La oración colecta es la primera oración que el sacerdote
recita in nomine Ecclesiae. Pero va precedida por un “Oremos".
“Oremos”. ¿Qué
es este “Oremos”? ¡Una invitación a orar, a callarse, a recogerse y rezar en el
silencio del corazón!
“Oremos”. ¡¡Hay que pararse!! No se trata de un aviso para que, del tirón,
corriendo, sin respirar, se recite ya la oración colecta.
“Oremos”. ¡Vamos a rezar! Despacio,
sin prisas. Pausa. Silencio. El sacerdote se detiene para rezar y todos los
fieles también.
“Oremos”.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
¿Cuánto tiempo? Si observamos la secuencia del papa san Juan Pablo
II, encontramos -¡vaya sorpresa, qué buen modelo
para imitar!- que dice: “Oremos” y reza en silencio unos 15-20
segundos. Luego extiende las manos y recita la plegaria litúrgica.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Silencio.
Unos
15 o 20 segundos, pausados, fervorosos. ¿Y
qué hacer? Es el momento de rezar: “Señor,
te ofrezco la Misa de hoy por mis hijos, también por la amiga que me pidió que
la encomendara; Señor, y por los enfermos, y te pido luz y gracia”.
Y el
sacerdote también; 15-20 segundos orando: “Señor, te ofrezco la Misa por las intenciones que
me han encargado; te pido por el equipo de Cáritas que se ha reunido. ¡Ah,
Señor!, ayúdame para corregir con caridad… y por todas las personas que han
pedido mi oración”.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Silencio. Veamos otra secuencia de san
Juan Pablo II. No es difícil imitarlo. Es decir “Oremos” y a continuación
orar unos 15 o 20 segundos en silencio. Luego se extienden las manos y se
recita la oración colecta.
¿Repasamos las rúbricas?
El Ordo Missae prescribe:
9. Acabado el himno, el sacerdote, con las manos
juntas, dice:
Oremos.
Y todos, junto con el sacerdote, oran en silencio
durante un breve espacio de tiempo.
Entonces el sacerdote, con las manos extendidas,
dice la oración colecta, al final de la cual, el pueblo aclama:
Amén.
La colecta termina siempre con la conclusión larga
que el sacerdote dice con las manos juntas.
Y
recuerdo que al pronunciar el nombre de “Jesucristo” en la conclusión, se inclina la cabeza
respetuosamente: “La inclinación de
cabeza se hace cuando se nombran al mismo tiempo las tres Divinas Personas, y
al nombre de Jesús, de la bienaventurada Virgen María y del Santo en cuyo honor
se celebra la Misa” (IGMR 275 a).
Y la IGMR 54:
“En seguida, el
sacerdote invita al pueblo a orar, y todos, juntamente con el sacerdote,
guardan un momento de silencio para hacerse conscientes de que están en la
presencia de Dios y puedan formular en su espíritu sus deseos. Entonces el
sacerdote dice la oración que suele llamarse “colecta” y por la cual se expresa
el carácter de la celebración. Por una antigua tradición de la Iglesia, la
oración colecta ordinariamente se dirige a Dios Padre”.
Entonces:
Hermanos
sacerdotes, hagamos esas pausas orantes de verdad, con silencio, tras el “Oremos” de la oración colecta.
Reverendísimos
Sres. Obispos: no corran en sus Misas estacionales;
“Oremos” y recen Sus Ilustrísimas con paz esos 15-20 segundos.
Fieles todos:
sepamos recogernos en lo interior, pedir al Señor, orar, aprovechando las
pausas y momentos de silencio de la Santa Misa.
Tic-tac.
Tic-tac.
Tic-tac.
Y vuelve a
ver las secuencias de san Juan Pablo II y asimila lo que hacía e imitemos ese
silencio.
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P.D. Gracias a
Fray David Álvarez, O.SS.T
Javier Sánchez
Martínez
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