La
inclusión es una palabra que se menciona mucho últimamente, salta de boca en
boca.
En los colegios se habla de ella en las reuniones con padres de familia, en las
aulas con los alumnos, en Facebook e Instagram se hacen campañas
y todo el mundo parece tener claro que sí, que la inclusión es necesaria.
¿Pero cuándo
hablamos de la inclusión en nuestro propio hogar?, ¿cuándo le explicamos a
nuestros hijos todavía pequeños que ellos deben ser parte del cambio?
LA INCLUSIÓN ES RESPONSABILIDAD DE TODOS
Los niños que eligieron jugar
solos no son malvados ni crueles, aunque a primera vista esta sea nuestra
primera impresión. Nuestros hijos son un reflejo
de lo que somos como padres y actúan de acuerdo a lo que les hemos enseñado. Algunos padres dirán: «Pero yo nunca
le he dicho a mi hijo que rechace a otros». Y claro, puede que nunca se lo
hayas dicho, pero te ha visto a ti rechazando a otros.
Evitando a «ciertas personas», cambiándote de lugar cuando
esa persona que no «encaja» con la sociedad
se sienta a tu lado. Cuando en el restaurante prefieres pedir un cambio de mesa
para no quedar junto a esa familia «especial». Cuando
le aconsejaste buscar amigos «más normales» o
cuando decidiste sacar de la lista de invitados del cumpleaños de tu hijo a ese
amiguito que haría todo «raro» e incómodo.
Cuando los niños son pequeños
tienen abiertos de par en par los ojos del alma y el corazón. Ven todo lo que
haces, se dan cuenta de tus reacciones, de cómo miras al que es diferente, de
cómo saludas al que no luce como tú o de cómo ignoras a esa otra persona que te
resulta molesta.
EDUQUEMOS CON EJEMPLO, CON AMOR Y CARIDAD
La responsabilidad
que tenemos como padres es tan inmensa. La comprendemos a
veces solo hasta que tenemos a nuestros propios hijos y nos sorprendemos a
nosotros mismos preguntándonos: ¿Por qué a mi papá
le costó tanto demostrarme cariño?, ¿por qué mi mamá no me consolaba al verme
triste?, ¿por qué no me dijeron que amar y servir a otros es más importante que
ganar el primer lugar en todo?
Es importante que la inclusión
sea una palabra que se nombre en casa. Expliquémosle a nuestros niños qué
significa, qué implica y por qué es necesaria. Algunas veces solo hace falta un
pequeño empujón para redirigir a nuestros hijos por el camino correcto, el de
la bondad.
La inclusión debe empezar por
casa, cuando papá y mamá le demuestran a sus hijos que todos tenemos la misma
dignidad. Que todos merecemos amor, compañía, cariño, paciencia, respeto. Cada
hijo que tenemos es un tesoro del cielo.
APOSTÉMOSLE AL AMOR
Me dolió mucho ver como estos
niños mayores preferían jugar solos, veían a este chiquito con una sonrisa en
el rostro, invitándolos a jugar, lo dudaban por un instante y luego decidían
dejarlo ahí. ¿Qué habrá sentido este chiquito en su
interior?
Si eres padre, esta escena te
puede romper el corazón. Ningún padre quiere que sus hijos sean rechazados,
ningún ser humano quiere ser ignorado, descartado o puesto a un lado.
Apostémosle al amor, a ser como los más
pequeños, a ser los
primeros que corren a abrazar, a ayudar, a consolar.
«En
verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en
el reino de los cielos» (Mateo 18,3). Hagamos que la inclusión sea una realidad, que nuestros
hijos sean reflejo del amor de Dios y de la dulzura de María.
Escrito por Nory Camargo
No hay comentarios:
Publicar un comentario