El propósito de este artículo es presentar ocho textos sobre la composición y los autores de los Evangelios extraídos de la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (265-339), uno de los primeros historiadores de la Iglesia. Utilicé como fuente la versión de la Historia Eclesiástica de Eusebio de la colección de escritos patrísticos traducidos al inglés Nicene and Post-Nicene Fathers [Padres Nicenos y Post-Nicenos] de Alexander Roberts y James Donaldson (1885), publicada en Wikisource en esta página:
Mis referencias a la Historia Eclesiástica
de Eusebio tendrán la forma HE x, y, z, donde x indica el número del
libro, y indica el número del capítulo y z indica el número del párrafo. La
traducción del inglés al español es mía. Ofrezco entre corchetes algunas breves
aclaraciones o comentarios a los textos.
En los textos que reproduciré
a continuación Eusebio cita a cuatro autores cristianos anteriores a él: Papías, Ireneo, Clemente y Orígenes. Papías (69-150)
conoció al apóstol San Juan y fue obispo de Hierápolis. San Ireneo (140-202) fue obispo de Lyon y un gran adversario de
la herejía gnóstica. San Clemente de Alejandría (150-215)
fue director de la escuela cristiana de Alejandría. Orígenes (185-253) fue discípulo de Clemente y su
sucesor como maestro principal en la misma escuela. En uno de estos textos,
Eusebio se refiere también a San Panteno de
Alejandría (+200), quien fue maestro de Clemente y uno de los primeros
directores de la escuela de Alejandría.
“Y así, cuando
la palabra divina hubo hecho su morada entre ellos, el poder de Simón fue
extinguido e inmediatamente destruido, junto con él mismo. Y tan grandemente
iluminó el esplendor de la piedad las mentes de los oyentes de Pedro, que no
quedaron satisfechos con oír[lo] una sola vez, ni se contentaron con la
enseñanza no escrita del Evangelio divino, sino que con toda clase de súplicas
rogaron a Marcos, un seguidor de Pedro, y aquel cuyo Evangelio se conserva, que
les dejara un monumento escrito de la doctrina que les había sido comunicada
oralmente. Y ellos no cesaron hasta que lo persuadieron, y se convirtieron así
en la ocasión del Evangelio escrito que lleva el nombre de Marcos.
Y dicen que
Pedro, cuando supo por revelación del Espíritu lo que se había hecho, se agradó
del celo de los hombres, y que la obra [de Marcos] obtuvo la sanción de su
autoridad para el propósito de ser usada en las iglesias. Clemente en el libro
octavo de sus Hypotyposes da este relato, y con él está de acuerdo el
obispo de Hierápolis llamado Papías. Y Pedro hace mención de Marcos en su
primera epístola, que se dice que escribió en la misma Roma, como lo indica él
cuando llama a la ciudad, por medio de una figura [metafórica], Babilonia, como
lo hace en las siguientes palabras: ‘La iglesia que está en Babilonia, elegida
junto con vosotros, os saluda; y también lo hace Marcos, mi hijo.’ [1 Pedro
5,13]” (HE 2, 15, 1-2).
MARCOS FUE EL PRIMERO EN ANUNCIAR EL CRISTIANISMO A
LOS HABITANTES DE EGIPTO
“Y se dice que
este Marcos fue el primero que fue enviado a Egipto, y que él proclamó el
Evangelio que había escrito, y estableció primero iglesias en Alejandría.
Y la multitud de
los creyentes, tanto hombres como mujeres, que se reunieron allí desde el
principio y vivieron vidas del ascetismo más filosófico y excesivo, fue tan
grande, que Filón pensó que valía la pena describir sus actividades, sus
reuniones, sus entretenimientos y toda su forma de vida.” (HE 2, 16, 1-2).
DEL ORDEN DE LOS EVANGELIOS
“Este extracto
de Clemente lo he insertado aquí por el bien de la historia y para beneficio de
mis lectores. Señalemos ahora los escritos indiscutibles de este apóstol [Juan].
Y en primer lugar su
Evangelio, que es conocido por todas las iglesias bajo el cielo, debe ser
reconocido como genuino. Que con buena razón ha sido puesto por los antiguos en
el cuarto lugar, después de los otros tres Evangelios, puede hacerse evidente
de la siguiente manera.
