martes, 15 de abril de 2014

LA VIGILIA PASCUAL


Tras toda una Cuaresma, llegamos a la cumbre, la santa Pascua del Señor con su vigilia nocturna en la noche del sábado santo al Domingo.
 
Hemos tenido ocasión, seguro, en retiros y homilías, de desear la Vigilia pascual porque nos habrán hablado de ella, nos la habrán predicado exhortando a nuestra asistencia fiel y devota. Ahora hay que profundizar un poco en ella. Tal vez lleguen muchos a estas entradas buscando simplemente "moniciones para la Vigilia pascual", pero estas catequesis deben ser -anualmente- mistagogias, introducciones teológicas y espirituales a lo contenido en los ritos sagrados.
 
Dos catequesis breves sobre la Vigilia pascual deben orientarnos en su celebración y alentarnos a su vivencia, tanto más espiritual cuanto más solemne es este sagrado rito, centro de todo el año litúrgico.
 
Así que hoy, acomodaos en este salón virtual de catequesis, tomad el cuaderno para escribir algunas "notas", añadid la ilusión de una preparación inmediata a algo importante, y nos lanzamos. Haya expectación.
 
¡Llega la Santa Pascua del Señor!
 
La estructura clásica de la Vigilia pascual consta de cuatro partes:
1) Lucernario (es una introducción, un prólogo al rito, y no es lo más importante)
2) Liturgia de la Palabra (última catequesis a los "electi", los catecúmenos que después van a ser bautizados y a todos los fieles situándolos ante la gran perspectiva de la Historia de la salvación)
3) Liturgia bautismal: bautismo de niños y adultos, Crismación-Confirmación de éstos, renovación de las promesas bautismales de todos los fieles y aspersión con el agua bautismal, terminando con la oración de los fieles (la respuesta cantada a la intención que se nos proponga).
4) Liturgia eucarística: el sacrificio pascual del Señor se hace presente en el altar; el banquete de bodas del Cordero se anticipa en la Eucaristía de la Pascua.
 
I. LUCERNARIO
Es una preparación y anuncio. Proviene de algo tan práctico y sencillo como encender las luces de la basílica para poder hacer la vigilia nocturna. Pero se fue ritualizando con elementos nuevos que ponían de relieve, en la noche, que Cristo es la Luz del mundo y que nosotros participamos de su Luz.
 
En lugar de una monición, hay un canto poético, el Pregón pascual cantando la gloria de la "noche" y de la resurrección de Cristo, y una alabanza final al cirio que ilumina esta noche.
 
Los ritos iniciales son una delicia espiritual: bendición del fuego nuevo porque por la Pascua, Dios lo hace todo nuevo. Signación del cirio... expresando cómo Cristo es el Centro, el Rey, el Señor. Así se dirá: "Cristo, ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo y la eternidad. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén". Se enciende el cirio con una preciosa fórmula, tantas veces meditada en nuestra vida espiritual por lo necesaria que resulta para nuestra vida: "La luz de Cristo que resucita glorioso disipe las tinieblas del corazón y del espíritu". Se enciende el cirio, se toman ascuas de las brasas y se echan en el incensario que empieza a humear. Comienza la procesión al templo: columna de humo el incienso, columna de fuego el Cirio, y vamos como el pueblo de Israel peregrino con la verdadera columna de fuego que es Cristo.
 
Al segundo (al segundo, en la puerta de la iglesia) "Luz de Cristo. R/ Demos gracias a Dios", todos participamos de la Luz del cirio, encendiendo nuestras velas con una Luz que se comunica. Entramos con las lámparas encendidas en nuestras manos. Al tercer "Luz de Cristo" se enciende la iglesia entera (de una vez, no teatralmente a lo largo de toda la celebración: es el rito de iluminar la basílica entera), se inciensa el cirio y se proclama el pregón pascual.
 
¡Ha comenzado la Noche santa!
 
II. LITURGIA DE LA PALABRA
Una Vigilia, como ésta, es noche de oración, cantos y escucha de la Palabra. Las lecturas bíblicas resuenan con la fuerza del Espíritu Santo y es triste que, por sistema, se recorten para quedar en apenas 3 ó 4 lecturas.
 
