Señor en este tiempo de
pandemia hemos aprendido tanto, hemos cambiado y transformado nuestra forma de
ser, pensar y actuar. Nos falta mucho por aprender y por crecer, pero hemos
comenzado el camino.
Hemos aprendido que no podemos
vivir solos, que la presencia del otro es indispensable. Que la cercanía, el
contacto y el estar viviendo en comunidad son esenciales, que el desamor nos
llena de soledad y tristeza.
Hemos aprendido, que los
enfermos cuentan, que la corrupción mata, que la falta de equidad es una
enfermedad gravísima y que la educación es necesaria.
Hemos
aprendido que no necesitamos mucho para estar bien, para ser felices, para
llegar a encontrarte a ti. Pues gracias al encuentro con nosotros mismos en el silencio del hogar y
al calor de la presencia familiar, hemos aprendido a ver tu amor providente que
nos auxilia.
Señor ya comprendimos lo
necesario que es ser humanos sin
olvidarnos del cielo. Lo urgente de valorar y respetar el
amor, y la apremiante necesidad de recuperar esos espacios de encuentro con los
demás, encuentros que antes dábamos por innecesarios y banales.
Esta
prueba nos ha llevado a descubrir nuevas formas de amarte, verte, sentirte y
descubrirte en nuestras vidas. Hemos podido adquirir una conciencia más clara de tu amor hacia
nosotros, hemos logrado aprender a amar a los demás, amar al otro sin juzgar,
sin temor…
Esta experiencia Señor, nos ha
hecho olvidar tanto orgullo y vanidad que solo construye muros en vez de
puentes, tanto prejuicio que aísla nuestra existencia y la priva de toda
capacidad de amar.
Señor, ya hemos aprendido, por
favor líbranos ya de esta prueba, permítenos volver a abrazarnos sin temor.
Regálanos nuevamente la oportunidad de disfrutar las caricias, la presencia, la
palabra cercana y real, el contacto sano y vital de la amistad.
Queremos disfrutar nuevamente
de la naturaleza, del mundo, de la realidad. Dejar las paredes de casa para
salir a demostrar que esto nos ha vuelto más humanos y menos orgullosos, hemos
recordado que somos frágiles.
Líbranos de esta pandemia
Señor, pero también de la pandemia de la inequidad, del desamor, de los odios,
guerras, injusticias, y demás lastres que acaban con la humanidad, líbranos
Señor de no haber aprendido nada. De salir y volver a cometer los mismos
errores.
Que
las sonrisas vuelvan pronto Señor, no permitas que tengamos que aprender a
vivir con sonrisas ocultas tras un tapabocas. Por favor regrésanos ese don
tan hermoso de sonreír y comunicar tu paz, que con las sonrisas vuelven también
los saludos sinceros, los abrazos confidentes, las miradas dadoras de dignidad.
Devuélvenos aquella gratificante sensación de comunidad.
Señor,
hemos aprendido tanto sobre lo que en realidad es importante. Sobre lo
que nos hace humanos y sobre todo lo que debemos cambiar, evitar y erradicar.
Ayúdanos a no olvidar y que esas corrientes de la normalidad no nos arrastren
hacia los ríos de aguas turbulentas de las que hemos salido.
Llévanos Señor a tu barca, aquella en la que tu voz apacigua la
tormenta y nos regala la paz. Señor líbranos ya de esta prueba y regálanos tu
paz… Amén.
Escrito por Mauricio Montoya
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