lunes, 22 de junio de 2020

EL SIGNIFICADO DE LA CAPA PLUVIAL


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Del latín tardío “cappa”, de “capere”, coger, contener. Del latín vulgar ‘plóvere: llover, porque originalmente fue empleada para protegerse de la lluvia en las procesiones.

Por: Redacción Catholic.net | Fuente: tallereseclesiasticosbelen.com
Capa abierta por delante, cubre toda la espalda del sacerdote y llega hasta cerca del suelo, sujeta adelante por un broche. En todo momento a lo largo de la historia, suele adornarse con flecos y bordados.

Servía en un principio, para proteger de las lluvias en las funciones al aire libre, y procesiones. Hoy se sigue utilizando en las mismas ocasiones, y en las laudes y vísperas solemnes, exequias, bendiciones eucarísticas, para la hora Santa o procesiones con el Santísimo, algunas veces para celebraciones como el Bautismo, Matrimonio, Confirmación y funerales.

La capa llamada pluvial puede ser de seda, raso, o telas brocadas, en los colores litúrgicos.
Su uso es facultativo, es decir, libre o voluntario.

Capa pluvial: según algunas teorías, la capa pluvial se deriva de la antigua lacerna o birrus, un vasto semicírculo de lana blanca, bastante pesado pero buen protector. Otros consideran que su origen no es otro que el de una paenula transformada, con capuchón para la lluvia y abierta por delante para mayor comodidad.

La capa pluvial fue llevada, desde la temprana Edad Media, en los días solemnes por los miembros más ilustres de los monasterios, y en especial por los cantores. Mientras la casulla mantenía su forma tradicional, por razones simbólicas, la capa más holgada, para el movimiento de los brazos, se impuso rápidamente en las ceremonias menores, como procesiones, incensaciones y consagraciones.

Su uso se generalizó en el siglo XI. Aunque ha sido difícil determinarlo con exactitud, el capuchón desapareció para uso litúrgico hacia finales del siglo XIII. Su supresión podría también explicarse por motivos prácticos, ya que al confeccionarse la capa con telas preciosas y pesadas, el capuchón se convertía en una inmensa molestia. De todos modos, este capuchón fue agrandándose y redondeándose para convertirse en la muceta, una esclavina que cubre el pecho y la espalda, con botones por delante, de uso exclusivo de los prelados; de color rojo, negro o morado.

Debe aclararse aquí que la capa pluvial no ha sido nunca una vestidura propiamente sacerdotal, y puede ser usada por clérigos, cantores y monjes.

Existen, claro, diversos tipos de capas: el mantum papal de color rojo, que desde el siglo XI constituía, con la tiara, la insignia pontificia por excelencia; la cappa choralis, de capuchón rojo o negro, para los oficios del coro; la cappa magna, amplia y de cola larga, es roja para los cardenales y morada para obispos y arzobispos. Como se considera signo jurisdiccional, estos últimos no la pueden llevar fuera de la propia diócesis o provincia eclesiástica.

A la capa pluvial, por su carácter de manto abierto, se le empezó a sujetar por los dos extremos delanteros con un broche, que pronto tuvo una importancia ornamental, en la forma de placa amplia, ovalada o rectangular, de hasta 18 centímetros, que solía hacerse de plata u oro, con incrustaciones de piedras preciosas; el broche es llevado hoy en día solo por los obispos.

La decoración de la capa pluvial consistía básicamente en una especie de pectoral, que protegía la parte superior y que al ser puesta la capa caía por delante en forma de dos columnas verticales; en este aurifrisium los recamadores lucían todo su talento.

EL SIGNIFICADO DE LA CASULLA

La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía.

Por: Redacción | Fuente: tallereseclesiasticosbelen.com
Vestimenta exterior litúrgica, amplia y abierta por los costados, propio y distintivo del sacerdote. Se usa sobre el alba y la estola, únicamente para el Santo Sacrificio de la Misa.

Confeccionada en tela, tiene la forma de una capa, cerrada por delante con una abertura en el centro para imponerla en los hombros, tipo impermeable o poncho.

La casulla debe ser de material precioso, seda, raso o damasco, tisú de oro o plata y puede ser ornamentada con bordados de hilos de oro, plata o seda de colores diversos. La decoración de una casulla no está ordenada por ninguna ley litúrgica.

La casulla, junto con la dalmática y la capa pluvial, pertenece al conjunto de vestiduras sagradas superiores.

