Dios no está sometido al tiempo; Él es la eternidad. Dios
creó el tiempo para su trato con el hombre. Él extrajo un pedazo de la
eternidad, la midió y la llamó tiempo. El tiempo como Dios lo midió tiene un
principio y un fin. Nosotros estamos situados en algún lugar de esa línea
temporal. La pregunta es: ¿En dónde?
Años atrás, le pregunté al Señor acerca de mi ministerio.
¿Quién soy yo?,—le pregunté.
Tú eres una testigo,—fue la
respuesta que escuché.
Luego, confirmó mi llamado con Hechos 26:16: «Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto
he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has
visto, y de aquellas en que me apareceré a ti».
En otra ocasión, Dios estableció la conexión entre mi llamado
a ser una testigo y los tiempos finales. Y me dio la clave para discernir estos
tiempos, cuando escuchaba una enseñanza del Dr. Kenneth E. Hagin en una de las
clases de Rhema Bible Training Center. Mientras enseñaba acerca de “Interpretar la Palabra de manera correcta”, el
puntualizaba lo siguiente: «Determina siempre a
quién se está dirigiendo una escritura».
El hermano Hagin dijo: “Una
escritura puede dirigirse a una sola persona”, “o puede estar hablando ‘de’ o
‘a’ uno de los tres grupos de personas, los cuales Dios reconoce y trata como
tales. Dios menciona estos tres grupos en una carta escrita a la Iglesia».
Luego, leyó 1 Corintios 10:32: «No
seáis tropiezo ni a Judíos, ni a Gentiles, ni a la Iglesia de Dios». En
ese momento, a finales de la década del setenta, escuché lo que me pareció una
voz audible diciéndome: Si recuerdas ese versículo en tu corazón, éste
mantendrá tu doctrina acerca de los tiempos finales libre de error.
LOS JUDÍOS, LAS NACIONES Y LA IGLESIA
El Señor tiene planes y propósitos para estos grupos. Él
tiene juicios y un futuro para los Judíos, para las naciones (gentiles) y para
la Iglesia. Y hay gente de cada grupo con un lugar dentro del Milenio —un
umbral al que estamos a punto de atravesar—.
He desarrollado tres áreas en mi vida ministerial de testigo,
mirando y diciendo lo que veo—los Judíos, las naciones y la Iglesia—.
El primer grupo que el Señor me enseñó a observar fue la
Iglesia. Me reveló Su plan para la Iglesia gloriosa. (¡Lee la carta a los
Efesios!) Y me dio por mentores a generales del ejército del Señor de los
últimos tiempos.
Dios me llevó a las naciones. Durante la década de los
ochenta me llevó a la Rusia Soviética donde fui testigo de Dios derrotando al
comunismo en 1989. Hemos observado a Europa y las señales de los tiempos
finales allí mismo, durante viajes frecuentes a Bruselas y a las naciones del
viejo continente.
Y después, por supuesto, observé a Israel: ¡El reloj de tiempo de Dios!
Cuando Sus discípulos le preguntaron al Señor: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu
venida, y del fin de los siglos?”. Un punto clave en la respuesta de
Jesús fue: «…Mirad la higuera y todos los árboles» (Mateo
24:3; Lucas 21:29).
La palabra “árboles” en
Lucas 21:29, se refiere a naciones. En tanto que “la
higuera” en ese versículo ser refiere a Israel (ver Joel 1:6-7). Y “todos los árboles”, son las otras naciones
mencionadas en profecía. Los profetas nos dijeron desde el principio las cosas
que sucederán en los últimos días, en ciertos países como: Irak (Babilonia),
Irán, Siria, Egipto, Rusia, Europa, etc. Es de estos profetas que recibimos luz
acerca de los acontecimientos de estos tiempos. (Ver 2 Pedro 1:19-21).
Al observar la higuera y las naciones mencionadas en profecía,
podemos establecer nuestra posición en la línea temporal y en relación a la
culminación del tiempo.
Cuando hablamos de los tiempos finales, en realidad no nos
referimos a la culminación del tiempo mismo, sino al fin de esta era y la
transición a la siguiente.
Desde que Dios le entregó la ley al pueblo de Israel en el
monte Sinaí, la tradición judía ha enseñado que Dios le dio a la humanidad una
semana laboral de seis días, correspondiente a los seis días de la Creación.
Después de estos seis días, el hombre y la Creación entran en el séptimo día,
correspondiente al día de reposo del Señor —el Sabbat—, los 1,000 años del
reinado Milenario.
En Salmo 90:4, y 2 Pedro 3:8 se nos enseña que para el Señor
1,000 años en la Tierra son como un día.
Creo que la Tierra es tan antigua como la ciencia verdadera
demanda que sea; sin embargo, el hombre como nosotros lo conocemos fue creado
hace casi 6000 años. En otras palabras, y resumiendo, estamos casi al final de
la semana laboral de seis días. Y pronto pasaremos al séptimo día.
¿Cómo lo sabemos? Al observar las señales de los tiempos. Y
estudiando las noticias cotidianas a la luz de la profecía bíblica.
¿QUÉ SABEMOS DEL FUTURO?
Voy a citarte un fragmento de la introducción al libro de
Apocalipsis escrito por F.W. Grant en The Numerical Bible (La Biblia Numérica)
en 1902:
El futuro del mundo estará en gran parte… compuesto de
juicio, aunque es cierto que este juicio será para una bendición que espera
después de éste y que es tan brillante como Dios puede hacerla… los caminos
morales de Dios… el final traerá perfectamente…. El futuro excederá toda y cada
promesa del pasado, y es necesario, por consiguiente, que toda profecía sea
cumplida en su totalidad; mientras tanto, el cumplimiento parcial nos demuestra
ese objetivo, el cual al culminar en su gran final revela su perfección.
¿Cómo debemos de actuar en estos días que estamos viviendo,
en camino hacia “un futuro tan brillante como Dios
puede hacerlo”?
«Y reinarán en tus tiempos la sabiduría y la ciencia…» (Isaías
33:6). Nosotros debemos conocer la Palabra del Señor para nuestra propia vida,
y para estos últimos días, como nos ha sido revelado por los profetas.
«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti
persevera; porque en ti ha confiado» (Isaías
26:3). Estos son días de instrucción y revelación gloriosa para aquellos que
practican la presencia de Dios, al mantener sus mentes enfocadas en el Señor y
en su Palabra.
Aquellos que pertenecemos al tercer grupo —la Iglesia—
esperamos por la maravillosa experiencia de ser transformados de gloria en
gloria a la misma imagen del Señor (2 Corintios 3:18). Nosotros —el Cuerpo de
Cristo— deberíamos proponernos habitar en Su presencia, caminar en Su Espíritu,
participar de Sus beneficios y ser Sus colaboradores, a fin de bendecir al
mundo.
Israel atravesará las fases finales del trato que Dios tiene
con ella hasta llegar a una redención y restauración completas. Las naciones “ovejas” entrarán a los reinos que han sido
preparados para ELLAS. LA CREACIÓN ESPERA LA LIBERACIÓN
Y LA RESTAURACIÓN.
YEHIYA Tov—¡Será bueno!
He pasado horas y horas con gente de Israel — gente común,
con estudiosos del Torá, con funcionarios gubernamentales y con rabinos— y sé
sin lugar a dudas que la Iglesia e Israel están de acuerdo en que la venida del
Mesías es inminente.
Una frase que he aprendido de ellos, la cual usan
frecuentemente, y aun en tiempos de dificultad, es: “¡Yehiya
Tov!”, que traducido significa: ¡Será bueno!
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