VATICANO, 03 Sep. 17 /
06:03 am (ACI).- En su reflexión este domingo antes del rezo del Ángelus, el Papa
Francisco alentó a los fieles a no tener miedo a la cruz ni a sufrir por amor
a Dios, ya que quien pierde su vida
por Jesús, la encontrará.
“Que María Santísima, que ha seguido a Jesús hasta
el Calvario, nos acompañe también a nosotros y nos ayude a no tener miedo a la
cruz, pero con Jesús incluido, la cruz con Jesús, que no temamos sufrir por amor a Dios, a los hermanos, porque este
sufrimiento, por la gracia de Cristo, es fecundo de resurrección”, exhortó el Papa.
El Santo Padre meditó sobre el Evangelio de hoy de San Mateo en el que
Jesús anuncia que debe ir a Jerusalén y sufrir, tras lo cual Pedro lo aparta y
le dice que esto no puede sucederle.
Jesús, dijo el Papa, tiene palabras muy duras para Pedro “¡Quítate de mi vista, Satanás!”, y luego,
dirigiéndose a los apóstoles agrega: “Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
“Siempre, también hoy, la tentación es la de querer
seguir a un Cristo sin cruz, incluso, de enseñar a Dios el camino justo, como
hizo Pedro: ‘No Señor, tú no’. Y Jesús nos recuerda que su vida es el camino del amor, y no hay
verdadero amor sin el sacrificio de sí mismo”, explicó el Papa Francisco.
El Santo Padre resaltó que “estamos llamados
a no dejarnos absorber por la visión de este mundo, sino a ser siempre más
conscientes de las necesidades y de la fatiga para nosotros los cristianos de
caminar contra corriente y en salida”.
“Jesús completa su propuesta con palabras que
expresan una gran sabiduría siempre válida, porque desafían la mentalidad y los
comportamientos egocéntricos. Él exhorta: ‘quien quiera salvar la propia vida,
la perderá; pero quien pierda la propia vida por mi causa, la encontrará’”.
En esta paradoja, prosigue Francisco, “está
contenida la regla de oro que Dios ha inscrito en la naturaleza humana creada
en Cristo: la regla de que solo el amor
da sentido y felicidad a la vida”.
“Gastar los propios talentos, las propias energías
y el propio tiempo solo para salvarse, custodiarse y realizarse uno mismo,
conduce en realidad a perderse, o sea a una existencia triste y estéril”.
Si en cambio, dijo el Santo Padre, “vivimos
por el Señor y establecemos nuestra vida en su amor, como hizo Jesús, podremos saborear la alegría auténtica; y
nuestra vida no será estéril, será fecunda”.
“En la celebración de la Eucaristía revivimos el
misterio de la cruz, no solo recordamos sino que cumplimos el memorial del
Sacrificio redentor en el que el Hijo de Dios se pierde completamente a Sí
mismo para recibirse de nuevo por el Padre y así reencontrarnos, que estábamos
perdidos junto a todas las criaturas”.
El Papa explicó asimismo que “cada vez que
participamos en la Santa Misa, el amor de Cristo
crucificado y resucitado se comunica a nosotros como alimento y bebida, para
que podamos seguirlo en el camino de cada día, en el servicio concreto a los
hermanos”.
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