miércoles, 26 de agosto de 2020

«NO IMPORTA SI TIENES UNO O 30 AÑOS, EL DIVORCIO DE TUS PADRES DUELE».

11 CONSEJOS ÚTILES

Tus padres se divorciaron. No importa si tienes un año o si tienes 30, el impacto es grande. A pesar de que el mundo te diga que ya estás adulto para que te afecte tanto, tu realidad cambia. El dolor es profundo e incluso puede que este te acompañe durante toda la vida, no solo el dolor sino el temor y la inseguridad. Cuando eres católico y sabes lo que un divorcio significa, el dolor puede ser más profundo aún.

Divorciarse es algo tan común en nuestros días. Los acuerdos prematrimoniales no son cosa rara. Entramos al matrimonio pensando en un plan B por si la cosa no funciona. Es más nos aconsejan así.

Consejos y pautas para los padres que se están divorciando hay muchos. Hay consejos para saber cómo tratar a los hijos, cómo conciliar mejor, cómo compartir la custodia y educación de los hijos. Las terapias y acompañamientos que nuestros hijos deben seguir, cómo superar el divorcio, en fin. Pero poco o casi nunca encontramos consejos para los hijos de padres divorciados, en especial cuando los hijos son mayores.

Cuando ya eres mayor, y no me refiero solo a la adultez, sino desde cuando ya estás entrando a la juventud, parece que el único consejo que obtenemos es: «Ya estás grande, tú entiendes esto». Pero sucede, en muchos casos, que aunque entendemos, no sabemos qué hacer. Nos duele, no sabemos con quién compartirlo y muchas veces nos da vergüenza decirlo.

Pensando en aquellos que viven esta situación, aquí les dejamos algunos consejos, desde la luz de la fe y la experiencia, que encontramos útiles y que confiamos puedan ser de ayuda para los que viven esto. También para los que tienen que acompañar a alguien que está pasando por esta situación o similar:

1. TÚ NO TIENES LA CULPA

No solo te lo han dicho mil veces, lo has leído y lo has entendido. Pero el corazón y los sentimientos muchas veces no están alineados con la razón, toma tiempo.

Cuando somos adultos creemos que hay algo que hubiéramos podido hacer: «Si hubiera conversado con papá antes», «si me hubiera quedado al lado de mamá», «si los hubiera confrontado», «si hubiera reclamado que fueran a terapia». El «hubiera» no existe.

Tus padres se separaron por decisión propia y por razones que tal vez tú no sepas o ni siquiera imagines. No se separaron porque tú hiciste o dejaste de hacer algo. La relación de tus padres es de ellos, no tuya. No hay nada que hayas podido hacer, además esa no era tu responsabilidad.

2. NO TEMAS DECIR NO. LAS DIFERENCIAS DE TUS PADRES NO SON LAS TUYAS

No porque seamos adultos, los padres dejan de vernos como «suyos». Los padres muchas veces tratan de usarnos como nexos para intercambiar mensajes, para hacernos ver la posición de cada uno o incluso justificar su decisión. Siendo adultos y queriéndolos tanto nos es difícil no involucrarnos en esta situación, incluso con la intención de mejorar las cosas.

No digo que te desentiendas de tus padres. Tal vez efectivamente puedas hablar con uno o con otro de sus cosas en algún momento. Pero si la situación te es muy dolorosa no te quedes ahí metido. Aprende a decir que no, por muy doloroso que te parezca.

Ese no es tu lugar, es responsabilidad de ellos buscar un canal diferente a sus hijos para aprender comunicarse. Como adulto eres capaz de hacerlo, paso a paso. No temas decir no. Esto también será de mucha ayuda para ellos.

3. MANTÉN EL RESPETO. LOS DOS SIGUEN SIENDO TUS PADRES, ESO NO CAMBIA

Tus padres siempre serán tus padres. Depende del motivo y de la forma en que se hayan dado las cosas, al inicio todo parece confuso y es doloroso. No pierdas el respeto, por muy grandes que hayan sido los errores de uno o del otro. Tú eres ajeno a la situación por la cual se están separando y ellos no son peores personas por separarse.

No conoces las razones de fondo. Tal vez incluso se casaron sin saber bien a lo que iban y los años les pasaron por encima como un torbellino. Hay tantas razones, válidas y no para una separación. A ti te toca amarlos y respetarlos.

Recuerda que respeto no significa actuar como siempre, o ser cariñoso si no lo sientes. Respeto significa no olvidar que siguen siendo tus padres. No los trates mal o desde el rencor, esto solamente aumentará su dolor y el tuyo.

4. ES UNA DIFÍCIL SITUACIÓN, TRATA DE NO JUZGAR

Nuevamente, tú no sabes exactamente cómo han sucedido las cosas entre tus padres. Solo ellos conocen su historia con detalle. No juzgues y no te enredes en los «si hubieran…».

No trates de entenderlo todo, por lo menos no al principio. Hay cosas que van más allá de la compresión de cualquiera y el tiempo va a ser tu gran aliado para ir comprendiendo y sanando.

