“Las personas valen más que las cosas”, aseveró el Papa Francisco este martes 18 de agosto en un mensaje sobre la administración cristiana de las riquezas.
En el mensaje, publicado en su perfil oficial de la red social Twitter,
el Pontífice afirma que “la riqueza puede llevar a
construir muros. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a transformar
bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y
cuentan más que las riquezas que se poseen”.
La riqueza puede llevar a construir muros. Jesús, por el contrario,
invita a sus discípulos a transformar bienes y riquezas en relaciones, porque
las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que se
poseen.
— Papa Francisco
(@Pontifex_es) August 18, 2020
Este mensaje se suma a otros que el Santo Padre difundió en los últimos
días sobre la vida cristiana. En una carta a los religiosos y religiosas de
Brasil con motivo de la Semana de la Vida Consagrada, que se está celebrando
del 16 al 22 de agosto, Francisco recordó que “el
camino vocacional tiene su origen en la experiencia de saberse amado por Dios”.
“La propia vida es ya fruto de una llamada de Dios;
nos llamó a la vida porque nos ama y lo predispuso todo para que cada uno de
nosotros fuese único, acompañándonos a lo largo de los caminos polvorientos de
nuestra vida”, afirmó en la carta.
En otra misiva enviada por medio del Secretario de Estado del Vaticano,
Cardenal Pietro Parolin, a los participantes en el Encuentro “Meetin per l’amicizia fra i popili” (Encuentro
por la amistad entre los pueblos), que se está celebrando en la localidad italiana
de Rimini, Francisco puso de relieve un efecto inesperado del confinamiento por
la pandemia de coronavirus: el redescubrimiento de la capacidad de asombrarse.
“En los últimos meses hemos experimentado esa
dimensión del estupor que asume la forma de la compasión ante el sufrimiento,
ante la fragilidad, ante la precariedad de la existencia”.
Asimismo, durante el Ángelus dominical del 16 de agosto, el Papa
Francisco invitó a no ocultar las heridas de la historia personal de cada uno,
sino asumirlas y ponerlas delante de Dios.
“Cada uno de nosotros tiene su propia historia” por lo que cuestionó: “¿Qué hago yo con mi
historia? ¿La escondo?” por lo que sugirió que la “debemos llevar delante al Señor”.
Redacción ACI Prensa
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