"Surgió un hombre enviado por
Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la
luz, para que por él todos vieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la
luz.
Y éste fue el testimonio de Juan,
cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que
le preguntaran:
- ¿Tú quién eres?
Él confesó sin reservas:
- Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron:
- ¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?
Él dijo:
- No lo soy."
- ¿Eres tú el Profeta?
Respondió:
No.
Y le dijeron:
- ¿Quién eres? Para que podamos
dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó:
- Yo soy al voz que grita en el
desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.
Entre los enviados había fariseos
y le preguntaron:
- Entonces, ¿por qué bautizas, si
tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió:
- Yo bautizo con agua; en medio de
vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy
digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra
orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando."
Este domingo tiene dos aspectos.
Uno lo señala la segunda lectura de la 1ª epístola a los Tesalonicenses, en la
que Pablo nos dice: "Estad siempre alegres". Y nos señala que esto es
lo que Dios quiere de nosotros.
El otro aspecto nos lo da el
evangelio. Juan nos dice que el Bautista era el testigo de la luz. Y este, con
sencillez, se presenta a los judíos como una voz que grita en el desierto.
Luz y alegría es la Buena Nueva.
Nosotros hemos convertido el cristianismo en algo triste, doloroso, aburrido.
La vida ya nos trae los
sufrimientos y el dolor, la lucha y el afán. Nosotros debemos llenarla de luz y
de alegría. Debemos aplanar los caminos para que llegue el Señor, no hacerlos
más difíciles y complicados.
Nuestro tiempo es oscuro. La
crisis, la corrupción, las dificultades nos conducen al desencanto, la tristeza
y la depresión. Hoy necesitamos más que nunca la luz y la alegría de la Buena
Nueva. Una luz que nos apremia a aplanar los caminos, a hacer de este mundo un
lugar más fraterno y solidario: un mundo mejor. este ha de ser el reto de los
que queremos seguir a Jesús.
Si ahora se nos acercara alguien a
preguntarnos quiénes somos, ¿podríamos responder que somos luz, que somos una
voz que invita a la alegría y a luchar por hacer de esta sociedad un mundo
mejor?
Adviento es tiempo de esperanza. Esa Luz y esa alegría llegarán; pero hemos de trabajar para ello. Hemos de allanar los caminos.
Adviento es tiempo de esperanza. Esa Luz y esa alegría llegarán; pero hemos de trabajar para ello. Hemos de allanar los caminos.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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