EL FILÓSOFO JEAN-FRANÇOIS BRAUNSTEIN SEÑALA LOS PUNTOS NOCIVOS DE ESTA IDEOLOGÍA
Del cuestionamiento del sexo biológico se ha llegado a la teoría del
género fluido, cambiante a voluntad de la persona, como si la propia persona no
tuviese nada que ver con su cuerpo. Una resurrección más del viejo gnosticismo.
Las obras de Judith Butler, filósofa postestructuralista estadounidense
nacida en 1956, han tenido un papel fundamental en la teorización de la ideología de género.
Para profundizar en su
pensamiento, Giulio
Meotti (quien la llama "la papisa Zan" en alusión a la ley que
impone en Italia dicha ideología, impulsada por Alesandro Zan,
diputado y activista LGBT) ha entrevistado en Il
Foglio a Jean-François
Braunstein, profesor de Filosofía Contemporánea en la Sorbona
de París y autor de La filosofía se ha vuelto loca.
***
JUDITH
BUTLER, LA PAPISA ZAN
Sus textos son abstrusos, una verborrea indescifrable,
pero el impacto de su pensamiento es impresionante y atractivo. Es la profesora
de Berkeley que ha cambiado radicalmente el discurso sobre la diferencia e identidad de género, incluida Italia
con la ley Zan. Ha sido un éxito entre los estudiantes y sus ideas fueron
citadas y atacadas incluso por el entonces cardenal Joseph
Ratzinger en 2004.
EL
AUGE DE BUTLER
En dos libros de principios de
los 90, Judith Butler presentó una nueva concepción del género.
Hay una multitud abierta de géneros que no están vinculados a la distinción
biológica entre mujeres y hombres. Para Butler, el género no es
un hecho anatómico, sino que lo crea la palabra.
Como señala Sylviane
Agacinski, célebre
feminista y crítica suya, "para Butler todo se
convierte en un efecto de la palabra, incluidos los propios cuerpos, como si la
palabra pudiera envolver la vida y, en cierta medida, anticiparla".
Su vocación heterodoxa se remonta
a cuando Butler, entonces una adolescente de 14 años, estudió con un rabino de su escuela de Cleveland
la exclusión de Spinoza de la sinagoga de
Ámsterdam y la cuestionó. Butler es hoy uno de los iconos
del boicot a Israel, hasta
el punto de que la concesión del Premio Adorno por parte de la ciudad de
Fráncfort provocó las indignadas protestas del Consejo Central de los Judíos
Alemanes.
En 2006, en una sentada en
Berkeley, Butler dijo que "hay que
entender a Hamás y Hezbolá como
movimientos sociales progresistas y de izquierdas que forman parte de una
izquierda global; es extremadamente importante". Luego precisó que,
aunque luchan contra el "colonialismo", esos
movimientos utilizan medios injustificables.
El género en
disputa [Gender Trouble], publicado en 1990, convirtió a Butler en una estrella. Introdujo la "performatividad", la idea de que el género es algo que fabricamos
continuamente. Una gran erudición nacida de una beca de un año en Heidelberg
(Alemania), donde fue a estudiar con Hans Georg Gadamer. Más
tarde, Butler se inspiraría en la teoría francesa, Foucault, Lévi-Strauss, Lacan, Irigaray, Wittig, Kristeva y Beauvoir.
Jack Halberstam, cuando salió El género en disputa,
recuerda el libro como una revelación, un escape de la "asfixia"
de la política de identidad de la época.
"El feminismo
académico estaba cargado de problemas en aquel momento, basado en frases
como 'lo personal es político', que había llevado a la gente a sentarse en un círculo
cogidos de la mano y contándose sus vidas", dijo Halberstam: "El género en
disputa dio a la gente una forma de
pensar de forma crítica, filosófica, sobre lo que significa estar en una lucha
política en la que la categoría de feminidad, en lugar de
mantenerse unida y coexistir, podría muy bien hacerse añicos y
desmoronarse".
La filósofa Martha Nussbaum no
está de acuerdo y escribió un largo ensayo sobre Butler para The New Republic, en el que escribe
que Butler ignora el "sufrimiento material de las
mujeres hambrientas, analfabetas, violadas y golpeadas" en favor de una "obsesión
narcisista por la autopresentación personal".
Butler, por ejemplo, está
a favor de la prostitución: "No
estoy convencida de que toda la prostitución sea forzada", ha
dicho. "Es una elección que la gente hace en
determinadas condiciones económicas. Y se me ocurren muchas formas de trabajo
que no gustan mucho a las mujeres, a las que les gustaría tener otra serie de
opciones, pero no estoy segura de que la prostitución sea la peor de ellas. Y
creo que lo llamaría trabajo sexual en lugar de prostitución".
