«Debemos ser una iglesia donde la gente sea bienvenida»
Mons. Diarmuid
Martin, arzobispo de Dublin, ha advertido contra la estrechez y la amargura de
algunos católicos que creen ser celosos en la defensa del mensaje de Jesús, así
como el reciente comportamiento racista de los jóvenes en Irlanda.
(Irish Times/InfoCatólica) Al comentar los «ejemplos de racismo y lenguaje intolerante
creciente aquí en nuestro propio país» el prelado aseguró
estar «asustado cuando escucho historias de
intolerancia racista por parte de grupos de jóvenes».
Esos jóvenes «pueden no darse cuenta de lo perjudicial que es su
comportamiento, pero el lenguaje racista nunca es divertido. La
intolerancia racista siempre es un lenguaje peligroso y siempre es
una calle de un solo sentido hacia la negatividad y la falta de respeto».
Dentro de la propia Iglesia,
dijo, «el lenguaje del odio nunca se puede
reconciliar con las enseñanzas de Jesús».
CELOSOS,
INTOLERANTES, FANÁTICOS
A lo largo de la historia de la
Iglesia «hemos visto a los creyentes construir barreras de
estrechez y amargura, cuando creen que simplemente están siendo celosos en la defensa del mensaje de Jesús.
La enseñanza de Jesús nunca puede contemplar la intolerancia o el
fanatismo hacia las personas que consideramos diferentes», dijo.
Y añadió:
«Debemos
ser una iglesia donde la gente sea bienvenida, respetada y apreciada incluso en
su diferencia. El odio y la intolerancia nunca pueden fomentar
la bondad y el amor. El lenguaje del odio nunca puede reconciliarse con las
enseñanzas de Jesús.
Cuando los
creyentes y las comunidades eclesiásticas se vuelven estrechos de miras y
juzgadores, dejan a la gente marginada y no amada con su esperanza frustrada y
su dignidad rota»
Se dio el caso de que «en algunos círculos hoy en día hay una creciente
polarización dentro de nuestra Iglesia. Hay quienes sienten que
pueden estar defendiendo celosamente la Iglesia mientras son intolerantes e
irrespetuosos con aquellos con los que no están de acuerdo», dijo.
«Cuando
a lo largo su historia la intolerancia se ha extendido dentro de la Iglesia, no
han sido momentos de nobleza, sino todo lo contrario. Dondequiera
que la intolerancia ha jugado un papel dominante en la sociedad, la sociedad se
ha empobrecido y socavado», concluyó.
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