miércoles, 14 de octubre de 2009

L'OSSERVATORE ROMANO CRITICA LA CONCESIÓN DEL NOBEL A OBAMA


VALORA POR QUÉ NO SE CONCEDIÓ A JUAN PABLO II

Al aceptar el Premio Nobel de la Paz 2009, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, debería recordar no solo las guerras en Irak y Afganistán, sino también la guerra que está dirigiéndose contra los no nacidos, según un artículo de L´Osservatore Romano.

El diario oficioso vaticano publicó un artículo en su edición italiana del pasado domingo, en respuesta a la concesión del premio de la paz a Obama.

El Comité noruego del Nobel anunció la noticia el viernes, afirmando que se reconocía así «los extraordinarios esfuerzos del presidente para reforzar la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos. El comité otorgó especial importancia a la visión y la labor de Obama en favor de un mundo sin armamento nuclear», informa Zenit.

El artículo de L´Osservatore, firmado por Lucetta Scaraffia, apremia al presidente a reconocer que «la guerra más larga, y con el mayor número de caídos”, es la práctica del aborto, legalizado y facilitado por las estructuras internacionales».

Pide también al presidente que recuerde las palabras de la ganadora del Premio Nobel de la Paz de 1979, la Madre Teresa de Calcuta, que llamó al aborto «el gran destructor de la paz hoy, [...] porque es una guerra directa, una matanza directa un asesinato directo por parte de la propia madre».

El periódico observó que el Nobel de Obama «ha cogido a todo el mundo un poco por sorpresa, en primer lugar al propio presidente de los Estados Unidos». Era la primera vez, desde que Woodrow Wilson fue galardonado en 1919, que un presidente estadounidense recibe el premio estando en activo.

El artículo afirma que la concesión del galardón a Obama mientras está en el cargo lo convierte en «una forma de presión para inclinar a Obama hacia decisiones pacíficas mientras dure su mandato». «En base a las decisiones tomadas hasta la fecha, resulta difícil describir al presidente como un pacifista convencido», afirma L´Osservatore.

El diario considera que las políticas de Obama en «Irak y Afganistán parecen estar a medio camino entre la fidelidad a los principios pacifistas proclamados durante la campaña electoral, y una política más realista, que algunos ya han descrito como una continuación de ese belicista Bush».

«Se trata de una política oscilante, muy similar a la que el presidente americano está llevando a cabo en importantes cuestiones bioéticas, sobre todo en relación con el aborto, que ha suscitado tanta controversia entre los católicos estadounidenses», añade.

Cuestionamientos.
L´Osservatore Romano también pone en cuestión el proceso de elección del ganador del premio a la paz, observando que el papa Juan Pablo II ha sido ignorado en dos ocasiones, en 1999 y 2003.

El Comité del Nobel eligió a Médicos sin Fronteras en 1999, y al abogado y activista por los derechos humanos iraní Shirin Ebadi en 2003. El pontífice había sido «considerado un gran favorito en 2003, tras su condena de la guerra de Iraq», afirma L´Osservatore. «Ese año, muchas iniciativas y el favor de una gran parte del mundo parecían hacerle el destinatario natural del galardón. Fue considerado como el favorito, incluso por los apostadores».

El papa Juan Pablo II «fue considerado por los miembros del jurado como demasiado conservador en otras áreas, y se temía que, galardonando con él a la Iglesia católica, podría favorecerse a una importante confesión religiosa en detrimento de las demás».

«Esos miedos», asegura el diario vaticano, «han sido superados en el caso, mucho más controvertido, del premio a Obama». «Una vez más, por tanto, el Premio Nobel de la Paz ha suscitado preguntas y críticas, dado que los criterios para la designación a menudo parecen influenciados por el pensamiento políticamente correcto», añade L´Osservatore.

En cualquier caso, «como ya manifestó el director de prensa de la Santa Sede -concluye el artículo-, no podemos sino estar contentos de ver reconocidos en el presidente Obama el esfuerzo por el desarme nuclear y la indudable propensión personal a una política más pacífica que a afirmar el poder americano en el mundo».
R.B./ReL

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