La disposición espiritual e interior nos la ofrece la monición que hace el sacerdote a toda la liturgia de la Palabra. Saboreémosla:
"Hermanos: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios. Recordemos las maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo en el avance continuo de la Historia de la salvación, al llegar los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que, con su muerte y resurrección, salvara a todos los hombres. Mientras contemplamos la gran trayectoria de esta Historia santa, oremos intensamente, para que el designio de salvación universal, que Dios inició con Israel, llegue a su plenitud y alcance a toda la humanidad por el misterio de la resurrección de Jesucristo".
Desde la primera creación (Gn 1) hasta la nueva creación (resurrección de Cristo), Dios traza una línea progresiva conducente a nuestra salvación. Es la síntesis de toda la historia de la salvación.
 
Cada lectura del Antiguo Testamento va acompañada por el canto de un salmo, después el silencio orante de todos, y una oración del sacerdote que "interpreta" o "ilumina" cada lectura cristianamente.
 
El paso del Antiguo al Nuevo Testamento se marca por el canto del Gloria, el repique de campanas, y el encendido de los cirios del altar. Se canta la oración colecta y pasamos al Nuevo Testamento: una lectura de san Pablo, el canto gozoso del Aleluya -¡por fin! ¡Qué felicidad para la Esposa!- que se prolonga cantando varias estrofas del salmo 117 ("la piedra que desecharon los arquitectos... Éste es el día en que actuó el Señor..."). El culmen es el canto del Evangelio, sí, tal cual, canto a ser posible, iluminado sólo por el cirio pascual -sin cirios ni ciriales acompañando-, la nube de humo del incensario y la voz que anuncia: "No está aquí ha resucitado... Id a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán".
 
Una breve, concisa, fuerte y kerygmática homilía, actualizará lo oído y elevará el corazón para disponernos a recibir su salvación mediante los sacramentos de la Iniciación (Bautismo, Confirmación, Eucaristía).
 
Crezca el deseo de la Pascua.
 
Deseemos ya esta noche santa.
 
Sea nuestra ilusión, nuestra esperanza, nuestro amor, poder vivir intensamente la Vigilia pascual.
 
¿Me permitís una recomendación? De aquí a la Vigilia pascual, tomad para vuestra oración personal o meditación un misal para los fieles -o buscadlo en Internet- y meditad todos los textos de la Vigilia pascual, sus oraciones, moniciones y lecturas. ¿OK?
 
¡Qué poco falta ya para la santísima Vigilia pascual! ¡¡Por favor, que nadie falte!!


Ya estamos en el primer día del Santísimo Triduo pascual. Hoy celebraremos la Cruz santa de Cristo, su Pasión y Redención. Ya vimos hace unos días la catequesis sobre esta Liturgia austera y solemne a la vez.
 
Pero ya el Viernes Santo, entrando en el Triduo pascual, mira a su Corazón, que es la Vigilia pascual. Nuestros templos hoy, formando una sola y gran comunidad católica, deberán estar atestados de fieles, y los mismos fieles mañana por la noche se reunirán para vivir el "desenlace".
 
Vamos a repetirlo: debe ser la Gran celebración, de todos y cada uno de los fieles, que no dejarán de participar bajo ningún concepto ni excusa, sino integrándose en el Cuerpo eclesial para celebrar a su divina Cabeza.
 
¿Para qué si no recibir la ceniza el Miércoles de Ceniza?
¿A qué los ayunos y mortificaciones y penitencias si luego no subimos con Cristo al monte de la santa Pascua?
¿De qué servirían tantos ejercicios piadosos cuaresmales, buenísimos y santísimos, si después nos ausentamos de la santa Vigilia pascual que durante siglos fue el manantial de gozo cristiano y fuente de vida para tantas generaciones de cristianos?
 
Toca recuperar el sentido y la conciencia de la Vigilia pascual para todos en nuestras parroquias, comunidades, asociaciones, movimientos, cofradías y hermandades. Todos unidos, formando una amalgama de granos de trigo -que diría san Agustín en sus sermones pascuales- para ser amasados en un solo Cuerpo de Cristo, Pan de vida.
 
Seguimos donde nos quedamos en la catequesis sobre la Vigilia pascual.
 
III. LITURGIA DEL BAUTISMO
La Redención de Cristo se comunica por los sacramentos, signos visibles que comunican la gracia y toman su fuerza de la Pascua del Señor.
 
