lunes, 31 de julio de 2023

CUANDO VISITE A UN SACERDOTE, RECUERDE...

Que un cura no está casado, ni tendrá familia propia. Sin esposa, sin hijos. Su familia son sus feligreses. Es un padre espiritual en la fe de la comunidad a la que sirve. Su futuro está en celebrar la Eucaristía en la misa todos los días, escuchar confesiones, ungir a los enfermos, servir a los que acuden a él en busca de ayuda. Un sacerdote puede servir en una parroquia solo por un mínimo de cinco a siete años. Después de eso, puede ser transferido a otra parroquia o asignado a un papel diferente en la Iglesia. Se apoya en su equipo de voluntarios, personal y fieles laicos. No esperes que él esté allí todo el tiempo para ti.

Cuando das dinero a la Iglesia, te sorprenderá saber que el dinero no es para él porque ningún sacerdote gana un salario fijo. Reciben un estipendio para cubrir sus gastos básicos de alimentación, vestimenta y viaje. Ahorran cada centavo para irse de vacaciones y gran parte del dinero es obsequiado por amigos, parientes y simpatizantes, ya que no reciben licencia pagada como el resto de los que trabajamos.

Si bien trabajamos por una cantidad fija de horas con dos días libres a la semana, se espera que los sacerdotes estén disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Así que no te enfades si no te responde cuando lo necesitas. Ellos también son humanos con la misma fragilidad que nosotros.

Si escucha a alguien hablando mal de un sacerdote en particular, corrija a esa persona y no participe en chismes sin conocer los hechos. Recuerda que están solos y en ocasiones necesitarán compañía. Preste atención a sus necesidades emocionales, físicas y mentales. Acompáñalos si es necesario u ofréceles una mano amiga o incluso un aventón. No es fácil salir solo a las 2 o 3 de la mañana especialmente en barrios peligrosos para aconsejar o incluso ungir a alguien en su lecho de muerte. Si alguien acude a ellos a esa hora en busca de ayuda, tienen que levantarse de su sueño profundo y aún se espera que celebren Misa por la mañana. ¿Quién está ahí para ellos cuando están enfermos o tienen emergencias en medio de la noche? Sin embargo, están obligados a cumplir con sus deberes porque, si no ellos, ¿quién?

Recuerde sus cumpleaños, aniversarios de ordenación y eventos importantes en sus vidas. Celebra con ellos, llora con ellos. Ofrezca un hombro en el que apoyarse. Si se caen, no juzgues ni critiques. Levántalos y ayúdalos en su viaje en la vida. No se ofenda si no están a la altura de sus expectativas. Ningún sacerdote es perfecto.

Cuidad, pues, de vuestros sacerdotes, acordaos de los que os bautizaron, confirmaron, casaron y ungieron. Los que ofrecen misas por tus intenciones y oran por ti. Que Dios bendiga a nuestros sacerdotes en el nombre de Jesús, nuestro eterno Sumo Sacerdote.

Señor, te pido que detrás de cada sacerdocio santo, haya siempre un santo sacerdote.

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