SEGÚN EL LIBRO «POR QUÉ YA NADIE QUIERE IR A LA IGLESIA»
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Evangelización católica En ReL no conocemos ningún estudio en
España que haya preguntado a un número importante de personas "por qué dejó usted de ir a la iglesia".
Mucha gente da por supuesto que muchos católicos dejan la práctica
religiosa porque la moral cristiana (especialmente la moral sexual) les parece
muy exigente.
Analizar estudios de este tipo en Estados Unidos, aunque se desarrollen en
ámbitos protestantes, puede servir para dar algunas orientaciones
antropológicas que indican que hay otras causas más profundas.
Tom y Joani Schultz, autores hace unos años de un libro sobre lo malos que son
los sermones en las iglesias (Why Nobody Learns
Much of Anything in Church Anymore, es decir, "Por qué casi
nadie aprende ya nada en la iglesia"), acaban de publicar otro
titulado Por qué
ya nadie quiere ir a la iglesia (Why Nobody Wants to
Go to Church Anymore).
Se basan en varios estudios y en
ambientes protestantes -a veces conservadores, a veces liberales-, y
observan razones logísticas y sociales (los deportes de los
niños son el domingo, los hábitos de ocio, etc...).
Pero al final destacan 4 causas "de fondo" para dejar la iglesia, que
pueden aplicarse bastante también a la realidad católica.
LAS CAUSAS
PROFUNDAS SON ESTAS 4:
1) Muchos sienten que en las iglesias otras personas les juzgan; o piensan que les van a juzgar,
y no quieren sentir que les juzgan
No se trata tanto de que realmente haya muchos "metomentodos"
juzgando a los demás en las parroquias, como de que los alejados lo sientan
así, o lo teman.
La solución eclesial eficaz, dicen los autores, ha de ser la insistencia
en que la Iglesia acoge y acepta a todos tal como
llegan, en su estado actual, independientemente de que la
Iglesia y Dios no estén de acuerdo con todo lo que hacen.
Dicho de otra forma: hay que repetir lo de
"acogemos a cada pecador ya, tal como viene; más adelante, juntos iremos tratando su pecado". Se
requiere, dicen, una "hospitalidad
radical".
2) La gente reclama el derecho a hablar y ser escuchada; sienten que en la iglesia sólo habla el cura o pastor y que
nadie les escucha.
En el Occidente actual, todo el mundo
está acostumbrado a opinar de todo: los vendedores de
cualquier tienda escuchan con sonrisas todo lo que quiera decir su cliente; en
el colegio hay debates y desde niño cualquier alumno
interviene para decir al profesor lo primero que se le ocurre; los periódicos en Internet están llenos de
comentarios de gente que en realidad no han estudiado ni conocen los temas que
comentan...
El resultado es que estas personas llegan a la iglesia, sea a una misa católica
o a un culto protestante, y allí no tienen nada que decir. No hay ningún
momento para que hablen, se expresen.
De hecho, en algunas publicaciones protestantes se señala que
los católicos lo tienen algo mejor:
al menos en misa los católicos recitan respuestas,
rezan en voz alta, etc...
En muchos cultos protestantes
(sobre todo los no carismáticos) deben limitarse a escuchar al pastor y cantar
himnos, por lo que en cuanto se cambian las canciones o se usan cantos
difíciles, no hay nada que hacer. (Los varones suelen quejarse de que las
canciones son cada vez más agudas, sólo para mujeres, por ejemplo).
El caso es que los sociólogos detectan que la gente quiere
hablar de sus sentimientos religiosos,
formular sus preguntas y dudas, sentirse escuchados, que no se desdeñen
sus dudas con un "no me moleste usted" o
"búsquelo en el catecismo" o "no necesita usted saberlo"...
Por supuesto, eso no puede hacerse en una
misa. Así que la Iglesia debe ofrecer otros espacios, el espacio en que la gente habla y se siente
escuchada.
