluir que su santidad excede a todos sin excepción alguna.

La eximia santidad de San José y el carácter especial del culto que la Iglesia le rinde, ha movido a los teólogos a aplicarle a su culto el título de suma dulía, que expresa su inferioridad frente al culto a María de hiperdulía y, su superioridad respecto al de los santos, de simple dulía.

b) Las virtudes de San José.
"Brillan en él, sobre todo, las virtudes de la vida oculta, en un grado proporcionado al de la gracia santificante: la virginidad, la humildad, la pobreza, la paciencia, la prudencia, la fidelidad, que no puede ser quebrantada por ningún peligro; la sencillez, la fe, esclarecida por los dones del Espíritu Santo; la confianza en Dios y la más perfecta caridad. Guardó el depósito que se le confiara con una fidelidad proporcionada al valor de este tesoro inestimable" (Garrigou-Lagrange, R., San José, Buenos Aires, 1947, p.301).

"¿Cómo acertar a referir los progresos de su santidad al contacto de Jesús y en la sociedad más íntima con la Madre de Dios? No eran los sacramentos los que obraban en él, era el Autor de los sacramentos y de la gracia. Si Jesús les ha comunicado a sus sacramentos tanta gracia para santificar las almas, ¿como podían, por ventura, sus caricias, su sonrisa, su contacto, aun cuando de un modo distinto, producir efectos mucho más maravillosos? ¿Qué era la vida de San José sino una comunión continua con Jesús y con la plenitud de la santidad que habitaba en El: por los ojos, que con tanta frecuencia descansaban en Jesús; por la boca, cuando San José besaba con tanto amor al divino Niño; por el contacto, cuando Jesús descansaba entre sus brazos; por el pensamiento, que se volvía sin cesar a Jesús y a María; por toda pena, por toda prueba, por toda alegría, por todo trabajo, por todo movimiento?... Pues nada existía en su vida que, por el sacrificio, la abnegación, el amor, no pusiese en contacto su alma con el alma de Jesús" (Sauvé, C., San José, Barcelona, 1915, p.361).

El Evangelio llama a San José hombre justo (Mt. 1, 19). "Una alabanza más rica de virtud y más alta en méritos no podría aplicarse a un hombre... Un hombre... que tiene una insondable vida interior, de la cual le llegan órdenes y consuelos singulares, y la lógica y la fuerza, propia de las almas sencillas y limpias, de las grandes decisiones, como la de poner en seguida, a disposición de los planes divinos, su libertad..." (Pablo VI, Homilía, 19-111-1969).

San José habla poco pero vive intensamente, no sustrayéndose a ninguna responsabilidad que la voluntad del Señor le impone. Nos ofrece ejemplo atrayente de disponibilidad a las llamadas divinas, de calma ante todos los acontecimientos, de confianza plena, derivada de una vida de sobrehumana fe y caridad y del gran medio de la oración" (Juan XXIII, Alocución, 17-111-1963).

"Expresión cotidiana de amor en la vida de la Familia de Nazareth es el trabajo. El texto evangélico precisa el tipo de trabajo con el que José trataba de asegurar el mantenimiento de la Familia: el de carpintero... La obediencia de Jesús en la casa de Nazareth, es entendida también como participación en el trabajo de José. El que era llamado el hijo del carpintero había aprendido el trabajo de su padre putativo. El trabajo humano y, en particular el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial... José acerco el trabajo humano "al misterio de la redención" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris custos, n.22).

MAESTRO DE LA VIDA INTERIOR
La vida interior no es otra cosa que el trato asiduo e íntimo con Cristo, para identificarnos con El. Por ello, San José, mejor que ningún otro santo sabrá decirnos muchas cosas sobre Jesús. Por esta razón la tradición cristiana recoge las palabras de la Escritura: "Ite ad Ioseph" (Gén. 41, 55), id a José, para tratar a Jesús.

Escribe santa Teresa de Jesús: (Vida, c. 6, nn. 6-8). "Querría yo persuadir a todos fueren devotos de este glorioso santo por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. Así como a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; de este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre, siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Quien no hallare maestro que le enseñe a hacer oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino" (Vida, c.6, nn.6-8).

Uno de los maestros de espiritualidad - como dijo el Emmo. Cardenal Primado de España - que más han meditado sobre la figura de San José, a quien amaba y veneraba con un cariño teologal y afectivo, es el venerable Josemaría Escrivá de Balaguer (cfr. González Martín, M., La figura de José, Palabra, nn.156-157). De la lectura de sus escritos se descubre un cuadro completo de las virtudes de San José, en los que se destacan: Su disponibilidad incondicional a los planes divinos; su amor entrañable y, a la vez, respetuoso a Jesús y a su Madre Santísima; su castidad como fruto de ese mismo amor; su obediencia pronta a la voluntad de Dios, sin extrañezas ni excusas; su espíritu contemplativo; su sencillez y humildad que le llevan a cumplir su misión con dignidad y silencio; su trabajo, al que se entrega con decisión, paciencia y responsabilidad y, al mismo tiempo, con el que se santifica y sostiene a Jesús y a María; su espíritu de servicio y fidelidad al deber; y, en general, haber acogido y desarrollado en su vida las gracias recibidas en una vida de trabajo ordinario.

