Hay
algunos que piensan que las misas son lugares en que los demonios no están. Porque
se está realizando el sacrificio cósmico del cordero. Y está toda la Iglesia,
la del Cielo y la de la Tierra presente. Pero no es así, por lo menos eso es lo
que se experimenta.
En los lugares más devotos está presente el demonio.
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A veces perturbando el desarrollo de los acontecimientos como en la misa.
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Y otras, atormentando a las almas que tiene para que nos usufructúen de los beneficios de la misa.
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A veces perturbando el desarrollo de los acontecimientos como en la misa.
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Y otras, atormentando a las almas que tiene para que nos usufructúen de los beneficios de la misa.
Veamos tres
experiencias de hechos verídicos que me sucedieron.
TRES
EXPERIENCIAS PERSONALES
Quizás a
ustedes les hayan pasado cosas como estas.
PRIMER CASO.
Hay un señor
que va a misa, de cuando en cuando, a la parroquia donde yo voy. Y
aparentemente está absorto con la liturgia, canta los cantos, pone su ofrenda
en la canasta, comulga, se para, arrodilla y sienta cuando debe hacerlo. O sea
que sabe lo que hay que hacer en el rito y lo hace. Externamente parece todo normal.
Pero de repente en la misa se levanta con expresión mezcla de
atormentado, furia, malhumor, confusión, y se va.
Unas veces lo hace en medio de la homilía, otras en medio de la
consagración, o en cualquier lugar de la liturgia. Y a veces llega tarde y
solamente comulga y se va inmediatamente antes de terminar la misa. O a veces
llega una hora antes de la misa, aún antes de exponer el santísimo, se queda orando arrodillado, y cuando va a
comenzar la misa se va como con una urgencia sobrehumana. Esta persona
hace unos años hizo conmigo un seminario sobre Isaías y recuerdo que me
mostraba su biblia toda subrayada para
indicar los encuentros que Isaías había tenido con Ovnis. Nunca me he
atrevido a preguntarle qué le pasa, por qué se comporta así en misa. Pero creo que
está en una lucha interna muy fuerte. Probablemente
un demonio le atormente y no le deje permanecer todo el tiempo en misa.
SEGUNDO CASO.
Hay un señor
que vive en la calle y que pide limosna
en la puerta de la Iglesia. Está siempre borracho. Algunas veces al
punto que casi no puede caminar y otras en que puede razonar. Esta persona
suele entrar al templo y quedarse en el último banco, a veces trata de habla con Dios “Soy Juan
aquí estoy”. A veces canta canciones de misa o reza el
padrenuestro en voz alta. No tratamos de impedirle que se quede, pero le decimos que cuando empiece la misa no se
ponga a gritar, ante lo cual acepta.
Pero invariablemente se pone a gritar cuando comienza la misa y no hay
más remedio que sacarlo, ante el escándalo de algunos fieles que dicen que no
es cristiano hacerlo.
Hay algo actuando en él que le lleva a sabotear su presencia en misa como al otro señor que
señalé.
Y EL TERCER CASO.
Tengo un
amigo, aparentemente muy devoto, pero no de misa diaria sino dominical. Pero además es un
amante del yoga. Puede perderse una
misa, pero no una clase de yoga. Y cuando se le pregunta cómo puede ser cristiano y hacer yoga contesta que él se concentra en Jesús cuando hace
yoga. Evidentemente no comprende la diferencia entre las
religiones.
Cuando comienza la misa se pone a bostezar con
tal fuerza y tanta frecuencia que no puede prácticamente prestar atención a la
misa.
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Y además perturba a quienes están alrededor de él.
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Y además perturba a quienes están alrededor de él.
Él interpreta que Dios lo está sanando
mediante el bostezo de la “mala onda”que hay
en su trabajo. Sin embargo eso pasa en
todas las misas y no disminuye. ¿Tendrá relación de influencias malignas
que le vienen del yoga?
Estoy seguro que cada
uno de los lectores tendrá anécdotas de este tipo de caso, de
influencias malignas que perturban a algunas personas dentro del templo, en
misa. Sería interesante que las
compartieran.
Mientras tanto te cuento una experiencia que tuvo personalmente Monseñor Pope de la Arquidiócesis
de Washington.
EXPERIENCIA DE MONSEÑOR POPE EN UNA MISA
Monseñor
Charles Pope escribió sobre una experiencia inusual que tuvo en
misa.
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Donde una persona que estaba problematizada por un demonio, lo manifestó en la consagración, haciendo que la persona corriera fuera de la Iglesia.
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Donde una persona que estaba problematizada por un demonio, lo manifestó en la consagración, haciendo que la persona corriera fuera de la Iglesia.
Hace más de una década Mons. Pope estaba
celebrando en Santa María Antigua en Washington, misa en latín (en
la Forma Extraordinaria). Era una Misa Solemne. Quizás nada diferente a la
mayoría de los domingos, pero algo bastante sorprendente estaba a punto de
suceder. La antigua misa en latín se celebra “ad
orientem” (mirando hacia el Señor). Lo que esto significa que
prácticamente para el celebrante las
personas están detrás de él. Era
el momento de la consagración. En este momento, el sacerdote se inclina
con los antebrazos sobre la mesa del altar y con la hostia entre sus dedos. Como
se indica, Pope dijo las venerables
palabras de la Consagración, en voz baja pero clara, Hoc est enim Corpus meum (porque esto es mi Cuerpo). Las campanas sonaron
cuando hizo la genuflexión.
