El Papa Francisco afirmó este domingo 14 de junio,
durante la Misa por la Solemnidad del Corpus Christi, que “no podemos
prescindir de la Eucaristía, es el memorial de Dios”.
El Papa, en su homilía pronunciada durante la Misa celebrada en la
Basílica de San Pedro del Vaticano, señaló que “el
Señor sabe que el mal y los pecados no son nuestra identidad; son enfermedades,
infecciones. Y viene a curarlas con la Eucaristía, que contiene los anticuerpos
para nuestra memoria enferma de negatividad”.
Advirtió del peligro de olvidarse de la acción salvadora de Dios en la
humanidad. Explicó que “memoria no es algo privado,
sino el camino que nos une a Dios y a los demás. Por eso, en la Biblia el recuerdo
del Señor se transmite de generación en generación, hay que contarlo de padres
a hijos”.
De hecho, “la Sagrada Escritura se nos dio
para evitar que nos olvidemos de Dios”. Pero hay un problema, apuntó el
Pontífice: “¿Qué pasa si la cadena de transmisión
de los recuerdos se interrumpe? Y luego, ¿cómo se puede recordar aquello que
sólo se ha oído decir, sin haberlo experimentado? Dios sabe lo difícil que es,
sabe lo frágil que es nuestra memoria, y por eso hizo algo inaudito por
nosotros: nos dejó un memorial”.
Por eso, “no nos dejó sólo palabras, porque
es fácil olvidar lo que se escucha. No nos dejó sólo la Escritura, porque es
fácil olvidar lo que se lee. No nos dejó sólo símbolos, porque también se puede
olvidar lo que se ve”.
“Nos dio, en cambio, un Alimento, pues es difícil
olvidar un sabor. Nos dejó un Pan en el que está Él, vivo y verdadero, con todo
el sabor de su amor. Cuando lo recibimos podemos decir: ¡Es el Señor, se
acuerda de mí!”.
Ese es el sentido de las palabras de Jesús en la Última Cena: “Haced esto en memoria mía”. “Haced: la Eucaristía no es
un simple recuerdo, sino un hecho; es la Pascua del Señor que se renueva por
nosotros”.
“La Eucaristía nos trae el amor fiel del Padre, que
cura nuestra orfandad. Nos da el amor de Jesús, que transformó una tumba de
punto de llegada en punto de partida, y que de la misma manera puede cambiar
nuestras vidas. Nos comunica el amor del Espíritu Santo, que consuela, porque
nunca deja solo a nadie, y cura las heridas”.
Con la Eucaristía “el Señor también sana
nuestra memoria negativa, que siempre hace aflorar las cosas que están mal y
nos deja con la triste idea de que no servimos para nada, que sólo cometemos
errores, que estamos equivocados”.
“Jesús viene a decirnos que no es así. Él está
feliz de tener intimidad con nosotros y cada vez que lo recibimos nos recuerda
que somos valiosos: somos los invitados que Él espera a su banquete, los
comensales que ansía”.
El Papa Francisco finalizó su homilía invitando a seguir celebrando “el Memorial que sana nuestra memoria, la Misa. Es el
tesoro al que hay dar prioridad en la Iglesia y en la vida”.
Redacción ACI Prensa
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