Es el momento del Bautismo, de la Pascua personal; para ella se han preparado los catecúmenos durante un tiempo (más de un año) y éste es el momento de renacer y vivir.
a) Si hay bautismos
Tras la homilía, se toma el cirio pascual y van en procesión los ministros, catecúmenos y sus padrinos, hasta la fuente bautismal mientras se cantan las letanías de los santos.
Entonces se bendice el agua bautismal con una plegaria antiquísima que recomiendo su lectura meditada. "Oh Dios que por medio de los signos sacramentales tú obras con invisible potencia las maravillas de la salvación..." Cuando llega el momento de invocar la bajada del Espíritu Santo sobre las aguas, se puede introducir el cirio pascual en el agua, porque el Espíritu viene por el Resucitado.
A los catecúmenos que van a ser bautizados, y en el caso de niños, a sus padres y padrinos, se les pide la renuncia al pecado y la profesión de fe, y uno a uno son bautizados.
Entonces, en el caso de los niños, se les unge con el santo Crisma. Se revisten de las vestiduras blancas, se les entrega un cirio encendido a cada uno y, a los adultos, se les crisma confiriendo el Sacramento de la Confirmación. Vuelven al presbiterio en procesión cantando.
Finalmente, a todos los fieles presentes, se les pide la renovación de las promesas bautismales y se les asperja con agua bendecida.
b) Si no hay bautismos
Si no hay bautismos ni los va a haber al día siguiente, se bendice el agua en un recipiente dentro del presbiterio. (Si habrá bautismos sí se cantan las letanías y la plegaria solemne de bendición del agua). Una vez bendecida con una fórmula breve, se procede a la renovación de las promesas bautismales y a la aspersión. ¡Qué gracia más infinita esta noche! Actualizamos la gracia de nuestro Bautismo para que no se extinga, sino que florezca llevándonos a la santidad de vida. Por cierto, la renovación de las promesas bautismales esta noche tiene indulgencia plenaria (Enchiridion, n. 44; con las condiciones de siempre).
Luego la liturgia bautismal culmina con la Oración de los fieles. Por primera vez los nuevos bautizados, como hijos de Dios, van a orar como fieles, siendo sacerdotes por el bautismo para pedir e interceder.
El diácono propone la intención y los fieles oran: "kyrie, eleison", "Señor, escucha y ten piedad". Esta oración de los fieles -que es la respuesta de todos- conviene que se cante para que la oración propiamente dicha sea solemne, cantada, resaltada en su importancia.
 
IV. LITURGIA EUCARÍSTICA
El clima espiritual se suaviza, pero no para acelerar y acabar rápido por cansancio o por supuestas "razones pastorales".
 
Los neófitos, como sacerdotes por el bautismo, pueden ofrecer por vez primera. Ellos llevarán toda la ofrenda de pan, vino y agua: tantas patenas, copones y cálices como sean necesarios (nunca esas ´perniciosas´ ofrendas simbólicas que ni son ofrendas ni sirven de nada: sandalias, libros de no-sé-qué, etc).
 
Se inciensa y somos incensados: una única y misma ofrenda es la que está en el altar y cada uno de nosotros con Cristo.
 
Comienza la plegaria eucarística, la solemne y Gran plegaria eucarística de la Pascua; cantada, expresiva, orante. "Es justo y necesario glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en esta noche en que Cristo nuestra Pascua ha sido inmolado... Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria..."
 
El Canon romano o plegaria eucarística I es la más adecuada esta noche, cantada por completo, porque posee textos propios en esta noche: "Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar la noche santísima...", "Acepta, Señor, en tu bondad..." por los nuevos neófitos.
 
La Comunión nos permite participar de la Vida del Señor Resucitado para resucitar con Él, para recibir su vida eterna. Siempre que sea posible, la Comunión de la Pascua debería administrarse con las dos especies.
 
Noche de Pascua.
 
Cristo resucita glorioso, victorioso. Ha sido constituido Señor de cielo y tierra.
 
La Iglesia, cada uno de sus fieles, goza con su Señor. ¡Ésta es la noche!
 
Y si algo falta, o no queda claro, en los comentarios intentaremos responder las distintas cuestiones que se presenten.
 
¡Qué poco falta para la beata nox, la noche de las noches!

Javier Sánchez Martínez

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