2 de febrero. José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén, también se conoce como Fiesta de la Candelaria.
Por: Teresa Vallés | Fuente: Catholic.net
ORIGEN DE LA FIESTA:
Esta costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la fiesta de la
purificación y la presentación del Niño Dios al templo.
En tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía
presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado
a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la
madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más,
purificándose a través del recogimiento y la oración.
Ya que se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del
templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola. Con respecto
al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los
primogénitos de Egipto que había salvado Dios. Lo mismo pasaba con los animales
primogénitos.
José y
María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos
palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu
Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que
iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría
su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.
EXPLICACIÓN DE LA FIESTA:
El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús
al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o
parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando
candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir, las cuales simbolizan a
Jesús como luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.
En México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca
de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas.
Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para
sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las
candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas se
pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.
Esta fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, en la cual se sirven
tamales y atole de sabores y chocolate caliente.
Es una fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia
de María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones
en el camino a nuestra salvación eterna.
LA VIRGEN DE LA CANDELARIA:
Es una de las muchas advocaciones (nombres) de la Virgen María. Tuvo su origen
en Tenerife, una de las islas Canarias. Según la tradición, la Virgen se le apareció en 1392 a dos indios guanches que
pastoreaban su rebaño, quienes, al llegar a la boca de un barranco, notaron que
el ganado no avanzaba, como si algo impidiera seguir adelante. Para ver qué era
lo que pasaba, uno de los pastores avanzó y vio en lo alto de una peña una
imagen de madera como de un metro de alto de una mujer. Traía una vela en la
mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho. El niño llevaba en sus
manos un pajarito de oro.
Los indios, como tenían prohibido hablar con mujeres que estuvieran solas, le
hicieron señas para que se apartara del camino. Como no les hacía caso, uno de
los indios tomó una piedra para lanzársela, pero el brazo se le paralizó. Su
compañero tomó la imagen e intentó romperla, pero en el intento, se cortó sus
propios dedos.
Los indios corrieron a avisar al rey, quien de inmediato fue con todos sus
guardias al lugar del acontecimiento. Tomaron la figura y la llevaron a la casa
del rey. Los encargados de llevársela fueron los pastores que la encontraron,
quienes al instante de tomarla en sus manos, quedan curados del brazo uno y de
los dedos, el otro. Ante este milagro, el rey ordenó que todo el pueblo honrara
a aquella figura de mujer, a quien le llamaron “La
Extranjera”.
Cuando la gente se acercaba a Ella, se oían armonías celestiales, se percibían
aromas exquisitos y la imagen despedía una luz resplandeciente. Infundía en las
personas temor y respeto, pero ellos no sabían a quién representaba.
Años después, los españoles conquistaron la isla de Lanzarote y soñaban con
conquistar la isla de Tenerife.
En uno de
sus intentos de conquista, apresaron a un niño guanche y lo llevaron a Lanzarote.
Ahí lo bautizaron con el nombre de Antón, lo catequizaron y un tiempo después,
lo llevaron de regreso a su isla natal de Tenerife.
Antón fue a la casa del rey a contarle todo lo que le había sucedido y el rey
le dio permiso de ver a La Extranjera.
Cuando
Antón la vio, se puso de rodillas y les dijo a todos que hicieran lo mismo. Les
explicó que aquella Señora, era la representación de la Virgen María cuando
llevaba a Jesús a presentar al templo. Le explicó que la Virgen María era la
Madre del Dios y de todos los hombres y que era una gran suerte tener ese gran
tesoro.
Antón le pidió al Rey permiso para buscar un lugar en el que todos la pudieran
venerar. El Rey accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo
subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo de la
Basílica. Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que
se les conocía como “Los frailes de la Virgen”.
En noviembre de 1826, una tormenta terrible azotó a la isla de Tenerife, llegando
al Santuario de la Virgen y las aguas se llevaron la Imagen. Se hizo todo por
tratar de recuperarla, pero no fue posible encontrarla. Los padres dominicos
acordaron mandar a hacer una imagen nueva. Así lo hicieron y en la festividad
del día 2 de Febrero de 1830, bendijeron la nueva imagen de Nuestra Señora de
la Candelaria.
Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de todo el
archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la península y por toda
Hispanoamérica, principalmente por Venezuela.
Sus milagros y favores son constantes. Cada año acuden a visitarla miles de
personas de todas clases sociales para darle gracias y pedirle beneficios.
LE CANTAN:
Muchas flores la fortuna Regaló a
las Canarias; Pero como Tú ninguna. Virgen de la Candelaria. Virgen de
Candelaria, la más bonita, la más morena, la que extiende su manto desde la
cumbre hasta la arena.
