martes, 17 de marzo de 2015

MÁS SENTENCIAS DEL LIBRO DEL ECLESIÁSTICO: ÚLTIMA ENTREGA


Y bien queridos amigos, después de haber visto otras colecciones de proverbios y refranes del mismo libro, vamos a ir cerrando ya la serie que hemos dedicado a uno de los libros más desconocidos y más interesantes del Antiguo Testamento, el Eclesiástico, con esta última recopilación de interesantes sentencias que recoge las siguientes:

“El camino de los pecadores está bien enlosado, pero desemboca en lo hondo del abismo” (Ecl. 21, 10).

“Quien no posee habilidad no aprende, pero hay habilidades que llenan de amargura” (Ecl. 21, 12)

“Si un hombre instruido oye una palabra sabia, la elogia y añade otra. Si la oye el imbécil, se burla de ella, y se la echa a la espalda”. (Ecl. 21, 18)

“El duelo por un difunto dura siete días, pero por un necio toda la vida”. (Ecl. 22, 12)

“Si en la juventud no has recogido nada, ¿cómo quieres encontrar algo en la vejez?” (Ecl. 25, 3)

“Quien tira una piedra al aire, sobre su cabeza la tira” (Ecl. 27, 25).

“El golpe a traición hiere al que lo da” (Ecl. 27, 25)

“Más vale vida de pobre bajo techo de madera que grandes banquetes en casa ajena”. (Ecl. 29, 22)

“Educa a tu hijo y trabájalo bien, para que no tengas que soportar su insolencia”. (Ecl. 30, 13)

“A estómago moderado, sueño saludable” (Ecl. 31, 20)

“Alegría del corazón y regocijo del alma es el vino bebido a tiempo y con medida. Amargura del alma, el vino bebido con exceso” (Ecl. 31, 28-29).

“Piensa en tu final y deja ya de odiar” (Ecl. 28 6).


“Envidia y malhumor acortan los días” (Ecl. 30, 24).

“Manténte firme en el consejo de tu corazón, que nadie te será más fiel que él”. (Ecl. 37, 13)

“Al difunto no le aprovecha tu tristeza, y te harás daño a ti mismo”. (Ecl. 38 21)

“El vino y la música alegran el corazón, pero todavía más el amor a la sabiduría”. (Ecl. 40, 20)

“Preocúpate por tu nombre, porque te sobrevivirá” (Ecl. 41, 12)

“La buena vida tiene los días contados, pero el buen nombre permanece para siempre” (Ecl. 41, 13).

Y después de todo aún dice el autor:

“Inventar proverbios es un ejercicio difícil” (Ecl. 13, 26).

Y lo firma “Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que de su corazón derramó sabiduría a raudales”. (Ecl. 50, 27)

Y sin más por hoy queridos amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Seguimos mañana.

Luis Antequera

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