Ciertamente muchos
habremos escuchado el término “teología de la liberación” aquí y allá, ya sean
comentarios a favor o en contra, y en muchos casos formando incluso discusiones
acaloradas entre católicos, en donde el centro de la discusión es la opción
preferencial por los pobres, que ha sido desde los tiempos de Cristo – y no
desde que se acuñó el término de teología de la liberación – parte
fundamental de la misión de la Iglesia. ¡Vamos a lo básico!
ORÍGENES
Los orígenes se
remontan a Europa. Las ideas iniciales fueron lanzadas en 1917 por el teólogo
alemán Walter Rauschembusch, con fuertes influencias marxistas.
Estas ideas fueron difundidas en su libro “Una teología para el Evangelio
social”. Sin embargo, la teología de la liberación adquiere una fuerza
impresionante al llegar a América Latina, ciertamente debido a la realidad de
la pobreza que es un factor casi común de la mayoría de países
latinoamericanos, gobernados además – y tómenlo como “coincidencia” – por
dictaduras socialistas que, como veremos luego, son bastante amigables y
compatibles con esta teología.
“Hoy parece claro que el propósito de
la Iglesia no es salvar en el sentido de «garantizar el
Cielo». La obra de la salvación es una realidad que ocurre en la
historia…. la Iglesia debe ser «reconvertida» al servicio de los
trabajadores en la lucha de clases. ”
El padre
Gustavo Gutierrez es un sacerdote peruano que puede ser considerado como el
propulsor y fundador de la teología de la liberación en América Latina. Como podemos
observar en este pequeño extracto de su obra, la lectura de la misión de la
Iglesia parece tener una especie de adendum, en donde la expresión “lucha de clases” nos recuerda el
materialismo histórico de Karl Marx. En pocas palabras, la Teología de la
Liberación es una corriente de teólogos activistas, que tratan de transformar
las estructuras de la Iglesia y de la sociedad, basada en una interpretación
dialéctica marxista de las Escrituras.
Si nos fijamos en el texto citado anteriormente,
podemos descubrir que el enfoque de la Iglesia – propuesto por esta visión – ya
no es la patria celestial que vino a anunciarnos el Señor, sino una especie de pseudo
paraíso terrenal, en donde reine una visión igualitaria de la jerarquía
eclesiástica (sin diferencias entre laicos, sacerdotes, obispos, etc), además
de la tendencia a la anarquía, al buscar suprimir cualquier tipo de gobierno.
¿QUÉ DICE LA
IGLESIA?
“La liberación es ante todo y
principalmente liberación de la esclavitud radical del pecado. Su fin y su
término es la libertad de los hijos de Dios, don de la gracia. Algunos se
sienten tentados a poner el acento de modo unilateral sobre la liberación de
las esclavitudes de orden terrenal y temporal, de tal manera que parecen hacer
pasar a un segundo plano la liberación del pecado, y por ello no se le atribuye
prácticamente la importancia primaria que le es propia.”
La Iglesia ha
tenido siempre dentro de su eje la opción preferencial por los pobres, desde
Nuestro Señor que nos aclaraba el mandato del amor que se materializaba en las
obras de misericordia, hasta el Papa Francisco que nos recuerda constantemente
la importancia de “salir a las periferias” y acercarnos a los pobres.
Sin embargo, no podemos perder jamás, la visión sobrenatural que caracteriza
nuestro llamado a la santidad. La misión de la Iglesia es ante todo, la salvación de las
almas. Es así, que todo el cuerpo de la
Doctrina Social de la Iglesia, tiene como centro el anuncio del Evangelio de
Jesucristo y la conversión del corazón, como herramienta eficaz para que las
estructuras de pecado que ocasionan las injusticias sociales, puedan ser
cambiadas, purificadas y transformadas, de manera que sirvan a la expansión del
Reino de Dios.
No se trata pues,
de una visión materialista de la historia, que reduce el anuncio del Evangelio
a un activismo solidario con los pobres que están hambrientos de pan,
cuando la Iglesia y su misión debe abarcar a aquellos que están hambrientos de Dios. Y así, la
afirmación de Nuestro Señor de que “No sólo de pan vive el hombre, sino de
toda palabra que sale de la boca de Dios”, ya no cae en saco roto, sino que
encuentro su justo alcance, que son todos los estratos sociales y todas
las realidades humanas, no solamente el campo de lo material.
Quisiera ser claro
en esto, la Teología de la Liberación propone una reducción simplista del
Evangelio de Cristo, a una praxis, un activismo que trata de afirmar el
materialismo histórico, que nos dice que las causas de los acontecimientos de
la historia, se deben solo y únicamente a realidades económicas y de injusticia social, enmarcada en la lucha de
clases, negando así el papel fundamental – y no sólo importante – del pecado y
sus consecuencias en la vida del hombre.