Aquellos hombres grandes y
verdaderamente divinos, quiero decir los apóstoles de Cristo, fueron
purificados en su vida, y estuvieron adornados con todas las virtudes del alma,
pero fueron incultos en el habla. Ellos estaban seguros en su confianza en el
poder divino y obrador de maravillas que les fue otorgado por el Salvador, pero
no sabían cómo, ni lo intentaron, proclamar las doctrinas de su maestro en un
lenguaje estudiado y artístico, sino que, empleando sólo la demostración del
Espíritu divino, que obraba con ellos, y el poder prodigioso de Cristo, que se
manifestaba a través de ellos, publicaron el conocimiento del reino de los
cielos por todo el mundo, prestando poca atención a la composición de obras
escritas.
Y esto lo hicieron porque
fueron asistidos en su ministerio por uno más grande que el hombre. Pablo, por
ejemplo, que los superaba a todos en vigor de expresión y en riqueza de pensamiento,
no se dedicó a escribir más que epístolas muy breves, aunque tenía innumerables
asuntos misteriosos que comunicar, porque había alcanzado incluso la visión del
tercer cielo, había sido llevado al mismísimo paraíso de Dios, y se le había
considerado digno de oír allí palabras inefables.
Y el resto de los seguidores
de nuestro Salvador, los doce apóstoles, los setenta discípulos y muchos otros
más, no ignoraban estas cosas. Sin embargo, de todos los discípulos del Señor,
sólo Mateo y Juan nos han dejado memoriales escritos, y ellos, dice la
tradición, fueron llevados a escribir sólo bajo la presión de la necesidad.
Porque Mateo, que había
predicado primero a los hebreos, cuando estaba por ir a otros pueblos, puso por
escrito su Evangelio en su lengua materna, y así compensó por la pérdida de su
presencia a los que se vio obligado a dejar.
Y cuando Marcos y Lucas ya
habían publicado sus Evangelios, se dice que Juan, que había empleado todo su
tiempo en proclamar el Evangelio oralmente, finalmente procedió a escribir por
la siguiente razón. Habiendo llegado a manos de todos y también a las suyas los
tres Evangelios ya mencionados, se dice que él los aceptó y dio testimonio de
su veracidad; pero que les faltaba un relato de las obras hechas por Cristo al
comienzo de su ministerio.
Y esto ciertamente es verdad.
Porque es evidente que los tres evangelistas registraron sólo las obras
realizadas por el Salvador durante un año después del encarcelamiento de Juan
el Bautista, y así lo indicaron al comienzo de sus relatos.
Pues Mateo, después del ayuno
de cuarenta días y de la tentación que le siguió, indica la cronología de su
obra cuando dice: ‘Cuando [Jesús] oyó que Juan
había sido entregado, se retiró (de Judea) a Galilea.’ [Mateo 4,12].
Asimismo Marcos dice: ‘Después que Juan fue entregado, Jesús marchó a Galilea.’
[Marcos 1,14]. Y Lucas, antes de comenzar su relato de las obras de Jesús,
señala igualmente el momento, cuando dice que Herodes ‘añadió
a todas las malas obras que había hecho la de encerrar a Juan en la cárcel.’ [Lucas
3,19-20].
Se dice, pues, que el apóstol
Juan, habiéndosele pedido que lo hiciera por este motivo, dio en su Evangelio
un relato del período que habían omitido los evangelistas anteriores, y de las
obras realizadas por el Salvador durante ese período; es decir, de las
realizadas antes del encarcelamiento del Bautista. Y esto lo indica él, se
dice, con las siguientes palabras: ‘Así… Jesús dio
comienzo a sus señales’ [Juan 2,11]; y de nuevo cuando se refiere al
Bautista, en medio de las obras de Jesús, como todavía bautizando en Ainón
cerca de Salim; donde declara el asunto claramente con las palabras: ‘Porque Juan aún no había sido arrojado a la prisión.’ [Juan
3,24].
