Mi
madre era cajera en un restaurant aquí en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Un día
entró a trabajar de mesera una joven. A ese negocio frecuentemente hablan para
hacer pedidos o pedir informes. Mi mamá empezó a notar que siempre que llamaban
por teléfono la chava se ponía nerviosa y con cara de miedo, mi mamá decidió
cuestionarla del por que le ocurría eso, la chava con un poco de melancolía y
tristeza, le comenzó a contar que ella trabajaba en un taco H, era la cajera y
la persona que se encargaba de tomar las ordenes de servicio a domicilio, y que
un fin de semana normal, en el que el restaurant estaba llenísimo y repleto de
pedidos, sonó el teléfono, era la voz de un niño que con un tono de
desesperación pedía que le llevaran de comer, porque sus papás lo habían dejado
solo, no había comida, y que tenía mucha hambre. La cajera le dijo que no podía
tomarle la orden, porque la tenía que hacer un adulto, que esperara a sus
papás.
Fue tanta
la insistencia y la desesperación del niño, que la cajera decidió tomarle la
orden, el niño feliz le dijo que quería unos taquitos de lo que fueran y un
refresco, le dio la dirección, que era cerca de la Av. de la Raza dónde está el
establecimiento, ella le pregunto el nombre, un nombre que jamás se le iba a
borrar de la memoria, le respondió con una voz muy tierna me llamó Juanito,
ella le contesto que a más tardar en media hora tendría su orden, el niño dijo
gracias y colgó.
No habían
pasado ni cinco minutos cuando el teléfono volvió a sonar, era el niño que
desesperado y llorando, le preguntaba, que si ya llegaban sus taquitos, que
tenía mucha hambre, que ya no aguantaba más. La cajera sintiendo tristeza y
empatía por Juanito, le dijo que no se preocupará, que había muchos pedidos
pero que le iba a pedir de favor al repartidor que fuera primero a su casa a
llevárselo a él, el niño más tranquilo colgó, la cajera eso hizo le dijo al
repartidor que fuera con el niño primero.
Pasaron
10 minutos o poco más, Juanito volvió a llamar pero esta vez más en tono triste
y le preguntó, ¿no van a venir verdad?, la
cajera le dijo que sí que ya iban en camino, que tal vez ya estaban afuera, y
el niño emocionado le dio las gracias.
En este
lapso de tiempo llego el repartidor, y pito varias veces, nadie salía, se bajó
a tocar tal vez el niño no escuchaba el claxon, se paró en la puerta, toco
insistentemente mucho tiempo, hasta que de tanto tocar salió una señora de la
casa de un lado, le preguntó que a quién buscaba, le dijo que habían hecho un
pedido de esa casa pero no salía nadie, ella le dijo que tal vez se habían
equivocado porque esa casa tenia deshabitada tres años, el repartidor le dijo
que no era posible por que un niño que se llamaba Juanito había hablado para
ordenar con mucha insistencia, la vecina se puso pálida y con una voz quebrada
le dijo que así se llamaba el niño de la pareja que vivían ahí, pero que el
niño había fallecido tres años atrás y esa era la razón por la cual se habían
ido de la casa, le contó que al niño constantemente lo dejaban solo por irse a
trabajar o de fiesta, el repartidor quedó sorprendido y sintió un gran
escalofrío, tanto que decidió no seguir repartiendo y regresar al restaurante a
contarle a la cajera lo qué pasó y lo que le contó la vecina que había pasado
con Juanito, la cajera al escucharlo todo quedó fría y en un estado total de
pánico, en ese preciso instante sonó el teléfono y al levantar la bocina, solo
se escuchó la voz de Juanito diciendo: por que no han venido señorita, por
favor tengo mucha hambre, ya me canse de esperarlos, la cajera soltó un grito
desgarrador y entro en un shock muy fuerte, el repartidor le arrebató el teléfono
y lo colgó, la cajera fue a parar al hospital por una crisis nerviosa que esto
le ocasiono, al salir del hospital tenía mucha tristeza por la forma tan desesperada
y triste que le hablaba Juanito, sintió la necesidad de contárselo a un padre,
lo llevo a la casa de Juanito para que la bendijera y rezara por él, además
ella le dejo una orden de tacos y un refresco en la puerta, tal vez con esto el
alma de Juanito podría descansar en paz...
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