El Papa Francisco se reunió este lunes con los participantes en el
Coloquio Internacional sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer,
que se está celebrando en el Vaticano. Durante el mismo, confirmó su
participación en el Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en
Philadelphia en 2015
Noticia digital (17-XI-2014)
Los niños tienen derecho a una familia con un padre y una madre, capaces
de crear un ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva: lo
subrayó el Papa Francisco a los participantes en el Coloquio Internacional
sobre la complementariedad entre el hombre y la mujer, promovido en el Vaticano
por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El Papa ha recalcado que no hay que caer en la trampa de calificar la
familia con conceptos de naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en
un momento de la historia y luego decaen. La familia es un hecho antropológico,
la familia es familia. La familia es en sí misma, tiene una fuerza en sí misma.
Reflexionando sobre el título del coloquio el Pontífice destacó que complementariedad,
es una palabra preciosa, con múltiples valencias, que puede referirse a
diversas situaciones, en las cuales, un elemento completa al otro o suple una
carencia suya. No obstante, prosiguió el Santo Padre, la complementariedad es
mucho más que esto.
Reflexionar sobre la complementariedad -dijo- no es otra cosa que meditar
sobre las armonías dinámicas que están al centro de toda la Creación. Ésta es
la palabra clave: armonía. «La complementariedad, es la base del matrimonio y
la familia, primera escuela en donde aprendemos a apreciar nuestros dones y
aquellos de los otros y en donde se aprende el arte de vivir juntos».
Esta complementariedad entre hombre y mujer, continuó el Papa, asume
muchas formas porque cada hombre y cada mujer aporta la propia contribución
personal en el matrimonio y en la educación de los hijos. La propia riqueza
personal, el propio carisma personal, y la complementariedad se transforma así
en una gran riqueza, y no sólo es un bien, sino también belleza.
Y observó que en nuestro tiempo, el matrimonio y la familia están en
crisis. «Vivimos en una cultura de lo provisorio, en la cual tantas personas
renuncian al matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las
costumbres y en la moral, que a menudo, ha hecho flamear la bandera de la
libertad entre comillas, en realidad ha traído devastación espiritual y
material a un sinnúmero de seres humanos, especialmente los más vulnerables»,
constató.
Finalmente la exhortación del Pontífice a pensar en los jóvenes y a no
dejar que se dejen envolver por la mentalidad dañina de lo provisorio. «Ir
contracorriente, y no caer en la trampa de ser calificados con conceptos
ideológicos. La familia es un hecho antropológico y en consecuencia un hecho
social, cultural, afirmó el Papa. No podemos calificarla con conceptos de
naturaleza ideológica que solamente tienen fuerza en un momento de la historia
y luego decaen. Hoy no se puede hablar de familia conservadora y familia
progresista, la familia es familia. La familia es en sí misma, tiene una fuerza
en sí misma. No se dejen calificar así, por este u otros conceptos de
naturaleza ideológica».
Al concluir el discurso, la confirmación del Papa de su próxima visita a
Filadelfia, en septiembre del 2015, en ocasión de octavo Encuentro Mundial de
las Familias.
RV
TEXTO COMPLETO DEL DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO
Queridos hermanos y hermanas,
Los saludo cordialmente y agradezco al Cardenal Müller por las palabras
con las cuales ha introducido este encuentro.
1. Ante todo, quisiera compartir una reflexión sobre el título de su
Coloquio. Complementariedad: es una palabra preciosa, con múltiples
valencias. Puede referirse a diversas situaciones en el cual un elemento
completa al otro o lo sustituye en una carencia suya. Todavía,
complementariedad es mucho más que esto. Los cristianos encuentran el
significado en la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, donde el apóstol
dice que el Espíritu ha dado a cada uno diversos dones en modo que, como los
miembros del cuerpo humano se complementan para el bien del entero organismo,
los dones de cada uno pueden contribuir para el bien de todos (cfr 1 Cor 12).
Reflexionar sobre la complementariedad no es otra cosa que meditar sobre las
armonías dinámicas que están al centro de toda la Creación. Y esta es la
palabra clave: armonía. Todas las complementariedades el Creador los ha hecho
para que el Espíritu Santo, que es el autor de la armonía, haga esta armonía.