En México, en Tlacotalpan, en el Estado de Veracruz, tienen como patrona a la
Virgen de la Candelaria. Su traje es muy significativo: bajo el manto de azul profundo, lleva un vestido blanco
resplandeciente, bordado con motivos vegetales y volutas (flores y espigas de
trigo grandes). La Virgen se encuentra en la Iglesia y el día 2 de
Febrero se acostumbra sacarla de la Iglesia, cantarle las Mañanitas por la
mañana y por la tarde, llevarla en procesión por el río Papaloapan.
Tlacotalpan
es un lugar que se encuentra al margen izquierdo del río Papaloapan, que quiere
decir "río de mariposas".
JORNADA MUNDIAL DE LA
VIDA CONSAGRADA, 2 DE FEBRERO
La Jornada de la Vida consagrada se celebrará en la fiesta en que se hace memoria
de la presentación que María y José hicieron de Jesús en el templo "para ofrecerlo al Señor" (Lc 2, 22).
La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por
primera vez el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la
Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a
Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo
tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para
renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su
entrega al Señor
La misión de la vida consagrada en el presente y en el futuro de la Iglesia, en
el tercer milenio, no se refiere sólo a quienes han recibido este especial
carisma, sino a toda la comunidad cristiana. En la exhortación apostólica
post-sinodal Vita consecrata, publicada en 1996 por Juan Pablo II, escribía: "En realidad, la vida consagrada está en el corazón
mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que «indica la
naturaleza íntima de la vocación cristiana» y la aspiración de toda la Iglesia
Esposa hacia la unión con el único Esposo" (n. 3). A las personas
consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a mirar el futuro con
esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de
obrar siempre nuevas maravillas: "¡Vosotros no
solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran
historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu
os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas" (ib.,
110).
LOS MOTIVOS DE LA JORNADA DE
LA VIDA CONSAGRADA
La finalidad de dicha jornada es por tanto triple: en primer lugar, responde a
la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias por el
gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana
con la multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas
vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la
vida consagrada, antes de ser empeño del hombre, es don que viene de lo Alto,
iniciativa del Padre, "que atrae a sí una
criatura suya con un amor especial para una misión especial" (ib.,
17). Esta mirada de predilección llega profundamente al corazón de la persona
llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a seguir tras las
huellas de Cristo, en una forma de particular seguimiento, mediante la asunción
de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Estupendo don.
"¿Qué sería del mundo si no existieran los
religiosos?", se preguntaba justamente santa Teresa (Libro de la
vida, c. 32,11). He aquí una pregunta que nos lleva a dar incesantes gracias al
Señor, que con este singular don del Espíritu continúa animando y sosteniendo a
la Iglesia en su comprometido camino en el mundo.
En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el pueblo
de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada.
Como ha subrayado el Concilio (cfr. Lumen gentium, 44) y yo mismo he tenido
ocasión de repetir en la citada exhortación apostólica, la vida consagrada "imita más de cerca y hace presente continuamente en
la Iglesia la forma de vida que Jesús, supremo consagrado y misionero del Padre
para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que le seguían"
(n. 22). Esta es, por tanto, especial y viva memoria de su ser de Hijo que hace
del Padre su único Amor -he aquí su virginidad-, que encuentra en Él su
exclusiva riqueza -he aquí su pobreza- y tiene en la voluntad del Padre el "alimento" del cual se nutre (cfr Jn
4,34) -he aquí su obediencia.
Esta forma de vida abrazada por Cristo y actuada particularmente por las
personas consagradas, es de gran importancia para la Iglesia, llamada en cada
uno de sus miembros a vivir la misma tensión hacia el Todo de Dios, siguiendo a
Cristo con la luz y con la fuerza del Espíritu Santo.
La vida de especial consagración, en sus múltiples expresiones, está así al
servicio de la consagración bautismal de todos los fieles. Al contemplar el don
de la vida consagrada, la Iglesia contempla su íntima vocación de pertenecer
sólo a su Señor, deseosa de ser a sus ojos "sin
mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa e inmaculada" (Ef
5,27).
Se comprende así, pues, la oportunidad de una adecuada Jornada que ayude a que
la doctrina sobre la vida consagrada sea más amplia y profundamente meditada y
asimilada por todos los miembros del pueblo de Dios.
El tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas
a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en
ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los rayos de la divina
belleza derramados por el Espíritu en su género de vida y para hacer más viva
la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.
En un mundo con frecuencia agitado y distraído, la celebración de esta Jornada
anual ayudará también a las personas consagradas, comprometidas a veces en
trabajos sofocantes, a volver a las fuentes de su vocación, a hacer un balance
de su vida y a renovar el compromiso de su consagración. Podrán así testimoniar
con alegría a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en las diversas
situaciones, que el Señor es el Amor capaz de colmar el corazón de la persona
humana.
Existe realmente una gran necesidad de que la vida consagrada se muestre cada
vez más "llena de alegría y de Espíritu
Santo", se lance con brío por los caminos de la misión, se acredite
por la fuerza del testimonio vivido, ya que "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los
testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son
testigos" (Evangelii nuntiandi, n. 41).
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