En declaraciones a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada en Italia (AIN), el Obispo de Kharkiv, Mons.Pavlo Honcharuk, explicó que su misión pastoral continúa en medio de la guerra, donde las personas siguen queriendo confesarse.
Kharkiv es una de las ciudades ucranianas más afectadas por la
guerra. Desde que comenzó la invasión rusa, numerosos edificios han sido
destruidos o dañados. Uno de ellos fue la casa del obispo de la diócesis
católica de Kharkiv-Zaporizhzhia, alcanzado por un misil ruso en los primeros
días de la guerra.
Por este motivo, AIN envió una subvención de emergencia a la diócesis
para que pudiera cubrir algunas necesidades como los gastos de gas,
electricidad, agua y alimentos para ayudar a otras personas.
En declaraciones a la fundación pontificia, el Obispo de Kharkiv,
Mons.Pavlo Honcharuk, explicó que “todos los días
la gente viene a buscar una salida de la ciudad. Hay
constantes disparos, las ventanas tiemblan como si los cristales estuvieran a
punto de caer. Nos hemos acostumbrado a ese ruido. Incluso nos sentimos
desconfiados cuando la situación es tranquila, es decir, cuando no sabemos qué
está pasando”, relató.
“Visitamos regularmente a personas en la estación
del metro, donde viven y duermen en las vías y en los vagones. Allí rezamos
junto a otros, católicos y ortodoxos. Estamos recibiendo ayuda humanitaria
-medicinas, alimentos, pañales, etc.- que nos llega desde el oeste de Ucrania”,
explicó el Prelado.
Asimismo, el Obispo confirmó que los hospitales se mantienen abiertos y
que desde la diócesis visitan a los enfermos regularmente. “Ayer conseguimos entregar productos sanitarios en el
hospital psiquiátrico, donde la gente lleva varios días sin productos de higiene. El
director nos dio las gracias con lágrimas en los ojos. Esta es ahora nuestra
misión”,
señaló.
A continuación, el obispo ucraniano agradeció toda la ayuda que llega
desde Europa y explicó que en la frontera con Polonia, a donde llega todo ese
apoyo, se viven escenas en las que los hombres se despiden de sus esposas e
hijos sin saber cuándo podrán volver a verse.
“Veo muchos traumas en la gente, en sus ojos, en
sus caras. Sobre todo los niños sufrirán las consecuencias más adelante.
Definitivamente habrá enfermedades psiquiátricas después de la guerra”, indicó.
A pesar de la situación, el Obispo aseguró que “la
gente sigue queriendo confesarse” y dijo que en este momento “es importante rezar y sobrevivir para ayudar a las
personas que están solas y no tienen a nadie que les ayude”.
“Hay tanta necesidad, no solo de cosas materiales,
sino también de bondad, de calor humano, de una palabra amable, de un abrazo,
de una llamada telefónica... Así damos testimonio de la presencia de Dios, de
que está con nosotros. Es una forma de transmitir el Evangelio. Este es nuestro
trabajo pastoral hoy. Hay muchos testigos del amor. Hay muchas cosas hermosas
que suceden aquí”, concluyó.
POR ALMUDENA
MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa
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