Y hace el relato
siguiente: Detrás de mí había una
alteración de algún tipo; un temblor o
crujido que venía de los primeros bancos detrás de mí, a mi derecha.
Y luego un gemido o
gruñidos. “¿Qué fue eso?”, me pregunté.
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En realidad no suena humano, sino más como el gruñido de un animal grande como un jabalí o un oso, junto con un gemido lastimero que también no parecía humano.
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En realidad no suena humano, sino más como el gruñido de un animal grande como un jabalí o un oso, junto con un gemido lastimero que también no parecía humano.
Yo elevé la hostia y otra vez me pregunté: “¿Qué fue eso?” Luego, silencio. El celebrante en la antigua
misa en latín no podía darse vuelta
fácilmente para mirar.
Aun así, yo pensé: “¿Qué había sido eso?” Era el
momento de la consagración del cáliz. Una vez más se inclinó, pronunciando con
claridad, pero en voz baja, Hic est enim calix sanguinis mei, novi et Æterni
testamenti; mysterium fidei; qui pro vobis et pro multis effundetur en
pecatorum remissionem. Haec quotiescumque
feceritis en mei memoriam facietis (Este es
el cáliz de mi sangre, sangre de la nueva y eterna alianza, misterio de
la fe, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de
los pecados. Hagan esto en memoria mía).
Entonces, escuchó otro
sonido, esta vez un innegable gemido y luego un chillido como si alguien
gritara: “¡Déjame
en paz, Jesús! ¿Por qué me torturas?”
De repente hubo un ruido de forcejeo y alguien
salió corriendo y gimiendo como si hubiera sido herido.
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Las puertas traseras se abrieron y luego se cerraron.
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Luego, el silencio.
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Las puertas traseras se abrieron y luego se cerraron.
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Luego, el silencio.
Pope relata:
No podía darme vuelta porque yo estaba con el Cáliz en lo alto por encima de mi
cabeza. Pero supe en un instante que alguna
pobre alma atormentada por demonios había encontrado a Cristo en la Eucaristía. Y no pudo
soportar su presencia real desplegada para que todos la vean. Y se me
ocurrieron las palabras de la Escritura: “…Incluso los demonios creen y tiemblan” (Santiago
2:19).
Y continuó,
Pero así como Santiago usó
esas palabras para reprender la débil fe de su rebaño, yo también tenía que arrepentirme. ¿Por qué un hombre atormentado por un demonio fue más consciente de la
verdadera presencia real y más asombrado que yo? Él fue conmovido en un
sentido negativo y corrió. ¿Por qué no
fui yo conmovido más de una manera positiva, pero comparable? ¿Y qué de
los otros creyentes en los bancos? La conclusión es que no hay duda de que todos los verdaderos católicos creen intelectualmente
en la verdadera presencia. Pero hay algo muy diferente y mucho más maravilloso
cuando es trasladado a la profundidad de su alma. Es muy fácil para nosotros estar con sueño en presencia de lo Divino,
ser olvidadizos de la Presencia milagrosa e impresionante a nuestra disposición.
Finalmente Mons. Pope deja constancia de que en ese día, hace
15 años, quedó muy claro para él que tuvo
en sus manos al Señor de la Gloria, al Rey del Cielo y de la Tierra, al Justo
Juez y Soberano de los Reyes de la Tierra.
Este es otro caso.
SÍNTOMAS QUE PODRÍAN INDICAR ATAQUE DEMONÍACO
Todas estas cosas que suceden en los templos son la continuación de cosas que suceden afuera.
Muy probablemente haya síntomas anteriores que
muestran algún grado de opresión demoníaca o ataque.
Esta es una lista a tener
en cuenta para vigilar que tú mismo u otra
persona no estén bajo un ataque demoníaco.
- Pensar pensamientos que no son tuyos o que
vienen de otro lugar o de la nada.
- Depresión repentina. A veces, la
depresión es grave, a veces es muy sutil.
- Pensamientos suicidas, que la vida no vale
la pena vivirla o preguntarse por qué estás aquí.
- Tener conflictos graves con tu cónyuge o
amigos.
- Sentimientos de desesperanza.
- Sensación de que alguien o algo te está
controlando. Puede que te sientas controlado todo el tiempo o sólo
una parte del tiempo.
- Sentimiento como si alguien o algo te está
presionando a hacer ciertos actos.
- Percepción de que algo te toca o te ataca.
- Escuchar una o varias voces en tu cabeza
que son negativas, persuasivas, que te mandan a hacer algo. Por
ejemplo, escuchar una voz que te persuada de que un cierto amigo debe ser
evitado.
- Profundos cambios de personalidad. Por
ejemplo, alguien se queda en casa todo el tiempo cuando solía ser muy
sociable.
- Sentimientos espeluznantes.
- Un área de tu casa o de tu barrio, que se
siente negativa u opresiva.
- Fenómenos raros. Por ejemplo, sonidos
que rascan algo, cosas que se caen, artículos religiosos o espirituales
que se mueven o se cambian.
- Aversión a la oración o incapacidad para
orar.
- Ser incapaz de soportar el contacto con
objetos religiosos o espirituales. Por ejemplo, repentina fuerte
aversión a entrar en una iglesia o templo, aversión a ser tocado por un
crucifijo, y así sucesivamente.
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