martes, 21 de noviembre de 2017

LOS 7 CAMPOS DE BATALLA EN LOS QUE TRANSCURRE TU GUERRA ESPIRITUAL

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El escepticismo sobre el demonio tiene un alto costo.
Los cristianos – evangélicos, católicos u ortodoxos – se han ido separando de las bases sobrenaturales del cristianismo. Al punto que resulta común oír a un cristiano decir que no cree o tiene dudas que el demonio o los ángeles existen. Las explicaciones psicologistas han reemplazado totalmente a las sobrenaturales cuando se evalúan fenómenos como obsesiones o trastornos de conducta. Y un indicador de este cambio es que hoy hay más especialistas en derecho canónico que exorcistas en la Iglesia.
Paralelamente dondequiera que hoy se mire, parece que nuestra sociedad quiere lanzarse por un precipicio a mil kilómetros por hora.
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Los gobiernos promueven la aceptación cultural del aborto, la fornicación, la pornografía, el sexo, las películas violentas y el llamado “matrimonio homosexual, el control natal artificial, lo oculto, la marihuana recreativa, el suicidio asistido por doctores, etc.
Los programas de la televisión menosprecian a los cristianos que se oponen a estas cosas, y glorifican a la gente mundana que celebra estos horrores. El demonio está a sus anchas. Para él la tierra es un vergel con toda clase de delicias al alcance de su mano, porque quienes debieran alertar o hacerle frente descreen que esto esté sucediendo.
EL “PARAÍSO” DEL DEMONIO ES LA TIERRA
La principal manifestación de los demonios es psicológica.
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Obsesionan. Oprimen. Deprimen. Atormentan mentalmente.
Una y otra vez, insertan pensamientos negativos. No soy bueno. No le gusto a nadie. No puedo hacer esto. Es demasiado para mí. Nunca llegarás a nada. Los primeros signos de su presencia suelen ser confusión o tensión. Ellos encuentran la entrada en errores que cometemos o heridas que tenemos, y debilitan hasta que logran una gran entrada (y pueden ingresar más oscuridad). Una vez que ellos entran, lamentablemente la mayoría de los cristianos -incluyendo a muchos católicos- están indefensos contra ellos. La mayoría de los cristianos no se dan cuenta que los espíritus están allí. Porque no se les enseña casi nada acerca de ellos en la Iglesia, que ha puesto a la psicología y a la filosofía en el lugar histórico de la teología mística. El engaño demoníaco es cada vez mayor, incluso dentro de las iglesias cristianas. Demasiadas iglesias y parroquias están en camino de convertirse en museos espiritualmente muertos y es hora de que los soldados cristianos se pongan de pie y luchen por la fe.
Si Dios permite que la actividad demoníaca aumente hasta su regreso, es muy probable que Él entrene y equipe a un número cada vez mayor de sus hijos con la fe y la eficacia para luchar contra los poderes de las tinieblas que se oponen a sus planes y su gente.
Hay muchas preguntas en este ámbito. Pero, ¿por qué tantas personas en la Iglesia – laicos, consagrados, sacerdotes – se resisten a la demonología? El miedo y la posibilidad de ser identificado con el extremismo teológico y emocional, contribuyen significativamente al aparente boicot o rechazo y a ridiculizar este tema, fuera de los círculos carismáticos. Al igual que los guerrilleros, los demonios quieren distraer, destruir y molestar directamente bajo nuestras narices. Como no se les puede ver, tal vez la gente piensa que su trabajo se debe a miedos patológicos, coincidencias, paranoia, fobias, enfermedades mentales, peculiaridades de la personalidad, o inestabilidad emocional.
El miedo al estigma social o la asociación con el fundamentalismo teológico ha ridiculizado y silenciado muchas voces cristianas.
Las opiniones negativas acerca de la liberación se basan generalmente en especulaciones propias con respecto a un tema del que tienen poco conocimiento de primera mano o experiencia. En los seminarios esto no se enseña, más bien se enseña lo contrario, el prejuicio, de modo que cuando los sacerdotes preparan sus homilías van a leer autores y textos refractarios a esta realidad y se la trasmiten de buena fe a sus fieles. Es aquí donde se alimenta el círculo vicioso. ¿Es posible que médicos y sacerdotes sinceros y bien intencionados, que rechazan la realidad de lo sobrenatural, a priori, estén en realidad condenando, por lo menos a algunos de sus pacientes y fieles, a tormentos mentales y emocionales a causa de su propio sesgo anti-sobrenatural? ¿Cuántos sacerdotes son conscientes de funcionamiento demoníaco? ¿Cuantos exorcistas hay? Estamos en un punto donde tenemos mucho menos exorcistas que especialistas en derecho canónico, y esto un indicador de la crisis. De modo que nos tenemos que proteger a nosotros mismos en la medida que las propias estructuras eclesiales fallan, y si no pregúntenle a nuestra colaboradora Susana que tiene a su hijo poseído, ver aquí.
7 CAMPOS DE BATALLA EN LA GUERRA ESPIRITUAL CONTRA LA NUEVA ERA DE LA OSCURIDAD
Efesios 6 es el mejor ejemplo bíblico sobre cómo manejarse en la guerra espiritual: “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder. Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos. Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”. (Efesios 6: 10- 17) Entonces, ¿cómo hace uno todo lo anterior? Veamos cada uno de los campos de batalla.