Por consiguiente Juan, en su
Evangelio, registra las obras de Cristo que se realizaron antes de que el
Bautista fuera encarcelado, pero los otros tres evangelistas mencionan los
eventos que sucedieron después de ese momento.
Quien comprende esto ya no
puede pensar que los Evangelios están en desacuerdo unos con otros, ya que el Evangelio
según Juan contiene los primeros actos de Cristo, mientras que los otros dan
cuenta de la última parte de su vida. Y la genealogía de nuestro Salvador según
la carne Juan la omitió muy naturalmente, porque ya había sido dada por Mateo y
Lucas, y comenzó con la doctrina de su divinidad, que había sido, por así
decir, reservada para él, como su superior, por el Espíritu divino.
Estas cosas que hemos dicho
acerca del Evangelio de Juan pueden bastar. La causa que condujo a la
composición del Evangelio de Marcos ya ha sido expuesta por nosotros.
Pero en cuanto a Lucas, al
comienzo de su Evangelio, él mismo expone las razones que lo llevaron a
escribirlo. Él afirma que como muchos otros habían emprendido más
precipitadamente la composición de una narración de los eventos de los que él
había adquirido un conocimiento perfecto, él mismo, sintiendo la necesidad de
librarnos de sus opiniones inciertas, entregó en su propio Evangelio un relato
exacto de aquellos eventos respecto a los cuales había conocido toda la verdad,
ayudado por su intimidad y su estadía con Pablo y por su relación con el resto
de los apóstoles.
Hasta aquí nuestro propio
relato de estas cosas. Pero en un lugar más apropiado intentaremos mostrar con
citas de los antiguos lo que otros han dicho acerca de ellas.
Pero de los escritos de Juan,
no sólo su Evangelio, sino también la primera de sus epístolas, ha sido
aceptada sin discusión tanto ahora como en los tiempos antiguos. Pero las otros dos están en disputa.” (HE 3, 24,
1-17).
DE LOS ESCRITOS DE PAPÍAS
“’También esto
dijo el presbítero: Marcos, habiéndose convertido en el intérprete [o
secretario, según otras fuentes] de Pedro, escribió exactamente, aunque no en
orden, todo lo que [Pedro] recordaba de las cosas dichas o hechas por Cristo.
Porque él [Marcos] no escuchó al Señor ni lo siguió, sino que después, como
dije, siguió a Pedro, quien adaptó su enseñanza a las necesidades de sus
oyentes, pero sin intención de dar un relato conectado de los discursos del
Señor, por lo que Marcos no cometió ningún error al escribir así algunas cosas
tal como [Pedro] las recordaba. Porque él [Marcos] tuvo cuidado de una [sola]
cosa, no omitir ninguna de las cosas que había oído, y no declarar ninguna de
ellas falsamente.’ Estas cosas son relatadas por Papías acerca de Marcos.
Pero acerca de
Mateo él escribe lo siguiente: ‘Así pues Mateo escribió los oráculos [de Jesús]
en la lengua hebrea, y cada uno los interpretó [o registró o tradujo, según
otras fuentes] como pudo’. Y el mismo escritor usa testimonios de la primera
Epístola de Juan e igualmente de la de Pedro. Y relata otra historia de una
mujer que fue acusada de muchos pecados ante el Señor, que está contenida en el
Evangelio según los Hebreos. Hemos creído necesario observar estas cosas además
de lo que ya se ha dicho.” (HE 3, 39, 15-16).
DE LAS AFIRMACIONES DE IRENEO CON RESPECTO A LAS
SAGRADAS ESCRITURAS
“Ya que al
comienzo de esta obra prometimos dar, cuando fuere necesario, las palabras de
los antiguos presbíteros y escritores de la Iglesia en las que han declarado
aquellas tradiciones que les llegaron acerca de los libros canónicos, y ya que
Ireneo fue uno de ellos, ahora daremos sus palabras y, en primer lugar, lo que
dice de los santos Evangelios:
‘Mateo publicó
su Evangelio entre los hebreos en su propio idioma, mientras Pedro y Pablo
predicaban y fundaban la iglesia en Roma.
Después de su
partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, también nos transmitió por
escrito las cosas que Pedro había predicado; y Lucas, el asistente de Pablo,
registró en un libro el Evangelio que Pablo había declarado.