¿Puede cada párroco escuchar a sus 2.000 o 3.000 o
30.000 parroquianos con esa escucha atenta, dejándoles hablar? Es
evidente que no. Por lo tanto, la respuesta ha de pasar por crear grupos pequeños de laicos, donde todos pueden hablar y todos se
sienten escuchados.
El éxito de métodos como Cursos Alpha, Células de Evangelización Parroquial,
grupos carismáticos, el Camino Neocatecumenal, los grupos scouts (adolescentes
y adultos), y otros con espacios para hablar y escuchar tiene que ver con
esto: el grupo donde se puede hablar y sentirse escuchado.
3) Mucha gente se aleja de la iglesia, o no se acerca a
ella, porque piensa que "los cristianos son unos hipócritas"
Por supuesto, los hipócritas son "los
otros". Yo nunca soy hipócrita.
Lo cierto es que los cristianos
nunca serán suficientemente virtuosos para los exigentísimos estándares de los
"alejados".
No importa cuánto bien hagan los cristianos de su parroquia o
entorno; un caza-hipócritas siempre encontrará algún
cristiano que no es suficientemente bueno para
él y "además va de cristiano".
Y si no encuentra alguien así en su entorno, lo encuentra en los medios de
comunicación: un cura estafador, un religioso que cometió un crimen... O en el
pasado. "No voy a misa porque hace 5 siglos la
Inquisición, Galileo, etc, etc..."
La mejor estrategia para la Iglesia es la de siempre del cristianismo: repetir
que "esta no es una casa para perfectos, sino un
hospital para enfermos".
Eso implica admitir esas "enfermedades": si hay
pecado, se dice, se admite y se combate de forma realista.
Y la Iglesia ha de fomentar además la humildad, y
la visibilización de esta humildad. El Papa Francisco da "imagen de humildad" a muchas personas
alejadas, y eso les atrae.
Por supuesto, la "imagen de
humildad" es buena, pero la "verdadera humildad" también lo es... aunque no esté claro que ésta siempre se
vea.
4) Muchas personas se
alejan de las iglesias porque creen que Dios está "distante",
"o muerto", o "es irrelevante"; muchos dicen "no noto
a Dios"
Mucha gente que no va a la Iglesia sí que cree en Dios, pero no se trata con
Él, no significa nada. En entornos católicos, son incontables los casos de
personas que dicen que "iba a misa pero no me
decía nada", o "las monjas en mi
colegio eran encantadoras, pero a Dios nunca lo he visto, ni tratado".
La respuesta aquí es el kerigma, el anuncio fuerte de que "Cristo ha resucitado, te salva de la muerte y del
pecado y cambia tu vida", o bien que "Dios te ama
y te perdona, de forma personal, a ti".
Cursillos de Cristiandad, Cursos Alpha, el Camino Neocatecumenal, el
seminario de las Siete Semanas de la Renovación Carismática, los Talleres de
Vida y Oración y otras iniciativas de kerigma consiguen suscitar a menudo ese "encuentro personal con un Cristo vivo"
que tantas personas han experimentado.
Cuando alguien dice "creo en Dios, pero no es
relevante en mi vida" no quiere que le respondan "claro que es relevante: exige una moral elevada que
deberías practicar"; eso no le atrae ni le cambia.
Por el contrario, necesita que le
digan: "claro que es relevante, haz
la prueba, abre tu corazón y pide a Dios que venga a tu vida, déjate
transformar por Él, porque Él te ama y quiere estar contigo y
cambiarlo todo".
Hay algunas personas que quizá se asustan al pensar en un Dios cercano: "si le abro la puerta a Dios, entrará
demasiado y se quedará como
un okupa en mi casa".
Pero son pocas comparadas con las que piensan: "Dios no tiene nada que ver con mi vida y mi casa y no creo que Él piense mucho en mí; yo tampoco pienso
mucho en Él". Por eso, un encuentro personal es la clave.
En ese sentido, la Nueva Evangelización insiste, como definía Juan Pablo II,
con "nuevos métodos, nuevo lenguaje, nuevo
ardor".
(Este es un artículo de Hemeroteca, que fue
publicado originariamente en ReL el 5 de noviembre de 2013)
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