1 – LA SAGRADA COMUNIÓN
Para empezar, la Sagrada Comunión diaria es la mejor manera de ponerse la armadura de Dios, porque Ella es Cristo mismo.
El diablo tiene siete días a la semana para trabajar en tu alma; ¿por qué no dar a Dios siete días a la semana para contrarrestar todo eso? Y, por supuesto, la razón por la que Jesús vino al mundo fue “destruir las obras del diablo.” La Eucaristía es Cristo, por supuesto, y cuando lo ingerimos en nuestro templo (nuestro cuerpo), Jesús limpia nuestro templo de las cosas malas, al igual que Él hizo una vez en el Templo en Jerusalén. La Sagrada Comunión frecuente permite a Jesús librar esta batalla espiritual dentro de nosotros, lo que significa que no tenemos que luchar solos contra satanás. San Pedro también habla de resistir al diablo, porque lucifer anda como león rugiente, buscando a quién devorar. Parece que el diablo nos mira como ganado en engorde para el sacrificio; en lugar de heno para ganado, nuestra comida de engorde es el pecado. Cualquiera que alguna vez haya pasado por un corral de ganado de engorde, inmediatamente percibe el hedor. El pecado en nuestras vidas es muy parecido a eso, porque realmente apesta estar cerca del enemigo y lejos de Dios. Al diablo le gusta el olor de fuego y del azufre. San José de Cupertino podía literalmente oler el pecado en sus penitentes en el confesionario. En lugar de dejar que un león rugiente nos devore, Jesús, el León de Judá, se convierte en nuestro alimento en la Eucaristía. Así que, cuando obedecemos Su mandamiento de comer Su carne y beber Su sangre, tenemos, literalmente, Su preciosa Sangre fluyendo por nuestras venas y Su carne Sagrada en nosotros. Y esto, en cambio, nos hace muy desagradables al paladar de satanás.

2 – SOMETERSE A DIOS
Santiago 4: 7 es otro gran consejo de las Escrituras: “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y huirá de ustedes”
Cuando nos sometemos a Dios, esto no sólo significa que nos arrepentimos de nuestros pecados, sino que estamos firmemente decididos a no cometerlos más.
Esto significa que confiamos totalmente en que Dios cuida bien de nosotros, incluso cuando las cosas son horribles en nuestras vidas. Significa que le decimos a Dios, tan a menudo como sea posible, que Lo amamos. Significa que Le pedimos a Dios que tome nuestra voluntad y la aplaste y que, en su lugar, ponga Su Santa Voluntad. Significa que Le pedimos a Dios que derrita nuestro corazón en Su Sagrado Corazón, para que lleguemos a ser humildes, castos, amorosos y valientes, como Él. Esto significa que oramos día a día para ser cada vez más como Jesús, con el poder del Espíritu Santo. Significa que pedimos humildemente la intercesión de los santos en el cielo y de las almas en el purgatorio por el bienestar de nuestra familia, amigos, enemigos y parientes políticos. Esto significa que empezamos rezando por las santas almas del purgatorio, por los pobres pecadores en la tierra, y por los enfermos y los moribundos. Significa que empezamos a practicar las obras corporales y espirituales de misericordia. Dios nos habló de esto en Mateo 25: 31-46. Esto significa que podemos desarrollar una fuerte devoción a Su Madre, al igual que Jesús la tiene. Esto significa que tenemos tiempo para arrodillarnos frente al Tabernáculo con más frecuencia. Esto significa que empezamos a leer y estudiar las Escrituras todos los días. Esto significa que empezamos a ser testigos de Jesús ante los demás. Todo lo anterior son las cosas que satanás no quiere que hagamos, y estamos, por tanto, “resistiendo al diablo”.
3 – LAS ORACIONES
Si ir a misa todos los días no es posible, entonces se puede rezar la Comunión Espiritual tan a menudo como sea posible. El rezo diario del Santo Rosario es una fantástica manera de mantener la fe como un escudo contra satanás, porque ningún otro humano tiene más fe en Cristo que María. Ella es la Primera Cristiana, y el evangelista San Lucas dice de Ella que Su alma proclama la grandeza de Jesús, y ¡esto es algo grande! Al rezar el Santo Rosario, estás invocando a la archienemiga humana de satanás (Génesis 3:15 y Apocalipsis 12: 13-17) para que libre esta batalla para ti. Consagrarte a Jesús por María es una gran manera de añadir armadura en ti.
Cuando eres tentado, simplemente repite el “Ave María” una y otra vez, hasta que pase la sensación.
Nuestro cerebro no tiene oportunidad contra el intelecto superior del diablo, pero ya que no tiene corazón, María lo derrota siempre con su Corazón Inmaculado. Meditar la Pasión de Cristo, mientras se reza cualquier oración, también es una gran forma de protegernos de los malvados engaños de Satanás. En otras palabras, no libramos esta batalla solos: suplicamos y recibimos ayuda celestial.