Llegó a Berkeley después de
que El género en disputa le allanara el camino. Ahora vive en la Bay
Area con Wendy Brown, también profesora en
Berkeley, de ciencias políticas.
LA
CRÍTICA DE JEAN-FRANÇOIS BRAUNSTEIN
"La inmensa
fama de Judith Butler, primero en Estados Unidos y luego en todo el mundo, se
explica sin duda por el carácter de 'radicalidad' y 'subversión' bajo el que le
gusta presentar su obra", explica a Il Foglio Jean-François
Braunstein, profesor de Filosofía de la Sorbona, en París, y
especialista en Foucault.
Lo que le une a Butler es el
hecho de que Braunstein le dedicó un capítulo en La filosofía se ha vuelto loca:
"Se dice que
Butler puso fin a la visión tradicional de la sexualidad basada en la pareja
heterosexual y permitió, por fin, la liberación de las identidades sexuales
hasta entonces dominadas o reprimidas. Por tanto, Judith Butler es ante
todo un ídolo de los activistas gays y lesbianas, pero también de los
activistas queer y transgénero.
Su increíble popularidad se debe también a la doble naturaleza de su obra,
tanto política como filosófica. Butler es tanto una activista de
todas las causas feministas y homosexuales como una de las fundadoras de la
teoría queer, que
pretende cuestionar las identidades masculina y femenina, gay y
lesbiana. A menudo habla del trauma que supone salir del armario en una
familia judía tradicional.
»También se ha
manifestado en contra de las políticas antiterroristas estadounidenses
posteriores al 11-S, así como de las políticas israelíes, que critica
duramente en nombre de su 'identidad judía'.
»Pero Butler no es
solo una activista, también es una filósofa de formación, especializada
originalmente en filosofía alemana, desde Hegel hasta
la Escuela de Frankfurt. Sus obras son a menudo bastante
'técnicas', salpicadas de referencias a la 'teoría francesa' (Derrida,
Foucault) y al psicoanálisis (Lacan).
»Pero parece que
esta oscuridad tiene por objeto evitar un 'lenguaje normalizado'. Como señala
Butler en El género en disputa, ¿quién decide los protocolos de
'claridad' y a qué intereses sirven? Esta deliberada oscuridad es,
sin duda, uno de los elementos que hacen que las tesis de Butler sean tan
seductoras; la difícil tarea de leerla da la sensación de acceder a un nivel de
verdad superior a las verdades del sentido común.
»Hay que añadir que
Judith Butler es una oradora fascinante, en el sentido
literal, que ejerce una poderosa influencia sobre un público que, de todos
modos, se ha ganado de antemano".
En La filosofía se ha vuelto loca,
Jean-François Braunstein dedica un capítulo al pensamiento de Judith Butler y
su influencia en la ideología de género que se intenta imponer universalmente.
HAY ALGO INCENDIARIO EN
SU VISIÓN:
"La gran idea
de Judith Butler es que la identidad de uno no está ligada a su sexo
biológico, sino a su 'género', es decir, al sentimiento que uno
tiene de ser hombre o mujer, o posiblemente tal o cual género. Lo que cuenta
para definirnos ya no es nuestro sexo biológico, sino el género con el que nos
identificamos.
»En este sentido,
Judith Butler se inscribe en un profundo movimiento de emancipación, o más
exactamente de evaporación del cuerpo que
se inició en los años 50 con el psicólogo John Money. Fue el
primero en utilizar el término 'género' para designar el
sentimiento que se tiene de ser un chico o una chica, independientemente de
cualquier sustrato biológico". Para Money, "el comportamiento y la
orientación sexual, masculina o femenina, no tienen una base innata e
instintiva" y debe ser posible, cuando se cría a un niño como una niña,
convertirlo en niña. Su teoría, al principio alabada como revolucionaria,
resultó en la práctica un completo fracaso, con consecuencias desastrosas para
el joven que había sido tratado por Money. Pero ahora está lanzado el
movimiento de emancipación de género.
»Después de Money,
la bióloga Anne Fausto-Sterling llegó a cuestionar el carácter
binario de la sexualidad humana. No hay dos sexos, hay un número infinito de
géneros: 'Aunque la morfología y la constitución de los cuerpos parecen
confirmar la existencia de dos, y solo dos, sexos, nada nos autoriza a pensar
que los géneros deban limitarse a dos. La biología que se empeña en pensar que
hay dos sexos y que la reproducción en la especie humana es sexual es una ciencia
falsa, machista y patriarcal'.