"José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de El con abnegación alegre. ¿No será esta una buena razón para que consideremos a este varón justo, a este Santo Patriarca en quien culmina la fe de la Antigua Alianza, como maestro de la vida interior? La vida interior no es otra cosa que el trato asiduo e íntimo con Cristo, para identificarnos con El. Y José sabrá decirnos muchas cosas sobre Jesús. Por eso, no dejéis nunca su devoción, ite ad Ioseph, como ha dicho la tradición cristiana con una frase tomada del Antiguo testamento" Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n.56).

"Todos, siguiendo cada uno su propia vocación - en su hogar, en su profesión u oficio, en el cumplimiento de las obligaciones que le corresponden por su estado, en sus deberes de ciudadano, en el ejercicio de sus derechos -, estamos llamados a participar en el reino de los cielos. Eso nos enseña la vida de San José: sencilla, normal y ordinaria, hecha de años de trabajo siempre igual, de días humanamente monótonos, que se suceden los unos a los otros. Lo he pensado muchas veces, al meditar sobre la figura de San José, y ésta es una de las razones que hace que sienta por él una devoción especial" (Ibidem, n.44).

PATRONO UNIVERSAL DE LA IGLESIA
En la misión sublime de San José la Iglesia ha visto la razón fundamental para hacerlo su Patrono y Protector universal y, Patrono de todos y cada uno de los fieles.

"Por la sublime dignidad que Dios confirió a este siervo fidelísimo, la Iglesia siempre, después de la Virgen Madre de Dios, Esposa suya, honró al bienaventurado José con los mayores honores y alabanzas e imploró su protección en las dificultades" (Sagrada Congregacióti de Ritos, 1869).

Pio IX declaró solemnemente al Patriarca San José Patrono de la Iglesia Católica, poniéndose a sí misma y a todos los fieles bajo el poderosísimo patrocinio del Patriarca (cfr. Decr. Quemadmodum Deus, 8-X-1870).

León XIII añadió: "San José es, a título propio, patrono de la Iglesia, y ésta, a su vez, muchísimo espera de su defensa y patrocinio ... Del mismo modo que María, Madre del Salvador, es Madre universal de todos los cristianos, José mira a toda la multitud de todos los cristianos, multitud que le sigue confiada. Es defensor de la Santa Iglesia, que es verdaderamente la casa del Señor y el reino de Dios en la tierra" (Enc. Quamquam pluries, 15-VIII-1889).

"La Iglesia entera reconoce en San José a su protector y patrono. A lo largo de los siglos se ha hablado de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Por eso, desde hace muchos años, me gusta invocarle con el título entrañable: Nuestro Padre y Señor" (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n.39).

CULTO Y DEVOCIÓN A SAN JOSÉ
Su culto en la Iglesia.
a) El papa Sixto IV, en el año 1476, establece para la diócesis de Roma el 19 de marzo como fiesta de San José, que luego se extendió a la Iglesia universal.
b) Pio IX lo declara Patrono Universal de la Iglesia (8-XII1870).
c) Pio XII establece la celebración de San José Obrero, el lo de mayo, presentándolo como modelo de los trabajadores.
d) Benedicto XV declara a San José como singular protector de los moribundos (25-VII-1920).e) Juan XXIII lo incluye en la relación de Santos, después de María, en el Canon Romano de la Misa (S.C. de los Ritos, Decr. (13-XI-1962).

Devociones más extendidas.
a) Como maestro de oración (cfr. Santa Teresa de Jesús, Vida, cap.6);
b) como maestro de la vida interior (cfr. Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Es Cristo que pasa, n.39 y ss);
c) patrono de los moribundos (cfr. Benedicto XV, 25-VII-1920);
d) la familia de José, la Sagrada Familia, modelo de los hogares cristianos (cfr. Benedicto XV, 25-VII-1920);
e) las Letanías de San José (cfr. Pio XI, 21-III-1935);
f) dedicarle los miércoles, de cada semana;
g) del mismo modo el mes de marzo, de cada año;
h) la piadosa consideración de sus siete dolores y gozos;
i) los siete domingos de San José, anteriores al 19 de Marzo de cada año.

"Deseo vivamente que el presente recuerdo de la figura de San José renueve también en nosotros la intensidad de la oración que hace un siglo mi Predecesor recomendó dirigirle. Esta plegaria y la misma figura de José adquieren una renovada actualidad para la Iglesia de nuestro tiempo, en relación con el nuevo milenio cristiano" Juan Pablo II, Enc. Redemptoris custos, n.32).

"Para que en todos crezca la devoción al Patrono de la Iglesia universal y el amor al Redentor, al que él sirvió ejemplarmente" (Ibidem, n.1).

Tomado de: TEOLOGÍA DE LA SMA. VIRGEN MARÍA – GUSTAVO RUIZ / ALBERTO VEGA

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