ERRORES FUNDAMENTALES DE LA TEOLOGÍA
DE LA LIBERACIÓN
Utilizar la religión para llegar al
socialismo
“Participar en la
lucha de clases no sólo no se opone al amor universal; hoy en día, este
compromiso es el medio necesario e ineludible para tornar este amor concreto,
ya que esta participación es lo que conduce a una sociedad sin
clases, una sociedad sin propietarios y desposeídos, sin opresores y oprimidos”
El padre Gutierrez está convencido de que la
Iglesia, y por tanto los teólogos, deben comprometerse con esta lucha para
“salvar” y “liberar” al hombre de las estructuras opresivas y establecer una
sociedad socialista sin clases.
La teología se convierte en la praxis
revolucionaria
En este sentido,
Benedicto XVI (en ese entonces Card. Ratzinger) fue bastante claro en denunciar
la reducción de la teología a una mera praxis marxista, en donde la palabra redención era sustituida por liberación, que es vista en el contexto de la historia y de
la lucha de clases.
No me parece
necesario pues, clarificar el daño que han hecho y hacen constantemente las
Revoluciones a la Iglesia, la Revolución Francesa, la Revolución protestante, y
así, cualquier lenguaje de corte “revolucionario” que proponga un “nuevo
método” de salvación distinto al que ya nos ha sido revelado en Jesucristo y en
su Iglesia.
La desacralización del Cristianismo
Es bastante común
ver como consecuencia de esta teología equivocada, el daño que han causado en
nuestros sacerdotes, que con un criterio de trasfondos marxistas, consideran
que la vestimenta sacerdotal “les aleja” del pueblo, y por tanto es necesario
ser más “cercano”, llevándoles a concluir erróneamente, que no debe existir
diferenciación entre el sacerdote y el laico. Y así, los vemos
por allí, vestidos como cualquier laico (en jean y camiseta remangada),
llegando incluso a infectar la mismísima liturgia de estos criterios mundanos,
cometiendo verdaderas barbaries litúrgicas, y mostrando por demás, una aversión a todo aquello que por ser sagrado,
debe ser distinguido y elevado como tal, incluyéndose a sí mismo, puesto que el
sacerdote es un consagrado para Dios. Más
aún, la liturgia se convierte en una celebración de un pueblo en lucha,
fomentando el odio y la desunión.
Introduce en la Iglesia la lucha de
clases y la herejía
Laicos contra
sacerdotes; sacerdotes contra superiores y obispos; confrontación y desobediencia
contra el Papa. Las virtudes
teologales toman otros significados: La fe sería "fidelidad a la
historia"; la esperanza vendría a ser "la confianza en el
futuro" y la caridad es la "opción por los pobres". De esta
manera, se priva a estas virtudes de su carácter teologal (su relación directa
con Dios) y se convierten en supuestas virtudes meramente humanas. Es la
herejía del "horizontalismo".
Pérdida del sentido de la Iglesia
La bella definición
del concilio Vaticano II de la Iglesia como "pueblo de Dios", se
convierte en "Iglesia del pueblo" a secas, considerando al pueblo,
obviamente, como la clase oprimida a la cual hay que concientizar e instruir
para lanzarlos a la lucha libertadora.
Debo aclarar que el
tema es mucho más complejo, sin embargo he tratado de tocar los puntos
fundamentales, de manera que pueda ser entendido en su generalidad, y así
también, para poder prevenir confusiones por parte de quienes promueven estas
ideologías revolucionarias y dañinas al interior de la Iglesia.
Sistema filosófico,
político y económico basado en las ideas de Karl Marx y de Friedrich Engels,
que rechaza el capitalismo y defiende la construcción de una sociedad sin
clases y sin estado
Gustavo Gutiérrez,
Teología de la Liberación (Nueva York: Orbis Books, 1973), pp 255, 277.
La dialéctica es
propiamente “el arte de discutir” y su significado pertenece a los griegos. Sin
embargo, si es aplicado al marxismo, designa el proceso con el que se
desenvuelve la sociedad a lo largo de su propia historia, y a la vez, la forma
en que se debe pensar para captar dicho proceso.
Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertatis Nuntius. Introducción
Mateo 4, 4
Gustavo Gutiérrez,
Teología de la Liberación (Nueva York: Orbis Books, 1973), página 276
The Ratzinger
Report: An Exclusive Interview on the State of the Church By Pope Benedict XVI,
Vittorio Messori, Ignatius Press, 1985, pp. 183, 185
Steven Neira
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