»Por último, para
Butler ahora es el género el que determina, no solo el sexo, sino también el
cuerpo. En su libro más famoso, Butler pretende, en primer lugar, romper
cualquier vínculo entre el género y el sexo biológico. El género no debe
considerarse como la 'forma' de una 'materia' preexistente que sería el sexo: 'No
puede decirse que los cuerpos tengan una existencia significativa antes de la
marca del género'. De hecho, si admitiéramos que los
sexos y los cuerpos tienen una existencia objetiva, sería el final de las
teorías de Butler. Según ella, es el género lo que constituye el sexo: 'Los hechos supuestamente naturales del sexo' que
la biología pretende imponernos están en realidad al
servicio de intereses 'políticos y sociales'.
Los propios modelos de cuerpos están construidos por “discursos"
y "poderes'. Por lo tanto, es el
género el que 'interpreta' el sexo, como
muestra Butler con el famoso ejemplo de la drag
queen que da existencia de
forma hiperbólica, pero también paródica, al género que representa.
Pero deberíamos ir más
allá:
"Si hemos negado
la existencia fáctica del cuerpo de esta manera, entonces
debemos atacar el género. Es necesario, según el título de las obras de Butler,
'disputar sobre el género' o 'deshacer el género'. La identidad de género no
debería ser estable y sería deseable poder cambiar de género a voluntad.
Así pues, este ideal de 'fluidez de género', de 'deriva de género' [gender
drifting], sería el brillante futuro de la humanidad. Habríamos
acabado con el sexo y el cuerpo, pero también con cualquier identidad fija.
»Sorprendentemente,
este desprecio contemporáneo por el cuerpo no puede sino evocar la gnosis,
la herejía cristiana del siglo II, que consideraba el cuerpo como una prisión o
una tumba de la que había que liberarse. Slavoj Zizek ha
hablado con razón de 'cibergnosis' en relación
con este desprecio contemporáneo por el cuerpo, así como por el sexo".
Según Braunstein, si
esta visión se convirtiera en hegemónica, las consecuencias sociales y
culturales serían inmensas:
»Ya vivimos en un mundo que ha sido moldeado por las ideas de Butler y
otros teóricos del género. Los activistas de género son ahora muy activos, no
solo en el mundo académico, sino en la sociedad en general.
»Podemos ver que el término 'género'
tiende ahora a reemplazar el término 'sexo' en muchas instituciones
internacionales, en las que están ampliamente introducidos
los activistas progénero. El propio término 'mujer'
tiende a borrarse, lo que escandaliza a muchas activistas feministas clásicas que deploran, por ejemplo, que las
competiciones femeninas estén destinadas a desaparecer en los países en los que
se abren a varones transexuales que dicen ser mujeres y cuyo rendimiento no es
comparable al de las mujeres. Esta noción de género está penetrando en las
escuelas, sobre todo en Estados Unidos, pero también en Europa: en Escocia se les enseña a los niños de primaria de cinco o seis años que
'tu género es tu elección'. Es fácil
imaginar la perplejidad de los niños ante estos imperativos incomprensibles a
esa edad.
»Y el personaje 'transgénero' se ha
convertido en el nuevo héroe de nuestro tiempo, porque es el que ha conseguido
liberarse de todas las determinaciones, incluida la más fundamental, la
diferencia sexual. Es esta dimensión de
emancipación final lo que admira a nuestro tiempo.
» Las redes sociales y las industrias culturales se están aprovechando de
ello, lo que ha provocado una explosión del número de niños y adolescentes
transexuales. En el Reino Unido, el aumento de casos tratados por el Sistema
Nacional de Salud [NHS, en sus siglas en inglés] dentro del Servicio de
Desarrollo de la Identidad de Género (Gids) es espectacular: de 97 en 2009-2010 a 2.590 en 2017-2018. Los
niños de muy corta edad están entrando en 'vías de
transición de género' medicalizadas y quizás quirúrgicas, sin ni siquiera un atisbo de principio de precaución.
»Sin embargo, algunos jóvenes quieren volver a su género original, y
algunos psicoanalistas están empezando a organizarse para
afrontar esta tendencia catastrófica. Los pediatras estadounidenses
han advertido de que 'la ideología de género es
mala para los niños'.
» Pero en general, más allá de
Butler, la desconexión entre sexualidad y procreación es
cada vez más importante en nuestras sociedades. Por ejemplo, en Francia las leyes de bioética
tienden a convertir este tipo de procreación artificial en la norma. No tenemos
ni idea de cuáles serán las consecuencias civiles de esta cancelación radical de los lugares
diferenciados de 'padre' y 'madre'.
»También podemos imaginar que la
sexualidad, tradicional o no, caerá en desuso en favor de otras formas de
disfrute más virtuales y narcisistas. La liberación
radical de una determinación corporal, que es evidentemente el
objetivo último de la teoría de género, corre el riesgo de tener toda una serie
de consecuencias que parecen difíciles de imaginar hoy en día".
Hay un fantasma que flota
alrededor de la institucionalización global de la identidad de género. Su
nombre es transhumanismo.
Traducido por Elena
Faccia Serrano.
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