Date cuenta de que el Señor te ilumina y te salva. No tengas miedo; Él te defiende y te protege. La gente mala y tus enemigos no podrán acabar contigo porque tu escudo es el Señor, el Todopoderoso, ¡tu Padre!
No tengas
miedo, aunque aparenten ser un ejército contra ti. —Permanece tranquilo.
“Los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría” (Salmo 126, 5)
Somos
hermanos, miembros del cuerpo de Cristo. Debemos apoyarnos en la lucha.
¿ME
DEJAS ORAR POR TI?
De tu lado, en Cristo,
Fernando Casanova
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