Oportunamente se han reunido en este Coloquio Internacional para
profundizar el tema de la complementariedad entre el hombre y la mujer. De
hecho, esta complementariedad está a la base del matrimonio y de la familia,
que es la primera escuela donde aprendemos a apreciar nuestros dones y aquellos
de los demás y donde comenzamos a aprender el arte del vivir juntos. Para la
mayor parte de nosotros, la familia constituye el lugar principal en el cual
iniciamos a “respirar” valores e ideales, como también a realizar nuestro
potencial de virtudes y de caridad. Al mismo tiempo, como sabemos, las familias
son lugares de tensiones: entre egoísmo y altruismo, entre razón y pasión,
entre deseos inmediatos y objetivos a largo tiempo, etc. Pero las familias
también proporcionan el ambiente en el cual se resuelven tales tensiones: y
esto es importante. Cuando hablamos de complementariedad entre hombre y mujer
en este contexto, no debemos confundir tales términos con la idea simplicista
que todos los roles y las relaciones de ambos sexos están comprendidas en un
modelo único y estático. La complementariedad asume muchas formas, porque cada
hombre y cada mujer aportan su propia contribución personal al matrimonio y a
la educación de los hijos. La propia riqueza personal, el propio carisma
personal, y la complementariedad se convierten así en una grande riqueza. Y no
sólo es un bien, sino también es belleza.
2. En nuestro tiempo el matrimonio y la familia están en crisis. Vivimos
en una cultura de lo provisorio, en el cual siempre más personas renuncian al
matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las costumbres y en la
moral muchas veces ha agitado la bandera de la libertad – entre comillas –, pero
en realidad ha traído devastación espiritual y material a numerosos seres
humanos, especialmente a los más vulnerables. Es siempre más evidente que el
declino de la cultura del matrimonio está asociado a un aumento de la pobreza y
a una serie de otros numerosos problemas sociales que hieren de manera
desproporcionada a las mujeres, los niños y los ancianos. Y son siempre ellos
los que sufren más, en esta crisis.
La crisis de la familia ha dado origen a una crisis de ecología humana,
porque los ambientes sociales, como los ambientes naturales, tiene necesidad de
ser protegidos. Si bien la humanidad ha comprendido ahora la necesidad de
afrontar lo que constituye una amenaza para los ambientes naturales, somos
lentos – pero somos lentos, ¿eh?, en nuestra cultura, también en nuestra
cultura católica – somos lentos en reconocer que también nuestros ambientes
sociales están en riesgo. Es pues indispensable promover una nueva ecología
humana y hacerla caminar adelante.
3. Es necesario insistir sobre los pilares fundamentales que sostienen
una nación: sus bienes inmateriales. La familia permanece en el fundamento de
la convivencia y la garantía contra la exfoliación social. Los niños tienen el
derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, capaces de crear un
ambiente idóneo a su desarrollo y a su maduración afectiva. Por esta razón, en
la Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, he puesto el acento sobre
la contribución «indispensable» del matrimonio a la sociedad, contribución que
«supera el nivel de la emotividad y de la necesidad contingente de la pareja»
(n. 66). Por esto les estoy agradecido por el énfasis puesto por su Coloquio
sobre los beneficios que el matrimonio puede aportar a los hijos, a los mismos
esposos y a la sociedad.
En estos días, mientras reflexionaran sobre la complementariedad entre
el hombre y la mujer, los exhorto a dar realce a otra verdad concerniente al
matrimonio: que el compromiso definitivo en relación de la solidaridad, de la
fidelidad y del amor responde a los deseos más profundos del corazón humano.
Pensemos sobre todo a los jóvenes que representan el futuro: es importante que
ellos no se dejen envolver por la mentalidad dañina de los provisional y sean
revolucionarios con el coraje para buscar un amor fuerte y duradero, es decir
de ir contracorriente: se debe hacer esto. Y sobre esto quisiera decir una
cosa, ¿no? No debemos caer en la trampa de ser calificados con conceptos
ideológicos. La familia es un hecho antropológico, y consecuentemente un hecho
social, de cultura, etc. Y nosotros no podemos calificarla con conceptos de
naturaleza ideológica que solamente tiene fuerza en un momento de la historia,
y después caen. No se puede hablar hoy de familia conservadora o de familia
progresista: la familia es familia. Pero no se dejen calificar así por esto o
por otros conceptos, de naturaleza ideológica. La familia es en sí misma, tiene
una fuerza en sí misma.
Pueda este Coloquio ser fuente de inspiración para todos aquellos que
buscan sostener y reforzar la unión del hombre y de la mujer en el matrimonio
como un bien único, natural, fundamental y bello para las personas, las
familias, las comunidades y la sociedad.
En este contexto me gustaría confirmar que, a Dios rogando, en
septiembre de 2015 iré a Philadelphia para el octavo Encuentro Mundial de las
Familias.
Les agradezco por sus oraciones con las cuales acompañan mi servicio a
la Iglesia. Yo también rezo por ustedes y los bendigo de corazón. Muchas
gracias.
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