La comboniana que murió en el atentado terrorista de Chipene, Mozambique, la noche del 6 al 7 de septiembre de 2022.
Por: Antonella Palermo | Fuente: Vatican News
Mozambique, septiembre de 2022. Don Loris estaba seguro de que lo matarían.
Durante el asalto armado, rezó el rosario y lanzó un mensaje en las redes
sociales en el que pedía perdón por sus "faltas".
Mientras tanto, los terroristas incendiaron la iglesia y la rectoría. Él
y su compañero de misión, Don Lorenzo Barro, de Portogruaro, se salvaron. Sor
Maria De Coppi, no.
SOR MARÍA, A LA ESCUCHA DE LA GENTE, HASTA EL MARTIRIO
En el día en que el Papa
Francisco creó una Comisión para elaborar un catálogo de todos los que han
derramado su sangre por confesar a Cristo en el último cuarto de siglo,
conversamos con el padre Loris Vignandel, de Friuli, que hace un año estuvo en
el país africano donde la noche del 6 al 7 de septiembre cayó víctima de un
atentado terrorista la hermana Maria De Coppi, una comboniana de origen
veneciano que llevaba sesenta años de misionera en Mozambique. La religiosa
sirvió en Nampula y durante varias décadas atravesó la colonización, la guerra
y el terrorismo. Su vida estuvo unida a las alegrías y las penas de la
población. Fue asesinada a tiros en Chipene.
SÓLO EN EL DON UNO RECIBE SU VIDA
Existe el martirio sangriento, el
que vivió Sor María en esta tierra, pero existe también otro tipo de martirio,
el del testimonio cotidiano: el de escuchar a la
gente, el de ponerse a disposición de las dificultades de las familias. Es
la otra cara de la moneda de la que también estaba impregnada la vida de Sor
María. Aunque en los últimos tiempos ya no podía leer porque apenas veía, no
escatimaba en hacerse cercana. Escuchaba durante horas y horas, sin esperar
nada. Porque lo importante es entregarse. Este es el legado más hermoso de la
monja, para el padre Loris, convencido de que "sólo
dando se recibe la vida".
EN EL ADN DE TODOS ESTÁ LA OFRENDA DE LA
PROPIA VIDA
"La ofrenda de
la propia vida es algo esencial en el ADN de los hombres y mujeres de todos los
tiempos", observa el P. Loris. “Cada uno de nosotros se realiza en la medida en que
decide entregar su vida. Me gusta este subrayado del Papa -confiesa- que está
atento a la transmisión no sólo de la fe, sino también de la sabiduría de
tantos ancianos que pueden ayudar a las nuevas generaciones en el crecimiento
de sus propios valores y conciencia". El padre Loris recuerda su
estancia en Mozambique, donde "cuanto más te
acercabas a la costa, más te encontrabas con musulmanes. Tienes que
relacionarte con personas que tienen una fe diferente, pero en tu ADN", observa,
"tienes los mismos sueños, las mismas
preocupaciones, las mismas esperanzas que tienen que ver con la vida de tus
familiares, de tus vecinos, de la gente a la que quieres". “Desde este
punto de vista, pensando en Sor María, pienso en la voluntad de servir al
hombre y a la mujer que se sientan a tu lado".
EL MARTIRIO DE LA VIDA COTIDIANA
Es la dimensión del martirio que
se basa en la creencia en una fraternidad que va más allá de toda pertenencia. "Es el discurso de la semilla que muere", explica.
Sólo con esta postura espiritual se es capaz de afrontar el miedo más allá de
la ubicación física. Al fin y al cabo, concluye, "incluso
en estas tierras nuestras hay quien experimenta el martirio porque decide vivir
cristianamente su fe y enseñar a sus hijos que eso es posible; mártires son
también quienes intentan llegar a fin de mes con dignidad, mártires son quienes
pierden su trabajo y consiguen afrontar la vida con una sonrisa".
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