CAMBIA SU COLOR SEGÚN LA CELEBRACIÓN Y EL TIEMPO LITÚRGICO:
Blanco: Fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, María Santísima, santos no mártires. Símbolo de gloria, alegría, inocencia, pureza del alma.
Rojo: Pentecostés, Espíritu Santo, Fiestas de Apóstoles y mártires. Significa fuego de la caridad y sangre derramada por Cristo.
Verde: ordinario del año. Significa esperanza.
Morado: Adviento y Cuaresma. Signo de humildad y penitencia.
Rosado: Tercer domingo de Adviento: alegría, amor.
Azul: Inmaculada Concepción.

La Casulla Simboliza la caridad, que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los hombros, el suave yugo del Señor.

ESTA ES LA ORACIÓN QUE DICE EL SACERDOTE AL PONERSE LA CASULLA:
“Señor, que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia. Amén”.

Benedicto XVI sobre la casulla:
“Llevar el yugo del Señor significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad de Dios que se muestra en su ser hombre”.
“Algunas veces quisiéramos decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con todo –que en sí ha probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se apagan”.

La casulla se utiliza en la celebración de la misa en la liturgia católica, así como en las celebraciones de la “Alta Iglesia” anglicana  y de las iglesias luteranas escandinavas. Su homólogo en la liturgia de rito bizantino es el phelonion.

La casulla es la vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía. Uno de los gestos complementarios de la ordenación del presbítero, es la investidura de la casulla. Los sacerdotes con-celebrantes deben utilizarla, pudiendo omitirla tan sólo cuando no hubiere suficientes vestiduras, aunque el celebrante principal debe siempre portarla.

Se ha generalizado entre muchos sacerdotes la costumbre de celebrar la Misa sin casulla, tan sólo con alba y estola. La belleza y expresividad de los símbolos litúrgicos nos ayudan a adentrarnos en el misterio de Dios, por este motivo se debe prestar especial atención al cuidado de la liturgia.

UN POCO DE HISTORIA

En la historia ha tenido formas nobles y amplias, derivadas del manto romano llamado pénula. Hasta el siglo IV se llamó pianeta (o planeta) y sólo en el siglo VII adquirió el nombre que hoy tiene. Con el fin de reducir el peso de la vestidura y facilitar el movimiento de los brazos del sacerdote, se empieza a recortar los lados de la vestidura para devenir primero elíptica y luego rectangular, comúnmente llamadas en “guitarrón”.

Con el  movimiento litúrgico que comenzó en la primera mitad del siglo XX se procuró un retorno a las formas originales de la casulla, esto es amplia y con tejidos livianos, y que es el diseño actualmente más común, aunque no es raro encontrar el modelo anterior, sobre todo en iglesias históricas.

Las telas que se usaron para la confección de casullas eran, preferiblemente, las sedas, que ya desde el siglo V figuraban en el vestuario de iglesias. Las telas eran traídas de Alejandría, Damasco y Bizancio, durante los primeros siglos, y en la Edad Media de las fábricas que los árabes tenían en Sicilia y España; y luego del siglo XIII, las ciudades italianas de Génova, Luca y Venecia proveyeron a la casulla con riquísimas telas de damasco, brocado y terciopelo. Alguna que otra vez se emplearon telas menos lujosas como la lana, el hilo y el algodón.

Los motivos decorativos se amplían a partir de la Edad Media tardía, y consisten en dibujos geométricos o florales, basados en la estilización de ramos de grana o de figuras de animales reales o fantásticos, como gacelas, halcones y águilas bicéfalas.

La mayor parte de las casullas en “Vestuario para Dios” revelan decoraciones del primer tipo. Por supuesto, a la sofisticación de los tejidos se añadía la riqueza en bordados y labores manuales, que daban a las vestiduras litúrgicas un incomparable valor artístico.

Es de singular importancia el uso del recamado o `pintura’ con aguja, un arte de origen oriental perfeccionado en grado sumo en Bizancio, en el siglo XI. Durante los siglos XIII y XIV, todas las vestiduras litúrgicas se llenan de oro y perlas, camufladas entre follaje, arabescos, flores y animales; a estos motivos se le agregaron temas historiados, escenas bíblicas generalmente, que convirtieron el recamado, en especial el de Flandes e Inglaterra, en una verdadera clase de pintura.

En el período que se ha denominado del Gótico Internacional (siglo XV temprano), se trabajó el llamado oro sombreado, o sea, un fondo dorado que difuminaba la aguja con seda de diversos colores. Muchos recamadores flamencos y franceses realizaron espectaculares casullas, capas pluviales y dalmáticas diseñadas por Rafael, Pollaiolo y Veronese, entre otros.

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