martes, 15 de diciembre de 2015

STEVE JOBS Y SU MÁS GRANDE DESAFÍO


 Steve Jobs Y Su Más Grande Desafío.

Pienso que Steve fue un líder de negocios transformacional que pensaba “fuera de la caja”. Tras saber de su muerte, decidí averiguar más sobre Steve y compartirlo.

En cierta manera, él no era distinto de usted y de mí. Fue criado (y adoptado) por una familia de clase media. Al crecer era energético, bromista y divertido. Sin embargo, era diferente.

Tenía inteligencia por encima del promedio (se saltó un grado en primaria). Evidenció el síndrome de hijo único, solitario con pocos amigos y sin saber cómo compartir. En otras palabras, su cociente emocional era más bien bajo. Esto era evidente en sus relaciones con amigos, muchachas, familiares, empleados, colegas, socios y jefes.

La única excepción pudiera ser su esposa que fue lo suficientemente fuerte como para parársele y capear las altas y bajas de su personalidad. Fundó Apple, tuvo un hijo fuera del matrimonio y llegó a ser rico y famoso. Su visión del mundo era en blanco y negro… ó uno estaba bien ó mal; sus emociones fluctuaban entre los dos extremos. La mayor diferencia entre él y nosotros era su pasión: pasión por la excelencia.

En las escuelas de negocios estadounidenses se nos enseña a satisfacer las necesidades de los accionistas—accionistas, inversionistas, dueños, empleados, acreedores y suplidores, maximizando el rendimiento de inversiones.

En realidad, los gerentes generales satisfacen sus necesidades primero—obteniendo salarios de 6 a 8 cifras, enormes opciones de acciones y paracaídas dorados al separarse. Steve pensaba que aquello estaba equivocado; creyó en crear un mercado basado en grandes productos y la innovación y lo probó con iTunes, iMac, iPod, iPhone, iPad, e iCloud.

En agosto de 2011, Ordenadores Apple se convirtió en la compañía más valiosa del mundo. Sin embargo, Steve no llegó a disfrutar el éxito porque su salud se había deteriorado tras una larga lucha con el cáncer, que se regó de su páncreas a su hígado. Por supuesto que cualquier otra persona con medios ordinarios no habría podido pagar el mejor cuidado médico que tuvo él, incluyendo un trasplante de hígado.

Se convirtió en el Gerente General de Apple nuevamente en 1997 cuando estaba al borde de la quiebra. Él y su equipo A trabajaron día y noche para corregir esto. A veces llamaba a alguien a medianoche sobre una gran idea que le había venido. Era un trabajador determinado e incansable.

En 2004 se sometió a cirugía para remover un tumor pancreático; en 2005 se dio cuenta de que pudiera haber sacrificado su salud en cambio. En 2009 se sometió a un trasplante de hígado. El 5 de octubre de 2011, falleció ante el dolor y sorpresa del mundo de que un icono público había partido.

En el verano de 2011, decidí conseguir un mapa financiero para mi eventual jubilación; tenía 61 años. Tras investigar varias semanas en la Internet buscando un asesor financiero, mi esposa y yo entrevistamos a dos sujetos reputados en el área de la bahía de San Francisco.

Uno de ellos se veía exitoso; manejaba bienes multimillonarios para sus clientes. Tenía unos 12 empleados trabajando para él; era muy profesional y organizado. Sin embargo, me impactó verle pálido y frágil para su edad, estando en sus 40s.

El dinero no significa mucho si no tenemos salud. A menudo, mientras estamos en esta “carrera de ratas”, perseguimos dinero ó éxito pero descuidamos nuestra salud. ¿Será el éxito material más importante que la salud… ó será al revés?

David B. Lo, copyright 2012
Fuente: www.motivateus.com

La narración de hoy nos debe llevar a una seria reflexión sobre lo que es realmente importante. Su autor se pregunta al final si el éxito tiene sentido personal si no está acompañado de la salud. Y agregaríamos que el concepto de salud trasciende la buena condición del cuerpo y que necesariamente incluye nuestra alma y espíritu, ya que fuimos creados por Dios de esa manera.

La vida es mucho más que los logros personales y la salud física de la que podamos gozar para disfrutarlos… tiene que ver con sabernos parte de una comunidad a la somos llamados a bendecir, aunque algunos más y otros menos.

¿Cómo nos vemos a nosotros mismos al reflexionar sobre esto? ¿Por qué no permitirle al Señor guiarnos mediante Su palabra y Su Espíritu al respecto?

Raúl Irigoyen
El Pensamiento Del Capellán.

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