Después Juan, el
discípulo del Señor, que también se reclinó sobre su pecho, publicó su
Evangelio, estando en Éfeso de Asia.’
Él [Ireneo] dice
estas cosas en el tercer libro de su obra antes mencionada [Contra las
herejías].” (HE 5, 8, 1-5).
PANTENO EL FILÓSOFO
“Por ese tiempo,
Panteno, un hombre muy distinguido por su saber, se hizo cargo de la escuela de
los fieles en Alejandría. Una escuela de enseñanzas sagradas, que continúa
hasta nuestros días, fue establecida allí en tiempos antiguos, y según nos han
informado, fue dirigida por hombres de gran habilidad y celo por las cosas
divinas. Entre éstos, se informa, Panteno era en ese momento especialmente
conspicuo, ya que había sido educado en el sistema filosófico de los llamados
estoicos.
Se dice que él
desplegó tal celo por la Palabra divina, que fue designado como heraldo del
Evangelio de Cristo para las naciones de Oriente, y fue enviado hasta la India.
Porque en verdad todavía había muchos evangelistas de la Palabra que buscaban
sinceramente usar su celo inspirado, a ejemplo de los apóstoles, para el
aumento y la edificación de la Palabra divina.
Panteno fue uno
de éstos, y se dice que fue a la India. Se informa que entre las personas de
allí que conocían a Cristo, él encontró el Evangelio según Mateo, que había
anticipado su propia llegada. Porque Bartolomé, uno de los apóstoles, les había
predicado, y les había dejado la escritura de Mateo en la lengua hebrea, que
habían conservado hasta ese momento.
Después de
muchas buenas obras, Panteno finalmente se convirtió en el director de la
escuela de Alejandría y expuso los tesoros de la doctrina divina tanto
oralmente como por escrito.” (HE 5, 10, 1-4).
LAS ESCRITURAS MENCIONADAS POR CLEMENTE DE
ALEJANDRÍA
“De nuevo, en
los mismos libros [Hypotyposes], Clemente da la tradición de los
primeros presbíteros, en cuanto al orden de los Evangelios, de la siguiente
manera:
‘Los Evangelios
que contienen las genealogías’ [Mateo y Lucas], dice, ‘fueron escritos primero.
El Evangelio según Marcos tuvo esta ocasión. Como Pedro había predicado la
Palabra públicamente en Roma y declarado el Evangelio por el Espíritu, muchos
de los presentes pidieron que Marcos, que lo había seguido durante mucho tiempo
y recordaba sus dichos, los escribiera. Y habiendo compuesto el Evangelio, lo
dio a los que lo habían pedido.
Cuando Pedro se
enteró de esto, ni lo prohibió ni lo alentó directamente. Pero, por último,
Juan, percibiendo que los hechos externos habían sido aclarados en el
Evangelio, siendo instado por sus amigos e inspirado por el Espíritu, compuso
un Evangelio espiritual.’ Éste es el relato de Clemente.” (HE 6, 14, 5-7).
LA RESEÑA DE ORÍGENES DE LAS ESCRITURAS CANÓNICAS
“En su primer
libro sobre el Evangelio de Mateo, manteniendo el Canon de la Iglesia,
[Orígenes] testifica que él conoce sólo cuatro Evangelios, escribiendo así:
‘De los cuatro
Evangelios, que son los únicos indiscutibles en la Iglesia de Dios bajo el
cielo, he sabido por tradición que el primero fue escrito por Mateo, quien fue
una vez publicano, pero luego apóstol de Jesucristo, y fue preparado para los
conversos del judaísmo y publicado en el idioma hebreo.
El segundo es de
Marcos, quien lo compuso según las instrucciones de Pedro, quien en su epístola
católica lo reconoce como hijo, diciendo: ‘La iglesia que está en Babilonia,
elegida juntamente con vosotros, os saluda, y también lo hace Marcos, mi hijo.’
[1 Pedro 5,13].
Y el tercero por
Lucas, el Evangelio recomendado por Pablo y compuesto para gentiles conversos.
Por último, el de Juan’.” (HE 6, 25, 3-6).
Daniel Iglesias Grèzes
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