5. ACEPTA QUE TUS PAPÁS YA NO ESTÁN JUNTOS

Parece obvio, pero muchas veces el dolor se hace grande porque realmente no hemos aceptado la ruptura. Deseamos que vuelvan a estar juntos o que la historia hubiera sido distinta.

Si bien la esperanza en que un matrimonio separado pueda volver a reunirse en cualquier momento es una realidad bella, el que vivas pendiente de esto solo te va a traer más dolor.

Trata de aceptar que tus papás ya no están juntos y concéntrate en reinventar una forma de relacionarte con ellos. Concéntrate en amarlos y en entender que siguen siendo familia. Concéntrate en vivir el presente.

6. SI HAY UNA NUEVA PAREJA, NO ES TU OBLIGACIÓN CONOCERLA Y LLEVARTE BIEN CON ELLA

Puede que el motivo haya sido un tercero o no. O simplemente puede ser que el tiempo haya pasado. El tema es que no solo es común el divorcio en nuestros días sino que además es difícil estar solo. Las nuevas parejas aparecen.

Y para un hijo adulto es casi una obligación forjar una relación con esta tercera persona que ocupa el lugar que alguna vez ocupó alguno de sus padres. Conocer a la nueva pareja, aceptarla y entablar una relación familiar con ella, no es algo sencillo, y recuerda que esto está lejos de ser una obligación.

Si no quieres hacerlo, o aún no puedes hacerlo, explícaselo a tus padres, eres libre de hacerlo. Dales tus razones, quiénes mejor que ellos para entender el corazón de un hijo, más aún si la nueva pareja fue uno de los motivos de la separación. Más adelante, con el tiempo, tal vez.

7. SI TE DUELE, DILO

No porque seas adulto te tienes que guardar el dolor o fingir no sufrirlo. Expresarlo te va a ayudar. Entiende que los sentimientos si se guardan, tarde o temprano encuentra por donde salir.

No solo te va a ayudar en lo personal sino que tal vez ayude a tus padres a que se relacionen de una mejor manera contigo. Quedarnos callados además de aumentar la indiferencia frente a una situación tan grave, vuelve al mundo más insensible. Nos resta a todos, habla de tus sentimientos.

8. BUSCA AYUDA

Si no puedes por ti mismo, busca ayuda. El que seas mayor no significa que puedes hacerte cargo de todo. Las separaciones pueden tener muchos motivos y estos pueden ser tan duros que no podamos con ellos.

Una separación provoca en nosotros, los hijos y en la relación familiar muchos cambios y miedos. Busca a alguien que pueda ayudarte a ver mejor, a entender y a hacerte cargo de lo que está sucediendo.

No tengas miedo de acudir a un profesional que te oriente y te enseñe a manejar esto por tu bien y por el de los demás. Incluso tu futuro sentimental podría estar en juego sino sanas bien la historia con tus padres. ¡Anímate a hacerlo!

9. NO LLENES TU CORAZÓN DE RENCOR INÚTIL, PERDONA

Cuando una familia se rompe, las heridas salen y sangran. El rencor aflora. Son tus padres, pero antes de eso son seres humanos y comenten errores. Puede ser que tengas la intención de no hacer lo mismo, pero no olvides que ninguno de nosotros puede decir, «de esta agua no beberé».

Trata de ver la situación objetivamente tal vez no en el momento pero con el tiempo. Si te han causado mucho daño, perdónalos en tu corazón por el dolor causado. No es algo sencillo y nuevamente toma tiempo e incluso necesitará del apoyo de muchos.

10. NO TE VA A PASAR LO MISMO. TÚ NO ERES TU PADRE O TU MADRE

Vivir con el fantasma de que a ti te puede pasar lo mismo es insoportable. Los miedos de vivir o repetir la historia de nuestros padres es común.

Este miedo puede ser tan grande que parece que es mejor nunca casarse, que el amor no dura para siempre, que no existe, que mejor me quedo soltero y así me evito tanto sufrimiento.

Recuerda: eres diferente, único e irrepetible, y tienes la libertad de llevar a cabo tus propias elecciones. El divorcio de tus padres no determina tu futuro. Aprende, fórmate y trabaja por conseguir un matrimonio feliz si esa es tu vocación.

11. BUSCA A DIOS

A veces aunque tratamos y tratamos, los años pasan y el dolor permanece. Hay heridas que podemos llevar toda la vida. Descansa en Dios, que Él sea tu refugio y el mayor consuelo. Él mejor que nadie conoce tus dolores y tus anhelos. Así como a ti te duele que tus padres se hayan divorciado, a Él también le duele.

Confía en su misericordia y confíale el dolor de tu corazón. Siéntate frente al Santísimo y pídele que sane tus heridas o por lo menos las dulcifique, hazlo intensamente, ofréceselas.

Pídele por tus padres, para que Él les muestre el camino de regreso a casa, que no significa que vuelvan a estar juntos, sino que vuelvan y permanezcan en el amor de Dios.

Como último consejo, te recomiendo ver la conferencia online «El poder del perdón para sanar a tu familia». Estoy segura de que te puede ser de muchísima ayuda.

Escrito por Silvana Ramos

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