Ayer domingo 29 de
abril me dejé llegar a la sede de los Heraldos del Evangelio en San José, Costa
Rica para asistir a misa y confesarme ya que temprano había cometido un pecado
del que estaba muy pero muy arrepentida.
El pecado no parecía algo importante a simple vista pero haciendo examen de conciencia advertí que lo era por lo que, sin pensarlo, subí al automóvil para llegar temprano y confesarme antes de misa.
No pude hacerlo porque ayer no había más que un sacerdote en la sede y era el mismo que debía celebrar.
El padre Victor se disculpó y me pidió que regresara después de misa.
Estaba triste porque no podría comulgar pero el dolor por no poder hacerlo lo entregué como ofrenda.
La homilía y toda las lecturas me hicieron ver la importancia de “permanecer en Dios” (la vid y los sarmientos) por lo que, supe entonces que, para no haberme confesado antes de la misa había una razón de peso.
Sucedió que con aquél pecado me había permitido “soltarme” de Dios por lo que la única cosa que me haría regresar a Él era el sincero arrepentimiento acompañado de la confesión y el espíritu de enmienda.
En realidad, fue la confesión más feliz de mi vida.
El pecado no parecía algo importante a simple vista pero haciendo examen de conciencia advertí que lo era por lo que, sin pensarlo, subí al automóvil para llegar temprano y confesarme antes de misa.
No pude hacerlo porque ayer no había más que un sacerdote en la sede y era el mismo que debía celebrar.
El padre Victor se disculpó y me pidió que regresara después de misa.
Estaba triste porque no podría comulgar pero el dolor por no poder hacerlo lo entregué como ofrenda.
La homilía y toda las lecturas me hicieron ver la importancia de “permanecer en Dios” (la vid y los sarmientos) por lo que, supe entonces que, para no haberme confesado antes de la misa había una razón de peso.
Sucedió que con aquél pecado me había permitido “soltarme” de Dios por lo que la única cosa que me haría regresar a Él era el sincero arrepentimiento acompañado de la confesión y el espíritu de enmienda.
En realidad, fue la confesión más feliz de mi vida.
Gozosa como salí me encontré
con una señora colaboradora de los Heraldos que se había quedado esperándome para
mostrarme algo en confidencia.
Me indicó que se lo estaban mostrando solo a contadas personas.
Hizo que caminara a su lado hasta llegar a la bella imagen de Nuestra Señora de Fátima ante la que me mostró las fotografías que le habían tomado mientras lacrimaba.
¡Quedé estupefacta! Viendo su carita bañada en lágrimas, también vertí las mías de la pura emoción y el asombro pero también por el dolor que pudo haber hecho brotar lágrimas de aquél rostro.
Vinieron a mi mente mis propios pecados, los de tantos que utilizaron a María durante las elecciones con fines políticos y los de quienes, tan alejados de Dios como están, tan infinitamente necesitados, contrario a lo que deberían hacer como sería aproximarse a Dios, más bien se alejan y buscan frenéticamente alejar a otros, a muchos, a todos.
Me indicó que se lo estaban mostrando solo a contadas personas.
Hizo que caminara a su lado hasta llegar a la bella imagen de Nuestra Señora de Fátima ante la que me mostró las fotografías que le habían tomado mientras lacrimaba.
¡Quedé estupefacta! Viendo su carita bañada en lágrimas, también vertí las mías de la pura emoción y el asombro pero también por el dolor que pudo haber hecho brotar lágrimas de aquél rostro.
Vinieron a mi mente mis propios pecados, los de tantos que utilizaron a María durante las elecciones con fines políticos y los de quienes, tan alejados de Dios como están, tan infinitamente necesitados, contrario a lo que deberían hacer como sería aproximarse a Dios, más bien se alejan y buscan frenéticamente alejar a otros, a muchos, a todos.
Cuántos actos de desagravio
deberíamos haber hecho ya y cuantos más rosarios deberíamos estar rezando.
Muchos, muchos más.
Por amor a Dios, que rezar no se trata de uno mismo, sino de la salvación de muchos; es un acto de amor, de caridad.
Pues, bien, Nuestra Señora tuvo esta deferencia conmigo ayer y para mí contiene un mensaje muy claro de su parte, tal como si dijera: - “Maricruz, ya que te has consagrado a mi Inmaculado Corazón; ya que te tengo aquí a resguardo no temas salir a dar a conocer mi pena. Diles de mi parte que se arrepientan y que regresen a Dios. Díselos. Que ya no queda tiempo”
Por amor a Dios, que rezar no se trata de uno mismo, sino de la salvación de muchos; es un acto de amor, de caridad.
Pues, bien, Nuestra Señora tuvo esta deferencia conmigo ayer y para mí contiene un mensaje muy claro de su parte, tal como si dijera: - “Maricruz, ya que te has consagrado a mi Inmaculado Corazón; ya que te tengo aquí a resguardo no temas salir a dar a conocer mi pena. Diles de mi parte que se arrepientan y que regresen a Dios. Díselos. Que ya no queda tiempo”
Cumplo con el encargo y
además, aquí les dejo la noticia publicada en Gaudium Press hoy lunes en la
tarde para que lean los detalles acerca de las 11 imágenes que lacrimaron casi
simultáneamente en Costa Rica, Guatemala y España.
Maricruz Tasies
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