4 – LOS SACRAMENTALES
Los sacramentales como la Medalla de San Benito, el Escapulario, o la Medalla Milagrosa en nuestro cuello son otra gran manera de ponerse la armadura de Dios.
Éstos no son amuletos de la buena suerte, sino que tienen la bendición de la Iglesia de Jesucristo. Las bendiciones son un poder real y crean miedo en los demonios. El uso frecuente de agua bendita sobre nuestra persona, así como rociarla en nuestros hogares y los coches también ahuyenta a los espíritus malignos.  Sta. Teresa de Ávila testificó esto. La sal y el aceite benditos son grandes sacramentales, también.
5 – EVITAR LOS ESCENARIOS PECAMINOSOS
Los guerreros espirituales saben que una gran parte de la batalla contra el mal consiste en evitar las ocasiones de pecado.
Esto significa que si tenemos conocidos que cuentan chistes groseros, o que son mundanos, o que aman el dinero más que a Dios, etc., entonces debemos evitar a esas personas. ¿Por qué? Porque, como dice el refrán, “las manzanas podridas pudren a las sanas.” Y los que hacen esto, son almas que luchan por la santidad y no quieren que sus esfuerzos se vean obstaculizados por influencias negativas. Tampoco debemos ver películas groseras o leer revistas que excitan negativamente nuestra imaginación. No hay que ir a los lugares en los que sabemos que la tentación abunda. Para algunos de nosotros, estos lugares pueden incluir bares de copas (la embriaguez y todo lo malo entra al alma por los ojos) y los bufets – todo lo que quieras comer (gula). Unirse a un grupo en la iglesia con cristianos de ideas afines es la solución a estos problemas.

6 – LA CONFESIÓN
La confesión frecuente también es otra gran manera de fortalecer nuestra defensa contra satanás.
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Él odia cuando confesamos nuestros pecados y somos perdonados por Cristo en el confesionario.
Nuestros pecados no perdonados son su punto de apoyo en nuestras almas, y cuando son perdonados en este gran sacramento de la reconciliación, el diablo tiene que empezar de nuevo con nosotros. Trata de pensar en el confesionario como la tumba en la que Jesús fue colocado después de morir. Al igual que Su cuerpo resucitó de entre los muertos en esa tumba, nuestra alma muerta (si hemos cometido un pecado mortal) resucita de entre los muertos en el confesionario cada vez que recibimos la absolución del sacerdote.
7 – EVITAR VINCULACIÓN CON LO SATÁNICO
Hay pasarelas satánicas que pueden abrir la puerta a los demonios en nuestra vida.
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Alguien podría poner una maldición sobre nosotros, por ejemplo (tanto las maldiciones como las bendiciones son reales y poderosas).
Otras formas incluyen incursionar en lo oculto, frecuentar la pornografía, la fornicación, el adulterio, el uso de drogas ilegales, jurar en vano en el nombre del Señor, tener un aborto, y cualquier otro pecado mortal. Lo demoníaco adquiere generalmente una de tres formas: la desnudez, la violencia o personalidades múltiples  o a veces las tres cosas. Bajo ninguna circunstancia vamos a iniciar contacto con los demonios, o conversar con ellos. Esto incluye la ouija, prohibida por la Iglesia. Algunos adolescentes practican “juegos” como “charlie, charlie”, que invoca a un demonio, todo en nombre de la “diversión”, pero de nuevo, esto está estrictamente prohibido por la Iglesia. Un demonio es como un velcro satánico, y no se irá fácilmente una vez conjurado. Lo que esto significa es que la vida de una persona se verá influenciada muy negativamente hasta que se renuncie a estas prácticas, a través de la confesión, la penitencia y la expiación. No sólo es suficiente dejar de practicar lo oculto; hay que confesarlo y alejarlo enérgicamente de nosotros con verdadero arrepentimiento. Pero también hay otros, grados menores, de interferencia demoníaca que son posibles en nuestra vida, además de la posesión completa, como la tentación, la opresión, la obsesión, y la infestación. Los laicos no están facultados para realizar exorcismos, pero están facultados para rezar oraciones de liberación, como el “Padre Nuestro” y otras. Un exorcismo sólo lo puede llevar a cabo un sacerdote católico, y sólo con el permiso del obispo local.

ORACIONES PARA LA GUERRA ESPIRITUAL

A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, se nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio.
¡Reprímele Dios! pedimos suplicantes. Y tú, ¡Oh Príncipe de la Milicia Celestial!, arroja al infierno, con el divino poder a satanás y a todos los espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.
Glorioso San Miguel Arcángel, protégenos.

A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
¡Oh Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las súplicas que humildemente os dirigimos; enviad la santas legiones para que, bajo vuestras ordenes, combatan a los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan hasta precipitarlos al abismo.

¿Quién como Dios?

Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad los Santos Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro mortal enemigo. Amén.

Fuentes:

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